El virus de nuestra segunda personalidad

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EL VIRUS DE NUESTRA SEGUNDA PERSONALIDAD

                                                        De: Encarnación Poves, Antony

¿Sabías que, hay alguien dentro de ti que puede hacer cosas que tu no quieres hacer? ¿Sabías que, muchas veces cometiste cosas que no quisiste cometer?
Sabemos y reconocemos que a través del tiempo escuchamos músicas y observamos videos que ciertos autores nos brindan. Pero, nunca nos hemos percatado de ciertos mensajes ocultos que pueden contener aquellos objetos, programas, juegos y músicas.

Empecemos con la música; Está comprobado que la música influye notablemente en el comportamiento de los jóvenes y que se interfiere en nuestros estados de ánimo (Feliz, Melancólicos, pensativos, enamorados).
Ejemplo: Si un joven escucha música metal, denotaremos que tendería a comportarse adaptando las diferentes posturas en su diario vivir sobre el carácter metalero, incluso mismo afectando en su comportamiento.

Tomando en cuenta esto, también podremos deducir que el reggaetón es un tipo de música que genera euforia y alegría pero conduciendo a un estado de sexo sin control o desenfrenado.  Así mismo, incluyendo al género romántico, podemos deducir que la música ocasiona un gran impacto en el autoestima de una persona.

Aunque no lo creamos, esto no solo pasa en lo que escuchamos, sino también en lo que observamos, como por ejemplo: Películas (Titanic, The walking dead)
ocasionan en nuestro interior sentimientos.

Nosotros tenemos un subconsciente, que hace el trabajo de gravar y reproducir con nuestras acciones ciertas cosas que no lo percibimos con nuestra consciencia. Es aquel quien silenciosamente recibe mensajes y lo concluye con nuestras acciones.

Los mensajes subliminales son aquellos “Mensajes Ocultos” que solo son percibidos por nuestro subconsciente, para edificarnos o destruirnos; ya que nuestro subconsciente tarde o temprano tiende a reaccionar según los mensajes percibidos.

Tenga cuidado con lo que escucha y con lo que observa, le puede causar mucho daño, sin que usted se de cuenta.

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