ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL CUERVO Y EL ZORRO


Enviado por   •  4 de Junio de 2015  •  1.031 Palabras (5 Páginas)  •  323 Visitas

Página 1 de 5

Emilio afirmo que un niño no entiende las fábulas que le hacen aprender, porque aunque nos empeñemos mucho en hacer que las comprenda, la instrucción que de ella queremos sacar nos precisa a introducir ideas que él no alcanza a comprender.

Ejemplo: fabula de “EL CUERVO Y EL ZORRO” de la colección de Samaniego. La más común para que los niños la aprenden con gusto, considerada para toda edad

En la rama de un árbol,

Bien ufano y contento,

Con un queso en el pico

Estaba el señor cuervo.

¿Quién era el que estaba ufano y contento?

¿Qué quiere decir señor cuervo? ¿De quién es señor un cuervo?

¿Cómo puede un cuervo tener un queso en el pico sin que se le caiga?

¿Comen queso los cuervos?

¿Son esas las lecciones de historia natural que dais a vuestros hijos?

Este análisis, que tan circunstanciado parece, más lo fuera si hubiéramos seguido todas las ideas de la fábula, reduciéndolas a las sencillas y elementales de que se compone cada una. Pero, ¿quién se figura que necesita de este análisis para que le entiendan los niños?

Ninguno de nosotros es tan filósofo que sepa sustituirse a un niño.

Convengo en ello; necesario es que sepa leer cuando le sea útil la lectura; pero creo que hasta entonces sólo sirve para fastidiarle

¿Qué milagro ha convertido tan agradable y útil arte en tormento de la infancia? El haberla violentado a que se aplique a él contra su voluntad y el usarle para cosas que ella no entiende.

No se cuida mucho un niño, de perfeccionar el instrumento con que le atormentan: pero haced de modo que éste mismo instrumente sirva para su diversión, y en breve se aplicará a él, aunque sea contra vuestra voluntad. El interés actual es el único móvil que conduce con certeza y va lejos

Conviene evitar que los niños coja odio a los estudios a que aún no puede aficionarse y que le desaliente la amargura que en su paladar deje aún más allá de su necedad.

Todo debe surgir de un modo natural y cuanto se este realmente listo este surgirá sin dificultades.

Hay dos clases de hombres, cuyos cuerpos están en continuo ejercicio, y que tan poco unos como otros piensan en cultivar su razón, que son los aldeanos y los salvajes. Los primeros son rústicos, toscos, desmañados; los otros, célebres por su mucha cordura, lo son también por la sutileza de su inteligencia y de sus invenciones; en general no hay ente más torpe que un lugareño, ni más listo que un salvaje. ¿De dónde procede esta diferencia?

Otra cosa es en cuanto al salvaje; no estando apegado a sitio alguno, no teniendo otra ley que su voluntad, se ve precisado a raciocinar para cada acción de su vida; y sin haber calculado de antemano las consecuencias, ni se mueve, ni da un paso.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (5.9 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com