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Foucaul las ciencias humanas El triedro de los saberes


Enviado por   •  29 de Abril de 2018  •  Resúmenes  •  11.678 Palabras (47 Páginas)  •  277 Visitas

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FOUCAULT: LAS PALABRAS Y LAS COSAS -  Capitulo X
Las Ciencias Humanas (CH)

El triedro de los saberes
La modernidad no es una categoría de tiempo, no es un acontecimiento cronológico, es un acontecimiento del saber. Es la última unidad de tiempo que plantea Foucault es la Modernidad, que es el cambio del saber del siglo XIX. La psicología marca el comienzo de la modernidad con la aparición de la forma hombre que es el acontecimiento arqueológico que permite el cambio de espíteme.

En la Modernidad el hombre funciona como a priori de cualquier discurso empírico sobre el hombre. Las CH del XIX no nacen como heredadas de algo anterior, no heredan del XVIII un espacio prescripto vacío que debe ser llenado; Las ciencias humanas surgen cuando se toma al hombre como objeto de estudio. En la época clásica el hombre no existía (tampoco la vida, el lenguaje o el trabajo) la decisión de hacer pasar al hombre del lado de los objetos científicos es una revolución en el orden del saber. Cada CH aparece por un problema, una exigencia, un obstáculo teórico o practico, la sociedad industrial constituye la psicología como ciencia, la inestabilidad de la posrevolución francesa produce la sociología. Esto se produce en una redistribución general de la episteme cuando, abandonando el espacio de la representación, los seres se alojaron en la profundidad de la vida, la riqueza en las formas de producción, las palabras en el devenir de los lenguajes. Pero, dado al mismo tiempo la teoría general de la representación desapareció y se impuso la necesidad de interrogar al ser del hombre como fundamento de todas las positividades, no podía faltar un desequilibrio: el hombre se convirtió en aquello a partir de lo cual todo conocimiento podía constituirse en su evidencia inmediata y no problemática. El hombre empírico pasa a posibilitar el saber empírico pero al mismo tiempo es el que autoriza a poner en duda todo conocimiento del hombre. De allí esa doble e inevitable disputa:

  1. Las ciencias del hombre que pretenden fundamentar las ciencias duras y éstas que intentan fundamentarse en contra de todo psicologismo y sociologismo
  2. La filosofía que acusa de ingenua la pretensión de las CH de autofundamentarse y las CH que reclaman al hombre como su patrimonio.

En la época clásica el campo del saber era homogéneo. Todo conocimiento procedía al ordenamiento por el establecimiento de las diferencias y definía las diferencias por la instauración de un orden, largas cadenas, pretendidamente exhaustivas, ordenaban las diferencias. Es decir, en la época clásica el conocimiento era pensado como algo homogéneo, era la matesis (una sola ciencia universal del hombre). Pero en el siglo XIX el campo epistemológico se fracciona porque surgen las ciencias especig¡ficas y se redistribuyen sin una lógica matematica. El campo de la episteme moderna ya no se ordena según el ideal de matematización clásica llenando de empiria una serie de espacios formales. La ciencias humanas dentro de la episteme moderna son parte de un campo heterogéneo, voluminoso, abierto pero articulado en tres dimensiones:

  1. matemáticas y física que se ordenan deductivamente
  2. ciencias (lenguaje, vida, producción y distribución de riquezas) que relacionan elementos discontinuos pero análogos, de tal modo que pueden establecer entre ellos relaciones causales y constantes de estructura. Estas dos primeras dimensiones se relacionan en la posibilidad de matematizar la vida, la riqueza y el lenguaje.
  3. la filosofía que como pensamiento de lo mismo, traza un plan común con la biología, economía y lingüística, generando ontologías regionales y otro plan común con la matemática para formalizar el pensamiento.

Las ciencias humanas están excluidas de este triedro epistemológico, ya que no se las puede encobtrar en ninguna de las dimensiones. Pero de alguna manera puede decirse que están incluidas.

El triedro del saber es la tesis que Foucault propone para un darle lugar epistemológico a las ciencias humanas que no son ciencias naturales, no son cuantificables y que tampoco son especulaciones filosóficas. Todo este campo es heterogéneo, en el  se articula las tres dimensiones para explicar la episteme moderna.

En este triedro se ubican a las ciencias formales, y las ciencias humanas se ubican en los intersticios que quedan  entre uno y otro orden, se tocan pero ocupan otro lugar. No son ciencias, son saberes. El saber da lugar a las disciplinas y las ciencias humanas son disciplinas. Aquí se desplazan nebulosamente las CH, secundariamente al riesgoso psicologismo o sociologismo, lo que en una palabra podría llamarse “antropologizacion”, que es en nuestros días el gran peligro interior del saber. Las CH son intermediarios peligrosos en el espacio del saber (ya que representan algo así como una amenaza permanente para todos los otros saberes)

Pero a decir verdad, esta postura misma las entrega a una inestabilidad esencial, lo que explica la dificultad de las CH, su incertidumbre como ciencias, su peligrosa familiaridad con la filosofía que denuncia la complejidad de su configuración epistemológica. 

La forma de las Ciencias Humanas

En las CH se observa un retiro de la mathesis, la desmatematización propugna una liberación de las empiricidades y paradójicamente una aplicación de las matemáticas a ámbitos imprevistos (ej.: biología). El retiro de la mathesis es lo que permite que aparezca el hombre como objeto del saber: un ser empírico-trascendental siempre entramado con lo impensado, separado de su origen.
Las relaciones entre CH y matemáticas son poco problemáticas, son más claras, mas serenas y en cierta forma más transparentes. El problema se da en las relaciones de las CH con la filosofía y el triedro biología-filología-economía. Las CH estudian al hombre en la medida en que éste vive, produce y habla pero el hombre no reduce su “funcionamiento” al modo biológico, comunicativo y productivo. El hombre es para las CH el ser que posee la extraña capacidad de poder representarse la vida, la riqueza y el lenguaje. El objeto de las CH no es la vida, la riqueza o el lenguaje, las CH humanas no estudian la vida sino el saber sobre la vida, etc., reconducen subrepticiamente a las ciencias de la vida, el trabajo y del lenguaje al lado de esta analítica de la finitud que nuestra cómo puede el hombre habérselas en su ser con esas cosas que conoce y conocer esas cosas que determinan en la positividad su modo de ser. Lo propio de las CH no es la dirección del contenido sino un carácter puramente formal, el simple hecho de que están en relación con las ciencias a las que el ser humano se da como objeto, en una posición de duplicación, un desdoblamiento sobre sí (siempre es posible hacer de las ciencias humana, la psicología de la psicología, etc.) LAS CH ESTAN EN UNA RELACIÓN HIPO-EPISTEMOLÓGICA: hunden al hombre que toman por objeto, al aldo de la finitud, de la relatividad, de la perspectiva, lo hacen inaccesible. La invencible impresión de vaguedad, inexactitud, imprecisión de las CH es epifenómeno de aquello que permite definirlas en su positividad.

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