El Sucidio
OmarrayadoEnsayo13 de Mayo de 2014
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El suicidio es el acto por el que un individuo, deliberadamente, se provoca la muerte.
Se estima que las dos terceras partes de quienes se quitan la vida sufren depresión y que los parientes de los suicidas tienen un riesgo más elevado (hasta cinco veces más) de padecer tendencias al respecto. Los padecimientos psíquicos se encuentran presentes en 9 de cada 10 casos de suicidio; entre ellos, aparte de la depresión se encuentran también los trastornos de ansiedad y las adicciones.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), las enfermedades mentales, principalmente la depresión y los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias, la violencia, las sensaciones de pérdida y diversos entornos culturales y sociales constituyen importantes factores de riesgo de suicidio.
Muchas religiones monoteístas lo consideran un pecado, y en algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas, especialmente las orientales, lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o dolorosas en extremo.
El suicidio puede ser efecto de trastornos psiquiátricos, que comúnmente se acompañan de abatimiento, vacío emocional o ansiedad, como el Trastorno Límite de la personalidad, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y todos los trastornos depresivos. En estos casos es, principalmente, la enfermedad lo que provoca el suicidio y no el análisis lógico del individuo. Antes que la acción, el suicidio comienza en el pensamiento. Ya sea por problemas personales y/o emocionales, las personas suicidas deben ser evaluadas como individuo para entonces entender el suicidio a nivel social. Estos individuos poseen un sentido de indefensión y desesperanza ante las situaciones que los afectan. Las personas suicidas exhiben algunas características tales como impulsividad, baja tolerancia a la frustración y son personas sin espíritu de lucha. Suelen ser pacientes más agresivos, exigentes, dependientes e insatisfechos que los demás. Teniendo en cuenta el perfil de la persona suicida se podría prevenir algunos suicidios con psicoterapia, farmacoterapia y hospitalización en casos más graves. Los indicadores y comportamientos varían dependiendo de la persona. Según la cuarta versión de El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, los pensamientos recurrentes (no solo el temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse son síntomas de personas con depresión mayor.
El proyecto suicida nunca es improvisado, aunque la realización a veces sea impulsiva. El suicida lo venía pensando desde tiempo antes, y en la mayoría de los casos se lo había comunicado a alguien con anterioridad. La idea de que alguien que habla de suicidarse no lo hará es falsa, toda amenaza debe ser tomada seriamente.
Para algunos psiquiatras y psicólogos no existe un único factor desencadenante de un suicidio, sino que éste es una acción multideterminada por diversos factores intervinientes que al conjugarse se potencian.
En un estudio realizado en Buenos Aires, con suicidas que tenían un historial de internaciones psiquiátricas, aparecieron como factores destacados.
• Aislamiento y soledad, con pérdida de apoyo y lazos sociales.
• Presencia de conductas suicidas (fantasías, ideación, amenazas, intentos y/o equivalentes).
• La heteroagresividad demostró ser una característica tan marcada como cualquier elemento depresivo (fantasías de homicidio, conductas agresivas y violentas hacia otros). Cuando la manifestación externa se ve bloqueada de alguna forma, estos impulsos destructivos se vuelven contra sí mismo.
• Dificultades familiares serias (abandono, rechazo, etc.). Los familiares mostraron escasa empatía con el paciente, poca comprensión y conciencia de la situación de peligro y serias dificultades para contenerlo emocionalmente.
• No evolución favorable de la enfermedad psiquiátrica (cronicidad).
• Estados depresivos.
Todas éstas resultaron ser variables de altísimo potencial suicida pero en ningún caso la existencia de una sola fue suficiente para desencadenar un suicidio.
Existe mayor riesgo cuando los síntomas de ansiedad, insomnio, angustia, desesperanza o son acompañados por síntomas psicóticos e ideas delirantes paranoides o melancólicas. En muchos casos el acto suicida se lleva a cabo luego de una engañosa mejoría de los síntomas ya que algunos se tranquilizan cuando ya tienen tomada la decisión
La idea de muerte puede surgir por muchos motivos diferentes:
• Como expresión de pensamientos acerca de la inutilidad de la existencia y el vacío.
• Como vía de escape para el sufrimiento emocional o psicológico.
• Como escape a la tortura de los perseguidores internos en los cuadros paranoides.
• Como deseo vengativo hacia otra persona, de control hostil del otro, de castigo del otro o una búsqueda de impacto en los otros.
• Como el deseo de promover cambios en las actitudes o sentimientos de los demás, o buscar averiguar póstumamente si se es querido por los otros.
• Como fantasía de evasión, de escaparse del conflicto, un deseo de liberación, una fantasía de paz eterna.
• Como deseo de expiación por alguna culpa o pecado.
• Como deseo de recomenzar una vida nueva acompañado por la creencia de renacer después de la muerte.
• Como deseo de rehabilitación del prestigio y el honor con fantasías de gloria.
• Como caída de la autoestima unida a una sensación de impotencia extrema después de una injuria narcisista.
• Como búsqueda de tranquilidad.
• Como deseo apasionado de reunión erótica con un objeto (persona amada) amado muerto.
• Como deseos de reconquista o de reivindicación.
• Como deseo de lograr el amor de un objeto (persona amada) vivo.
• Como deseo de aniquilación del Yo.
• Como deseo de conmover a otros o generarles culpabilidad o perjudicarlos de alguna manera y hacerlos sufrir.
Valoraciones morales cristianas y judías.
La teología cristiana dice que para algunos, el suicidio consiste en, darse la muerte directamente a sí mismo, y aclara que aunque ambas opiniones son semejantes, encierran matices distintos. Mientras que para los primeros el suicidio directo es siempre intrínsecamente malo, para los segundos el suicidio directo es siempre pecaminoso, y este lleva al alma de la persona a un lugar de tormentos llamado "infierno", pero el suicidio indirecto no lo es. Precisamente, debemos entender que el suicidio directo es aquel en que el ser humano busca mediante un acto que de suyo es capaz de causarla; mientras en el indirecto, la persona se da muerte sin procurarla libremente.
Una clasificación posible de las tantas que se pueden hacer es la que divide los suicidios en:
• Los vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con la justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y nada puede compensar el período de espera.
• Los perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo en la belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o social, o la pérdida del poder y prestigio.
• Los hedonistas: no soportan nada que constituya un impedimento o una disminución del placer de predominio sensual.
• Los transicionales: ante ciertas crisis vitales de transición inevitables, optan por el suicidio.
• Los sintomáticos: dependen de una enfermedad mental, psicosis, confusión mental, demencia y depresión.
El suicidio es visto como un pecado por la iglesia católica ya que el "no matarás bíblico también le aplica a uno mismo".
Desde Durkheim es un clásico decir que los suicidios son más raros entre los católicos y los judíos que entre los protestantes o los ateos pero hay que tener en cuenta que puede ser que los católicos no declaren los suicidios justamente por razones religiosas.
También para el judaísmo el suicidio es pecado y no se entierra el cadáver con los demás. Sin embargo, en la antigüedad no imponían sanciones al suicida porque reconocían al suicidio necesariamente como acto de locura.
Visión sociológica.
El sociólogo francés Émile Durkheim en su obra El suicidio (1897), señala que los suicidios son fenómenos individuales que responden esencialmente a causas sociales. Las sociedades presentan ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración o regulación social ya sea excesiva o insuficiente del individuo en la colectividad. Por tanto el suicidio sería un hecho social.
Durkheim comienza su estudio con una definición de suicidio como: «Todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma y que, según ella sabía, debía producir este resultado». Ejemplo de un acto positivo: dispararse en la cabeza; ejemplo de un acto negativo: rehusar a ingerir cualquier medicina hasta dejarse morir. La persona suicida vive con una percepción anómica de la vida: Pierde el sentido de la ley, normas sociales y se vuelve escéptico ante la vida y todo lo que ésta implica. Aunque cada persona suicida es distinta, tienen indicadores y pasan por un mismo proceso. Uno de los factores más importante de la persona suicida es la convicción del suicidio como método factible. Si estudiamos el comportamiento de las personas suicidas, no podemos asegurar que se pueda prevenir todo tipo de
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