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El fútbol Es Maña, No Trampa


Enviado por   •  21 de Febrero de 2014  •  398 Palabras (2 Páginas)  •  223 Visitas

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Sucedió hace una semana en el partido entre Unión y Arsenal, por el campeonato argentino. En un minuto de confianza, de excesiva confianza, que se dio el defensor Emanuelle Brítez, sacó de casillas al delantero Pablo Lugüercio de la manera más vil: el zaguero se creyó el proctólogo del atacante y a vista y paciencia de la transmisión televisiva, le hizo un examen express de próstata. ¡Inaudito!, i-na-cep-ta-ble.

Lo mejor (o lo peor) vino después.

Lugüercio, vejado por un compañero de trabajo, giró sobre su eje y propinó un cachetazo justiciero sobre el mañoso Brítez, lo que acarreó una tarjeta roja para el delantero del Viaducto. La víctima se fue expulsada y ultrajada. El victimario siguió en el campo de juego. Injusticia total.

Tras el partido, Brítez reconoció la ofensa y aseguró orgulloso que era un experto en sacar de quicio a los rivales, que el "dedito juguetón" era un arma que no fallaba y que el fútbol era para los vivos y no para señoritas.

Relatos como el del defensa de Unión dan para pensar. ¿Es tan cierto que el fútbol es para los vivos, para los ventajistas, para los que bravuconean y escupen el asado del vecino? Me niego a creerlo. Episodios como estos sirven para sumar relatos pintorescos al folclore del balompié, pero de ahí a que este tipo de recursos sea aceptable como instrumento para triunfar, es más que discutible.

El escupitajo de Voeller a Rijkaard, el manoseo impúdico de Michel a Valderrama, las agujas utilizadas por Bilardo en Estudiantes, el Maracanazo del Cóndor Rojas, los piscinazos del Murci Rojas en Francia 1998. Son varios los ejemplos a nivel mundial y local de estas argucias para sacar al rival de concentración.

Ahora la moda es el ataque racial, el comentario xenófobo, pero por suerte es drásticamente sancionado. Si no, que lo digan Claudio Borghi, el defensa del Chelsea John Terry o el uruguayo del Liverpool, Luis Suárez, que pensaron que tratando de "negro" a su adversario iban a lograr algún tipo de ventaja en un partido puntual.

El fútbol no es trampa. A lo más, es un conjunto de mañas, de engaños. Y todo queda allí, en el campo de juego. Pero un tema es indiscutible: salvo en contadas excepciones, siempre gana el mejor. No el que se las da de vivaracho ni el que anda por la vida creyendo que se las sabe todas por libro.

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