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Neutralidad abstinencia


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2015  •  Monografías  •  1.698 Palabras (7 Páginas)  •  82 Visitas

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En el siguiente trabajo se definirán los términos de abstinencia, neutralidad y deseo del analista, articulando los mismos con fragmentos de casos clínicos vistos a lo largo de la cursada.

Las indicaciones referidas a la técnica analítica son abordadas por Freud a lo largo de toda su obra.

Comenzaremos abordando el principio de abstinencia, el cual se articula, en primer lugar, al estado de privación en el que debe desarrollarse la cura analítica. La cual, en términos freudianos, reside en negar al paciente lo que éste demanda. Es decir, guardarse de brindar satisfacción a las diferentes demandas que el paciente, en trasferencia, pueda hacerle, con el objeto de “dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo” (Freud, S. (1915) p. 168). Abstenerse de sugestionar, de dar sentido.

Freud va a decir en Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica que “la actividad del médico debe exteriorizarse en una enérgica intervención contra las satisfacciones sustitutivas (…) el enfermo busca la satisfacción sustitutiva sobre todo en la cura misma, dentro de la relación de transferencia con el médico (…) lo adecuado al fin es, justamente, denegarle aquellas satisfacciones que más intensamente desea y exterioriza con mayor urgencia (…) en la cura es preciso mantener el estado de privación” (Freud, (1918) P.159)

 El analista, entonces, deberá comportarse de modo tal que el analizado no encuentre satisfacciones sustitutivas a sus síntomas en análisis, por la vía de la renuncia a satisfacer demandas del paciente; absteniéndose también de desempeñar los papeles que constantemente éste le ofrecerá como efecto de fenómenos transferenciales.

En relación a esto podemos ejemplificar con el caso “J” (19 años) quien tiene dificultad para rendir exámenes, deja todo para último momento, tiene angustia referida a lo que los otros piensan de ella. Un suceso clave fue el regreso de su hermana mayor al hogar.  “J” comenta que su mamá opina que “M” (su hermana) “no hace nada” y que “R” (su otra hermana) es “muy mandona”.

 “J” expresa: -De mí no sé qué piensa… pensé mucho en qué pensará… sigo sin saber ¿se lo tendré que preguntar?-

Ante esta pregunta, la psicóloga contesta: -alguna idea debes tener-.  “J”, explaya: -Soy buena, simpática, abuso de mi bondad- lo que permitió seguir abriendo interrogantes en relación a sus dichos. Podemos observar, entonces, que la psicóloga interviene sin responder a la demanda del qué hacer. Y al abstenerse de otorgar significado permite que se asocien otros significantes, que aparezcan nuevos que antes no estaban.

Me parece importante destacar esta intervención, ya que vemos que Freud pesquisa como primordial el que deba seguir existiendo alguna insatisfacción que pueda seguir operando como motor de la cura y aquí podemos observar cómo el denegar las satisfacciones sustitutivas propicia la pregunta por el deseo, causando al sujeto que es convocado a responder.

   Por otro lado, en relación al concepto de neutralidad analítica, Freud hace referencia a ésta como otra de las cualidades que definen la actitud del analista durante la cura. Éste no debe emitir juicios de valor, debe ser neutral en cuanto a los valores religiosos, morales y sociales. Es decir, no dirigir la cura en función de un ideal cualquiera, y abstenerse de todo consejo; neutral con respecto a las manifestaciones transferenciales, lo que habitualmente se expresa por la fórmula “no entrar en el juego del paciente”; por último, neutral en cuanto al discurso del analizado, es decir, no conceder a priori una importancia preferente, en virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un determinado tipo de significaciones. Freud en su texto explaya claramente lo dicho anteriormente: “No sé cómo encarecería bastante a mis colegas que en el tratamiento psicoanalítico tomen por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos y aun su compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte. (…) aquella frialdad de sentimiento que cabe exigir del analista se justifica porque crea para ambas partes las condiciones más ventajosas: para el médico, el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva; para el enfermo, el máximo grado de socorro que hoy nos es posible prestarle”. (Freud, (1912) P. 114-115) No mucho más adelante, en 1913, Freud va a indicar que la neutralidad es una condición para facilitar la transferencia, y que una actitud moralizante o reproductora de una de las partes en conflicto (como por ejemplo jugar el rol de los padres o el papel del cónyuge), es perjudicial para la continuidad del tratamiento. A modo de ejemplo puedo citar el Caso “G” (4 años) y la posición que la analista sostiene al comentarle al padre de ésta que para “G” él es muy importante, que ella siempre habla de él. Despojándose de una actitud moralizante que quizás uno puede tener acerca de un padre ausente que hace diferencia entre sus hijas, sosteniendo una posición neutral, habilitando un espacio. Podemos observar aquí lo importante y fundamental de esta intervención, el movimiento subjetivo y generacional que se produjo allí, tanto de parte del padre, quien le da su apellido a “G” (esto permite ordenar lugares: “Ahora las siento mis hijas, antes eran las hijas de A”) y de parte de “G”, donde se puede observar que ceden los síntomas al incorporarse una terceridad que le permite salir del circuito de la demanda, porque un padre se había construido, porque encuentra un lugar en el Otro.

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