Obra Sigmund Freud
suuz13 de Junio de 2015
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cuales Charcot sustentó con éxito su relación con la histeria. ,
Después que las últimas extensiones del concepto de la histeria hubieron llevado tan a menudo
a desestimar diversos diagnósticos etiológicos, nació la necesidad de profundizar en la etiología
de la histeria. Charcot propuso para ella una fórmula simple: la herencia cuenta como única
causa; de acuerdo con ello, la histeria es una forma de la degeneración, un miembro de la
«famille névropathique»; todos los otros factores etiológicos desempeñan el papel de causas de
oportunidad, de «agents provocateurs». (ver nota)(16)
Desde luego que este gran edificio no se pudo erigir sin desatar una contradicción violenta, pero
eran las objeciones infecundas de una vieja generación que no quería saber nada de alterar sus
opiniones; los más jóvenes entre los neuropatólogos, incluso en Alemania, aceptaron en mayor
o menor medida las doctrinas de Charcot. Este último estaba totalmente seguro del triunfo de
sus doctrinas acerca de la histeria; si se pretendía objetarle que los cuatro estadios del ataque,
la histeria en varones, etc., no se observaban fuera de Francia, aducía permanentemente que él
mismo había pasado por alto esas cosas y repetía que la histeria era idéntica en todas partes y
en todos los tiempos. Frente al reproche de que los franceses eran una nación mucho más
nerviosa que otras, y de que la histeria constituía por así decir una mala costumbre nacional, se
mostraba muy susceptible, y pudo alegrarse mucho cuando cierta publicación «sobre un caso
de epilepsia refleja» en un granadero prusiano le posibilitó diagnosticar a la distancia una
histeria.
En un punto de su trabajo superó Charcot aun el nivel de su restante tratamiento de la histeria y
dio un paso que le asegura para siempre la fama de ser el primero que explicó la enfermedad.
Empeñado en el estudio de las parálisis histéricas que se generan después de traumas, se le
ocurrió reproducirlas artificialmente luego de haberlas diferenciado con esmero de las parálisis
orgánicas. Para ello se valió de pacientes histéricos a quienes ponía en estado de
sonambulismo mediante hipnosis. Consiguió demostrar, con un razonamiento sin lagunas, que
esas parálisis eran consecuencia de representaciones que en momentos de particular
predisposición habían gobernado el cerebro del enfermo. Así quedaba esclarecido por primera
vez el mecanismo de un fenómeno histérico. Y esta magnífica pieza de investigación clínica fue
retomada después por su propio discípulo Pierre Janet, así como por Breuer y otros, para
esbozar una teoría de la neurosis que coincide con la concepción medieval tras sustituir por una
fórmula psicológica el «demonio» de la fantasía eclesiástica.
Que Charcot se ocupara de los fenómenos hipnóticos en histéricos redundó en el máximo
beneficio para este ámbito significativo de hechos hasta entonces descuidados y despreciados,
pues con el peso de su nombre aventaba de una vez para siempre toda duda en la realidad de
los fenómenos hipnóticos. No obstante, este tema psicológico puro no era conciliable con el
tratamiento exclusivamente nosográfico que recibió en la escuela de la Salpétrière. La limitación
del estudio de la hipnosis a los histéricos, el distingo entre hipnotismo grande y pequeño, la
formulación de los tres estadios de la «gran hipnosis» y su singularización mediante fenómenos
somáticos, todo ello perdió en la estima de los contemporáneos cuando Bernheim, discípulo de
Liébeault, comenzó a edificar la doctrina del hipnotismo sobre tina base psicológica más amplia
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