Los trastornos de ansiedad

De acuerdo a las investigaciones se ha reconocido que los trastornos de ansiedad pueden aparecer en la niñez hasta un 75% hacia los 11 años de edad, que mantienen un curso de deterioro en la adolescencia y la adultez, y que se relacionan con problemas como las bajas calificaciones escolares, escasa interacción social y aislamiento. Sus comorbilidades en la niñez más frecuentes son la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el trastorno de conducta y el abuso de sustancias. (Hernández-Guzmán, Bermúdez-Ornelas, Spence, González Montesinos, Martínez-Guerrero, Aguilar Villalobos & Gallegos Guajardo, 2010).

En Colombia cuando los niños o adolescentes muestran síntomas de ansiedad se consulta en primera medida al pediatra y por lo general no se da trascendencia a estos temores irracionales. Todo esto acompañado de síntomas fisiológicos como cefalea, dolor abdominal, irritabilidad y llanto que son interpretados como una forma de desobediencia y manipulación, cuando realmente es la manifestación del miedo o la ansiedad y el esfuerzo del niño por alejarse de la situación o el estímulo causante de la ansiedad. (Ospina-Ospina et al., 2011)

La ansiedad infantil así como el diagnostico de otros trastornos mentales en niños y adolescentes es un desafío para los profesionales de la salud, debido a los comportamientos atípicos de estos cuadros en este grupo de edad. De acuerdo a Ospina-Ospina et al. (2011) La mayoría de los profesionales de la salud consideran que los síntomas se presentan solo en personas adultas y los comportamientos que se evidencian en los niños o adolescentes obedecen a motivos secundarios como llamar la atención o querer manipular su entorno psicosocial.

La evaluación de la ansiedad es un terreno que necesita ser claro y concreto en el momento de realizar los diagnósticos, actualmente existen distintas estrategias que permiten realizar este proceso, siendo la entrevista y los cuestionarios las herramientas más utilizadas.

Las entrevistas diagnósticas estructuradas se consideran como la mejor herramienta diagnóstica, aunque su uso en la práctica clínica presenta serios problemas, debido a que se necesitan entrevistado¬res bien formados y bastante tiempo para su aplicación. Por otro lado los cuestionarios e inventarios permiten evaluar los pensamientos subjetivos no observables y las experiencias emocio¬nales directamente, siendo más fácil el proceso de empleo y de estandarización (Carrillo, Godoy, Gavino, Noguera, Quinteros & Casado, 2012).

...