Organización de la personalidad

Organización de la personalidad

Freud desglosa la personalidad en tres sistemas principales: el ello, el yo y el superyó y nos dice que para que una persona pueda ser considerada como “sana” esos tres aspectos deben de estar en equilibrio para que así la persona no manifieste problemas a la hora de relacionarse con su entorno, en caso contrario, si alguno de los sistemas llegase a tener mayor influencia sobre los otros dos se provocaría un desequilibrio y la persona presentaría problemas de adaptación.

El ello es considerado como un proceso primario pues es dominando por los principios de placer e instintos, el propósito de este sistema es aliviar la tensión a través del placer y esto lo hacer por identidades de percepción que son imágenes mnémicas. Si no existiera este proceso primario las personas no podrían satisfacer sus necesidades. Sin embargo a su vez necesita de un segundo proceso que lo conecte con el mundo externo puesto que el ello no tiene contacto con el exterior y por ende no puede ser modificado. Se dice que el ello es la realidad subjetiva de la persona, la parte inaccesible de la personalidad y que lo poco que se sabe de él  es lo aprendido a través de los sueños y los síntomas neuróticos.

El yo es el proceso secundario en el que sobresale el principio de realidad y su finalidad es ayudar al principio de placer a que sea satisfecho pero viendo de qué forma va a canalizar la energía sin dejarse llevar por los impulsos, sino más bien razonando un plan para poder resolver el problema. También es el mediador entre lo que desea el ello y lo que quiere imponer el superyó.

Y finalmente el superyó es donde gobierna la moral y lo ideal. Este tercer proceso es dónde se ven reflejados los valores e ideales de la sociedad y del cómo se transmiten todos esos conocimientos de padres a hijos.

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