La escisión del objeto fálico
christina21Trabajo19 de Abril de 2022
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La escisión del objeto fálico
C.F.
En Posición del inconsciente, Lacan escribe, con un valor de subtítulo, que la continuación de su escrito nos enseñará por qué Freud funda la Ichspaltung en una escisión del objeto fálico y no del sujeto (Écrits, Seuil, París, 1966, p. 842). Al operar con su propia pérdida, el sujeto ataca la cadena significante y produce un retorno de la alienación en el movimiento de separación (Écrits, p. 844, p.e.). La estructura de borde del objeto y la pulsión –el mito de la lamelle– siguen en el texto, hasta su nota final, de características restrictivas (ibíd., p. 850). Dos faltas concurren. Por un lado, la del viviente y por otro, la que habita en el deseo del Otro. Con anterioridad, el inconsciente, en el párrafo decisivo de este escrito, es definido como corte en acto.
¿Cómo entender la escisión del objeto fálico en este contexto? Si partimos del objeto como borde la cuestión comienza a aclararse. El corte entre el objeto y el cuerpo (la zona erógena y también la estructura del significante, es decir, su intervalo) es correlativo. Lo que figura por fuera del objeto, el exterior que circunscribe si lo invertimos, es homólogo a la falta que se instala en el Otro. El tema es conocido al menos desde Subversión del sujeto: la delimitación de la zona erógena “halla favor de un rasgo anatómico, de un margen o un borde” (ibíd., p. 817); y “el rasgo del corte no es menos evidentemente prevalente en el objeto” (p. 817). Insistimos, en un caso el corte (supongamos un círculo) contiene su interior; en otro, su exterior.
Encontramos así al objeto subtendido por la falta –que le es propia, hay que señalarlo– y valiendo en los dos sentidos. Pero resta el problema que trae la nota final del texto: “[La demostración sobre el (a)] no hemos podido extenderla hasta ese punto que constituye su interés crucial, a saber, el objeto (menos fi) en tanto que “causa” del complejo de castración” (ibíd., p. 850).
El desarrollo que falta aquí, aunque relativamente contemporáneo de este escrito, se halla en el seminario XIII: el grupo combinatorio. De modo que la nota de Lacan, restrictiva como habíamos señalado, toca también a fortiori a la escisión del objeto. Sin la referencia a la estructura de grupo que hace al objeto (a) y su relación con la pulsión (cf., asimismo, Télévision, Seuil, París, 1974, pp. 42-43), y que se demuestra en parte por su conformación como un borde, la demostración no está completa.
Recordemos una vez más nuestro ejemplo de Las estaciones de Arcimboldo. Que los frutos, en su disposición, conformen el contorno del retrato provee una imagen que permite aprehender la cuestión en juego. Si identificamos los frutos con el (a) y el perfil ausente del retrato con menos fi, obtenemos la estructura combinatoria del (a): se produce una falta, que notamos menos fi. Esto permite acceder desde otro ángulo y con mayor precisión a la escisión del objeto fálico.
La construcción es de importancia mayúscula. Sin ella no es posible intentar una lectura correcta de Proposición, por ejemplo; como tampoco trazar el recorrido de los primeros quince seminarios, que forman sistema (todo el psicoanálisis en intension está allí).
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