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Freud Y Los Sistemas Motivacionales

chely0413 de Abril de 2015

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FREUD Y LOS SISTEMAS MOTIVACIONALES

El tema del apego y la sexualidad puede enfocarse desde el psicoanálisis.

El estudio de este tema tiene implicaciones teóricas y clínicas. Puede servirnos también para promover el goce y bienestar sexual.

Deberíamos también establecer dos áreas de estudio. Un área es la de las relaciones de pareja y otra es la de la conducta sexual. Como lo dictan nuestra experiencia y sentido común, la conducta sexual ocurre dentro y fuera de las relaciones de pareja, de manera que una no depende siempre y necesariamente de la otra.

El estudio de la sexualidad debería empezar con el estudio de los sistemas motivacionales.

Como bien sabemos, el psicoanálisis basa su estructura teórica en su teoría pulsional, la cual es una teoría de la motivación. Así ha sido desde las propuestas iniciales de Freud.

De manera similar, podríamos decir que la teoría del apego – a la cual podríamos definir como paradigma psicoanalítico – es también una teoría motivacional.

En el marco de los nuevos estudios y taxonomias de la motivación, el apego y la sexualidad son dos fuerzas diferentes.

En otras palabras, se puede afirmar que el núcleo de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud gira entorno de la motivación humana, más concretamente, de la presencia de motivaciones inconscientes que determinan nuestras decisiones y nuestros actos.

La palabra alemana que utilizó Freud para referirse a la motivación humana fue la palabra Trieb; aunque generalmente se ha traducido por 'instinto', su traducción más adecuada y precisa es 'pulsión'.

La pulsión es un impulso que no está fijado y determinado como lo está el instinto. La pulsión, a diferencia del instinto, es moldeable y flexible.

La pulsión es una tensión creciente que busca su distensión a través de una descarga que provoca placer.

Si bien se ha dicho que para Freud la pulsión que hace mover

fundamentalmente el hombre es la sexualidad y de aquí proviene la crítica

de su “pansexualismo”:

1º) La reducción de la sexualidad a genitalidad. Se pierde el valor

simbólico de la sexualidad que la une en tantas culturas a un significado de

trascendencia, a los valores psicológicos ligados a la construcción de la

intimidad humana y a los relacionales que llenan de contenidos personales

la relación hombre-mujer.

2º) El tratamiento de tal sexualidad como objeto de consumo . Por tanto,

los criterios para su realización serán los mismos que rigen cualquier

consumo: cuanto más, más rápido y más intenso sea el placer, mejor el

sexo. Sólo puede convertirse en tal objeto utilizable una sexualidad tan

pobre como la genital.

3º) Que reclama la presencia de la genitalidad y su consumo como normal

en cuanto hecho e incluso como buena como tendencia social. La

sexualidad entendida como excitación genital se convierte en un fin en sí

misma, que estará reforzado por la obsesión sexual que tenga cada

persona.

Freud preferentemente habla de una pulsión más amplía que la sexualidad

y que llama libido. Por otra parte, a lo largo de su vida, Freud hizo y rehizo

su teoría de las pulsiones y pueden definirse tres o cuatro etapas o

versiones de su teoría. Esto hace aún más impreciso afirmar que la pulsión

que hace mover fundamentalmente al hombre es la sexualidad.

La primera teoría pulsional aparece en Freud en 1905 en sus “Tres ensayos

sobre una teoría sexual”. Ahí él propone dos pulsiones: pulsión sexual y

pulsión de autoconservación.

«La libido -dice Freud- es una pulsión, Una energía pulsional relacionada

con todo aquello susceptible de ser comprendido bajo

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