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EL MITO DE LA CAVERNA DE PLANTON


Enviado por   •  2 de Marzo de 2014  •  1.960 Palabras (8 Páginas)  •  405 Visitas

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I. INTRODUCCIÓN

Consideramos que “El Mito de la Caverna” abarca un tema sumamente interesante ya que cuestiona la ignorancia y el proceso mediante el cual llegamos al conocimiento.

Siendo ello así, consideramos que para tener un mejor entendimiento de lo que es la filosofía y lo que representa en nuestras vidas, es preciso analizar esta lectura, ya que de forma didáctica nos lleva al mundo filosófico y más aún cuando todos nosotros estamos tratando de superarnos de manera profesional e intelectual y romper con nuestros conocimiento adquiridos antes de ingresar a este centro de estudios.

Finalmente debemos resaltar que con la lectura y el debido análisis, hemos logrado obtener una visión más amplia del mundo, considerando que no sólo debemos basarnos en lo evidente, sino que el mundo real y el mundo interior, deben ir de la mano para crecer como personas en todos los aspectos de la vida, tanto profesional, laboral y personalmente. 

II. DESARROLLO

El Mito de la Caverna, forma parte de la gran obra de Platón “La Republica”, en su Libro Séptimo en el que narra diálogos de Sócrates con Glaucón.

En dichos diálogos Platón explica el estado de la naturaleza humana con relación a la ciencia (educación) y a la ignorancia, al mundo de los sentidos y al mundo de las ideas.

Siendo ello así, podríamos decir que estamos ante procesos mediante lo cuales llegamos al conocimiento Antropológico, Ontológico (Mundo Subterráneo), Moral, Político y Metafísico.

Para poder explicar con mayor profundidad “El Mito de la Caverna”, hemos considerado conveniente citar algunos párrafos de los diálogos entre Sócrates y Glaucón ya que colaboraran al mayor entendimiento.

En primer lugar hemos considerado la siguiente cita:

“Imagínate, le dice Sócrates, una caverna subterránea que tenga una abertura que de libre paso a la luz, y en esta caverna hombres encadenados desde la infancia que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen enfrente. Detrás de ellos, a cierta distancia a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor les alumbra, y un camino escarpado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un muro, semejante a los tabiques que los charlatanes ponen entre ellos y los espectadores, para ocultarles la combinación y los resortes secretas de las maravillas que hacen.

-Ya me represento todo eso.

-Figúrate personas, que pasan a lo largo del muro, llevando objetos de toda clase, figuras de hombres, de animales, de madera o piedra, de suerte que todo esto aparezca sobre el muro. Entre los portadores de todas estas cosas, unos se detienen a conversar y otros pasan sin decir nada.

-¡Extraños prisioneros y cuadro singular!

-Se parecen, sin embargo, a nosotros punto por punto.

-Por lo pronto ¿crees que puedan ver otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado, que las sombras que van a producirse enfrente de ellos en el fondo de la caverna?

-¿Ni cómo habían de poder más, si desde su nacimiento están precisados a tener la cabeza inmóvil?

-Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa que las sombras de los mismos?

-No

-Si pudieran conversar unos con otros ¿no convendrían en dar a las sombras que ven, los nombres de las cosas mismas?

-Sin duda.

-Y si en el fondo de su prisión hubiera un eco, que repitiese las palabras de los transeúntes, ¿no se imaginarían oir hablar a las sombras mismas que pasan delante de sus ojos?

-Si

-En fin, no creerían que pudiera existir otra realidad que estas mismas sombras.

-Sin duda.

-Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos hombres, si se les libra de las cadenas y se les cura de su error. Que se desligue a uno de estos cautivos que se le fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y a mirar de lado la luz; hará todas estas cosas con un trabajo increíble; la luz le ofenderá los ojos, y el alucinamiento que habrá de causarle le impedirá distinguir los objetos, cuyas sombras veía antes. ¿qué crees que respondería, si se le dijese, que hasta entonces sólo había visto fantasmas, que ahora tenía delante de su vida objetos más reales y más aproximados a la verdad? Si enseguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando, y a fuerza de preguntas se le obliga a decir lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto, y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra?

-Sin duda

-Y si se le obligase a mirar al fuego, ¿no sentiría molestia en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas más distinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra?

-Seguramente.

-Si después se le saca de la caverna y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¡que suplicio sería para él verse arrastrado de esa manera! ¡Cómo se enfurecería! Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad ¿podría ver ninguno de estos numerosos objetos que llamamos seres reales?

-Al pronto no podría.

-Necesitaría indudablemente algún tiempo para acostumbrarse a ello. Lo que distinguiría más fácilmente sería, primero, las sombras; después, las imágenes de los hombre y demás objetos pintados sobre la superficie de las aguas; y por último, los objetos mismos. Luego dirigiría sus miradas al cielo,

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