El Valor Moral Del Tiempo

Análisis crítico de la lectura “El valor moral del tiempo”

Hoy en día resulta extraño encontrar alguna persona que no lleve un reloj en la muñeca, pues vivimos cautivos del tiempo, y nuestro lenguaje coloquial lo demuestra, pues usualmente utilizamos expresiones como: el tiempo se puede ganar o perder, dar o quitar, buscar o encontrar, tener o tomar.

De esta manera reconocemos que el tiempo es un elemento esencial del que está hecha la vida. Aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo es en definitiva a lo que asignamos nuestra vida. Y ésta tiene una duración limitada. Somos seres finitos, con un comienzo y un final, inmersos en un tiempo que pasa inexorable. Quién gestiona bien su tiempo, gestiona bien su vida. Y, quien no encuentra tiempo para reflexionar, planificar o programar, difícilmente podrá sacar adelante ningún proyecto de cierta envergadura. El tiempo es un recurso singular, fácilmente cuantificable, e imprescindible para cualquier actividad, podemos solicitar o comprar el tiempo de otras personas, pero no podemos almacenarlo, ni sustituirlo o cambiarlo por otro recurso.

Si el tiempo es tan importante en la vida de las personas, entonces cabe preguntarnos ¿Por qué se llega tarde a clases? ¿Por qué no se cumple a tiempo con las tareas asignadas? ¿Por qué es tan frecuente no cumplir promesas? Estas conductas no parecen coherentes después del análisis realizado, y a pesar de esto no parece que problemas de este tipo hayan sido considerados como problemas que merezcan una reflexión ética. Esto sin duda es un error fruto de la ignorancia, y es una lástima que nuestro país sea prueba de ello.

Sin duda es hora de cuestionarnos si estamos aprovechando el tiempo de forma adecuada, y esta lectura nos permite hacerlo ya que profundiza la importancia y el valor que le debemos dar al tiempo en todas sus dimensiones.

Asimismo, gracias a esta lectura podemos darnos cuenta de ciertas verdades, por ejemplo, que el tiempo determina nuestro respeto hacia la puntualidad y este en cierta etapa de nuestra formación, en consecuencia, una persona íntegramente moral sería la que ha aprendido a usar y distribuir su tiempo durante sus etapas formativas. De modo que una personalidad, como diría Ortiz, que no ha logrado atribuir un valor al tiempo no solo tiene un retraso en su formación moral sino que se constituye en un retraso aun más serio para el desarrollo del país y para pretender cambiar al país debemos primero cambiar nosotros mismos.

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