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MALTRATO INFANTIL


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  2.430 Palabras (10 Páginas)  •  261 Visitas

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MALTRATO INFANTIL

Hoy en día los seres humanos vivimos una cultura de violencia a veces peor que las fieras salvajes “la ley del más fuerte”, esto es muy doloroso puesto que supuestamente somos los seres más inteligentes de este planeta, sin embargo la conducta no siempre refleja la inteligencia que poseemos.

Cuando nos encontramos ante la violencia, que es la manifestación más primitiva de la agresión, estamos ante la ruptura del ordenamiento producido por el desarrollo social, el maltrato infantil es un fenómeno complejo de la sociedad que se conoce desde la antigüedad, englobando a cualquier grupo socioeconómico y dando como resultando población vulnerable en edades extremas.

Podemos tomar como referencia a La Biblia donde recoge muchos ejemplos, y tal vez el más conocido sea la Matanza de los Inocentes, ordenada por Herodes, temiendo el nacimiento de Jesús, Rey de los Judíos.

Para mí el maltrato hacia los niños es una problemática psicosocial que afecta a todos los países del mundo y a todas las clases sociales. Es producto de múltiples factores asociados y tiene consecuencias importantísimas en el desarrollo posterior de los sujetos. La conceptualización del maltrato Infantil es relativamente reciente, a pesar de que la violencia ejercida sobre los más indefensos ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad.

En la actualidad se mantiene vigente el problema y en relación con el niño pueden darse situaciones diversas pues suele ser un hijo no deseado, con peculiaridades que no satisfacen las expectativas de los padres: sexo no deseado, irritable, desobediente, con presencia de discapacidades, difícil de educar, demandante, enfermizo, con alto nivel de actividad motora. Con mayor frecuencia son varones y menores de 5 años los más susceptibles al maltrato físico, mientras que son las niñas en edad escolar las que más sufren el abuso sexual.

El infanticidio es uno de los actos más violentos practicados sobre los niños y aceptado en tiempos remotos por motivos religiosos o disciplinarios, la violencia implica una regresión al narcisismo primitivo y su omnipotencia. Se regresiona desde la posibilidad de utilizar las palabras como medio de comunicación, a situaciones donde esta no tiene lugar y es suplantada por acciones enajenadas de sentido, o por palabras utilizadas a modo de actos.

Freud afirma que el desamparo inicial del ser humano, es la fuente principal de todas las motivaciones morales. La traumática desproporción hace que el infante humano sobrevalore al objeto, generándose la necesidad de ser amado. La subjetividad humana se funda en esta desigualdad, a partir de las primeras experiencias de satisfacción y dolor.

En virtud del interjuego con el objeto se generará la inscripción de estas experiencias en estratos del psiquismo más diferenciados, y la paulatina discriminación respecto del objeto, siempre y cuando este objeto introduzca significación y sentido a estas experiencias.

Esto posibilitará el pasaje en la constitución del yo y el establecimiento del juicio de realidad. Este proceso es consecuente con la confirmación del Ideal del Yo, complejo de castración y sepultamiento del complejo de Edipo. El Ideal del Yo, donde se reúnen la subjetividad y la cultura y posibilitan una serie de identificaciones con ideales que van más allá de las figuras paterna o materna.

Creería que las manifestaciones de violencia producen rupturas libidinales en distintos ámbitos que marcan directamente al niño desde su llegada al mundo, provenientes de la estructura y funcionamiento familiar, de los modos vinculares de los progenitores para con el niño. El abandono emocional por ejemplo se vive como una catástrofe y configura un trauma narcisista que conlleva la pérdida de amor y la imposibilidad de construir el sentido de su ser y significación de los elementos externos y de su vida de cuerpo, goce y deseo.

Estas experiencias quedan en el inconsciente como agujeros psíquicos; van a asemejarse con el niño liberándose grandes montos de agresión que repetirá en sus vínculos de adulto, tomando a los otros como aquel objeto anhelado y alguien en quien vengarse.

Bajo la presión de la compulsión de repetición operante, buscará objetos y situaciones con los cuales reeditar el vínculo decepcionante primario que tuvo, siendo todas estas modalidades las que van a marcarse en las futuras relaciones con los otros.

Hablar de Edipo desde el psicoanálisis, es referirse a las múltiples formas de organización como la familia, considerada como diversos modos de expresiones de conflicto entre sistemas o peticiones a partir de la cual se funda y transmite el deseo, fantasma, narcisismo, elección de objeto.

Lo que encuentro como antecedentes respecto a las conductas violentas (golpes y otros modos graves de manifestaciones de la violencia en la familia) se refiere a situaciones de abandono o graves dificultades en la constitución de la subjetividad, en la constitución narcisística del yo y de identificaciones que otorguen una identidad, pertenencia y sean marcas de diferencias de las generaciones así como de la diferencia de los sexos. Se trataría de la vivencia de privaciones vividas con mucho dolor u horror que no tuvieron un examen psíquico.

Por todo esto se puede aclarar que el problema de la violencia familiar no se refiere a una determinada estructura psicopatológica. Los padres maltratantes pueden serlo hasta personas en estado de extremo stress hasta las más graves patologías, haciendo variar los grados de maltrato donde niño deja de ser visto por sí para encarnar solamente personajes internos del adulto, lo que implica que no es tolerada su presencia como un otro para el narcisismo paterno que se resiste a abandonar su posición infantil.

El riesgo aumenta cuanto más se vivencia al niño como una exigencia más en la serie de exigir más que padecen los padres, sea desde lo real como desde lo ideal. Lo siniestro es que los padres, como primeros cuidadores de la vida del niño, se conviertan en amenaza o peligro para el mismo.

Es traumático cuando el niño está sometido a constantes e imprevisibles descargas agresivas que no puede significar. Así quedarán percepciones que no pudieron ser significadas y que retornarán reclamando lazos. El niño descargará tensiones en llanto incesante, irritabilidad, constantes demandas, agresión, etc. Sin lograr la integración paulatina con los aspectos del amor.

El desborde compulsivo lleva a todos a la angustia de pérdida de límites, surgiendo la confusión para el niño de la incertidumbre de lo vivido, sobre quién le pegó, la causa, que puede llevar al total sometimiento al estilo de "por mi culpa", "porque fui malo", "por lo que pedí

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