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Ontologia

azteca77714 de Septiembre de 2012

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I. Antecedentes

Actualmente se está desarrollando en Chile una disciplina denominada ontología del lenguaje. La ontología del lenguaje ha sido elaborada por el doctor en Filosofía del Lenguaje el Chileno Fernando Flores quien la denominó diseño ontológico y fue desarrollada por el sociólogo y filósofo chileno Rafael Echeverría quien ha acuñado el nombre y ha escrito el libro llamado “Ontología del Lenguaje” en 1994. En síntesis la ontología del lenguaje tiene tres postulados: a) los seres humanos son seres lingüísticos, que es lo que nos hace particulares; b) el lenguaje es generativo, crea realidades y logra que las cosas se hagan y da lugar a la conducta por la cual devenimos como tales; c) los seres humanos se crean a si mismo en el lenguaje y a través de él, lo que decimos o callamos incide en nuestro actuar y nos vamos creando el devenir (por ejemplo al decir “no”) y damos forma a nuestra identidad a nuestro entorno.

Si bien el tema ya lo conocía, una asesora antropóloga me entrego el libro “Ontología del Lenguaje” del Dr. Rafael Echeverría, de los cual acordamos revisar el Capítulo 3 relativo a “Los Actos Lingüísticos Básicos”. He aquí mis reflexiones sobre el tema.

II. Reflexiones sobre el texto.

Antecedentes. (Pág.69, 70, 71)

En esta primera parte el señor Echeverría nos introduce en su tesis dejando de lado el aspecto ontológico del lenguaje (lenguaje como tal) y entra derechamente en el “contenido” del lenguaje y su ámbito de acción. Para ello aplica un criterio temporal en el desarrollo y evolución del lenguaje, estableciendo un antes y un después cuyo hito sería la segunda mitad del siglo XX con las ideas Ludwig Wittgenstein. Sin embargo, pareciera ser que el antes y el después no debería recaer en el lenguaje en sí como entidad, sino en la interpretación o conocimiento que de él hacemos desde una óptica filosófica.

El calificar al “lenguaje” como tradicionalmente pasivo y descriptivo significaría desconocer los grandes acontecimientos de la historia occidental que se han fundado precisamente en el lenguaje generativo como el arma más poderosa de seducción, persuasión y sometimiento. Si el lenguaje no hubiera sido generativo Platón jamás hubiera elaborado su teoría de las ideas plasmada en la “alegoría de la caverna” de su libro “La República”, pues para Platón el observante no “descubre” objetos reales, sino que los “reconoce” según las ideas de la realidad que vienen con él desde su nacimiento, de otra forma, el ser humano jamás podría representarse en su mente una realidad perfecta si sólo se limitara a describir dicha realidad, sino que al contrario, la describe y la coteja con el ideal de perfección que anida en su inconciente y esto no es otra cosa que un leguaje generativo. Asimismo junto a Sócrates desarrolló una metodología de acceso al conocimiento conocida como “dialéctica”, en cuyo caso el lenguaje tampoco es pasivo sino generativo.

En el ámbito normativo y del Derecho el lenguaje y los juicios de valor jamás han sido pasivos o descriptivos, sino todo lo contrario, el lenguaje del Derecho es siempre un juicio del “deber ser” y, por lo tanto, generativo, determinando (como lo señala la ontología del lenguaje) el “devenir” de los individuos sujetos a esas normas, la disposición idiosincrásica de los antiguos habitantes al derecho dio lugar a grandes portentos como las codificaciones nacidas del Derecho Romano y los antiguos Códigos y leyes que hasta hoy nos rigen.

En el ámbito religioso, el carácter generativo del lenguaje como creador de realidades dio a luz a la más grande creación metafísica, mental e ideológica abstraída absolutamente de pruebas empíricas como es el cristianismo, no nos cabe ninguna duda que la ontología del lenguaje fue creada (con otro nombre seguro) por los padres de la iglesia. Asimismo, las ideologías que gestaron las doctrinas protestantes, la revolución Francesa y las luchas nacionalistas se fundan en la retórica activa de quienes tenían el monopolio del buen “lenguajear”.

Por otra parte, creo que dentro de la fundamentación de la tesis de la ontología del lenguaje se omite, desde un punto de vista antropológico, el lento desarrollo de la “capacidad de abstracción” del ser humano. El dicho: “como puedo saber lo que pienso, sino hasta escuchar lo que digo” se vuelve trascendente para la comprensión de la realidad y con mayor razón para la creación o generación de ella, en efecto, la creación o representación mental de objetos ideales y abstractos como los razonamientos, los silogismos, la representación de ideas, números y figuras geométricas en la mente aún está en proceso de desarrollo y constituye uno de los grandes escollos en la comunicación y lenguaje de grupos de personas heterogéneos y de diversa formación profesional. La falta de capacidad de abstracción junto a los modelos mentales que forman parte de nuestra sociedad es la principal fuerza negativa al entendimiento efectivo, muchas discusiones y divergencias se dilatan por la falta de capacidad de abstracción de las “ideas”, entendiendo por tales aquellas que se gestan en la mente, es un hecho que muchas personas intentan “cosificar” las ideas o quieren graficarlas en una papel, con ejemplos concretos, o algo que permita visualizar los razonamientos.

Por todo lo anterior, estimamos que zanjar un antes y un después del lenguaje a partir de ésta tesis, no resulta del todo acertado, pues el lenguaje como entidad generativa siempre ha existido.

Los actos lingüísticos.(p. 71 y ss.)

a) Afirmaciones.(p.72 y ss.)

Lo primero que nos interesa sobre este tema es la validación de todo lo que el señor Echeverría escribe en el párrafo sobre las “afirmaciones” ya que lo que él dice no es ni verdadero ni falso, sino una vez corroborado.

Desde el punto de vista semántico la expresión afirmación viene del verbo afirmar que significa poner firme, dar firmeza o asegurar o dar algo por cierto (Diccionario de la RAE), lo cual no coincide exactamente con las ideas del señor Echeverría aunque no desconocemos que para efectos de la disciplina de la ontología del lenguaje debe consensuarse un argot o set de términos técnicos que nos ayuden a comprender y a identificar mejor los fenómenos del lenguaje.

En la clasificación tradicional del lenguaje se conocen cuatro tipos, a saber: lenguaje informativo, expresivo, interrogativo, u operativo. La “afirmaciones” son coincidentes con lo que conocemos como lenguaje informativo, de hecho el señor Echeverría la llama también descripciones. Ahora bien, se visualiza que el lenguaje “informativo” es un género y las afirmaciones y descripciones serían una especie de este género, en otras palabras serían subdistinciones del lenguaje informativo. La diferencia estriba en la disposición del sujeto “observante” ante la realidad, así al “describir” la realidad (mundo) el observante “informa” los objetos, hechos o situaciones que están fuera de él sin emitir juicios valóricos, sólo describe. Desde esta óptica cobran relevancia los estudios sobre las teorías de la “definición”, es decir, los métodos por los cuales podemos “definir o conceptualizar un objeto”, las llamadas definiciones denotativas (mostrar o indicar) resultan ser el método mas básico, si preguntamos a un niño ¿Qué es un árbol? el niño, sin decir palabra, indicará o mostrará con su dedo índice un árbol (definición denotativa), si hacemos la misma pregunta a un joven, podrá decirnos que árbol son el sauce, la acacia, el olivo, el pino etc., estamos aquí ante una definición por “extensión” donde se señalan varios casos pertenecientes a una misma especie; y finalmente alguien nos dirá que los árboles son seres vivos del reino vegetal compuestos de células, en cuyo caso estamos a una definición “sustantiva” donde se describe el objeto por su sustancia. Las definiciones, por tanto, nos proporcionan el tipo de lenguaje que nos permite “describir el mundo” sin juzgarlo. Y la “afirmación” vendría a ser la “información del mundo” desde la óptica particular del observante. Todo lo dicho por el señor Echeverría en este párrafo es efectivo, salvo en un detalle que no compartimos, en las afirmaciones no es el mundo el que determina las palabras como lo indica el autor, pues en la concepción actual de la realidad no existe un mundo interior y otro exterior, no existe una realidad objetiva, sino una multiplicidad de realidades generadas a partir de cada sujeto observante y según su estructura biológica, el biólogo Chileno Humberto Maturana nos ha enseñado que la realidad cambia en la medida que el sujeto observante tenga cambios “posturales”, es decir, la realidad no es absoluta sino en relación al sujeto y a su estructura orgánica, de manera que existirán tantas realidades como sujetos observantes. La física cuántica también nos ha enseñado que la realidad es múltiple.

La lógica por su parte también se hace cargo del lenguaje abordando las tres funciones básicas que son la función informativa, la función expresiva y la directiva, esta última genera conductas o causa acciones . Lo interesante de esta ciencia es que define las “falacias” que acusan un razonamiento incorrecto o “falso”, lo que incide directamente en el proceso de “corroboración” de la afirmación que indica Echeverría.

Sentado lo anterior, creo que es posible corroborar la “afirmación” que hace Echeverría del concepto “afirmación”, ya que no se escapa de los conceptos convencionales o semánticos. Por lo tanto, colijo de lo leído y apuntado precedentemente

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