El Devenir De La Violencia
29 de Octubre de 2014
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La Violencia Cultural Cotidiana
¡El pan nuestro de cada día!
o
(Arcaica herencia cultural del injusto sometimiento del otro)
La historia cultural de la humanidad se ha caracterizado por actos forzados del sometimiento violento de unos sobre otros. Actos seudo justificados “en el nombre de…”, de cualquier ideología que implique poder real o mágico sobre nuestros congéneres, no preocupados por el otro sino por el deseo egocéntrico del violentador. También se le ha seudo justificado, enunciando que es parte de la herencia genética de nuestro pasado animal, equiparándose con la supuesta agresión que éstos ejercen para obtener sus alimentos; para defender a su manada o bien, cuando están en celo. Nada más erróneo, pues lo que ellos realizan es un acto instintivo natural de supervivencia; en cambio la violencia en el hombre es un acto aprendido, reforzado y reproducido por generaciones, emanado del empuje pulsional de someter al otro a sus deseos mezquinos. Por tanto, la agresión del animal es un acto natural innato, en cambio la violencia, es una creación cultural seudo justificada para obtener poder, control e inequidad sobre otros. Ante todo cuando hay desventajas por edad, género, condición física, enfermedad, subordinación o status.
Los actos violentos han pasado veladamente justificados por milenios, ante todo por gobernantes y personas que ostentan poder. Podrían inclusive justificarse, antes como ahora, que las personas violentas “no son del todo concientes” pues al nacer, por aprendizaje, sólo repitieron el esquema cultural de su época. Sin embargo, habría que aseverar que ‘ciertamente podemos estar atrapados inconscientemente en esta cultura de violencia’, pero sí antes como ahora ha habido atisbos de que tal acto no es adecuado, el no hacer algo para poner alto a la violencia propia y cultural, seguiremos atrapados en la perversión conscientemente negada. Toda perversión corrompe sociedades y el acto sádico de la violencia es una perversión de la cual no se quiere tomar conciencia ni renunciar a ella trabajando en su contra.
La violencia social y familiar ya no es más un acto que atañe sólo a los gobernantes; ni tampoco es un acto privado doméstico en el cual no hay que intervenir. La violencia, en cualquiera de sus vertientes interactuantes, sean estas: física, psicológica, sexual o económica, es un acto público que a todos compete poner el alto, pues nadie es ajena a ella ni se le puede enclaustrar en las paredes de un hogar, pues sus efectos se irradian relaciones interpersonales, sean estas familiares, sociales, laborales o académicas. Más aún ahí se gestan y nutren psicopatologías y por ende actos vandálicos que a todos nos afectan.
Agraciadamente a que han existido grandes humanistas preocupados por los otros, han señalado tales atrocidades, o que ha devenido a ser un grano más en la construcción u que han constituido una sumatoria de sab, De tal forma que se podría decir que si no lo sabía era un inconsciente que es necesario que tome conciencia de su acto, pero si lo sabe y aún así lo justifica o no desea darse cuenta, el caso es peor, pues sería inconscientemente perverso de su acto.
Podría justificaEsrta Podría decirse que la algo” nombre de algosiempre dando un alto valor a tal acción desde sus inicios por la violencia de unos sobre otros, con el único propósito de hacer valer sus deseos (el violentador) sobre el otro (violentado) esto es, el sometimiento forzado del violentador uno (violentado) POR OTROlentar somete por la fuerza imiento del otro@ por la fuerza mediante actos u omisiones en contra de su voluntad. Acciones que a la fecha se producen y reproducen desde lo infraestructural hacia lo superestructural, y por ende, nuestras sociedades y nuestras familias no escapan a ello. Pareciera
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