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PSIQUIATRAS, PSICÓLOGOS Y OTROS ENFERMOS


Enviado por   •  27 de Diciembre de 2014  •  690 Palabras (3 Páginas)  •  234 Visitas

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PSIQUIATRAS, PSICÓLOGOS Y OTROS ENFERMOS

Las líneas que a continuación comenzaré a escribir no pretenden reescribir la obra de Rodrigo Muñoz Avia sobre los psicólogos y psiquiatras y no pretendo parafrasear su contenido ya que ello me llevaría a convertir esto en un documento irrelevante, de poco interés y con tintes de fastidio para aquellos que han leído dicho libro, lo que encuentro importante es rescatar la esencia de la presente obra, es decir, el mensaje central que desde mi apreciación Muñoz Avia quiso manifestar.

Solamente pido se me permita mencionar por única ocasión, una pequeña contextualización de lo que voy a plasmar en lo que resta de la presente redacción, con aspiraciones de autorreflexión acerca de la ardua, cansada, difícil, interesante, intrigante, apasionante, demandante labor que todo profesional de la salud debería cargar, no solo sobre sus hombros, que con un masaje se aligeraría su peso sino, en la totalidad de su Ser Bio-Psico-Social que como recompensa tendría la congruencia de sus acciones, la libertad de sus decisiones y la consciencia de sus imperfecciones. Lo anterior como complemento, sustento o fundamento de la preparación profesional que estamos dando por sobre entendido que se debe tener. Como consecuencia de lo ya mencionado cabe puntualizar y destacar que aquellas personas que se relacionen con alguien de dichas características, resultarían gratamente beneficiadas, muy concretamente sus pacientes.

En resumen muy general, en el contenido del libro se narra como es que el sujeto principal es abordado por su cuñado, que se dedica a la psiquiatría, para que trabaje un “problema” que le ha notado y a partir de ese momento circula por una gran diversidad de “especialistas”, con quienes le brotan gran cantidad de síntomas no percibidos por el sujeto como molestos hasta antes de la intervención del psiquiatra y que generan en él un sentimiento crónico de infelicidad. Con ésta aproximación hacia la historia del libro resulta conveniente analizar si el psiquiatra fue poco ético, por intervenirlo sin que haya sido solicitada su ayuda, lo que llevó al sujeto a padecer conscientemente sus conflictos.

Por otro lado el paciente era quien a pesar de todo, acudía por voluntad y decisión propia a las sesiones con los “especialistas”. Así que éticamente el psiquiatra actuó en donde consideró que existía un conflicto y canalizó cuando el paciente ya no se sintió cómodo con él. Sin embargo y a pesar de lo ya mencionado, tanto el psiquiatra como la psicóloga a la que acudió, terminaron por sesgar sus intervenciones y diagnósticos a causa de una mala contención y manejo de sus propios conflictos personales. Por ello es que intervenir psicológicamente a un familiar o pariente resulta casi inconcebible, absurdo e ineficiente, ya que se encuentran ligados sistémicamente.

Como bien sabemos, los seres humanos somos el fruto de una gran variedad de factores, fenómenos biológicos que en mucho predisponen o predeterminan una tendencia hacia ciertos patrones de pensamiento, que culminan la labor estableciendo conductas o comportamientos, que se ven transformados a sí mismos en factores generadores de otros fenómenos con impacto social, paradigmas que se reciclan de generación en generación. Las relaciones interpersonales que se desprenden del esquema anterior pueden favorecer la aparición de malestares clínicamente significativos en las distintas áreas de nuestras vidas, llevándolas día con día hacia una más notable disfuncionalidad.

Es aquí donde resulta no solo conveniente sino exigible el propio análisis terapéutico del terapeuta, del psicólogo, del psiquiatra, que la intervención externa sea la mano que vierte el agua para hacer brotar el aceite y separarlo del vaso para que el que beba de él resulte beneficiado y no con malestares intestinales que desencadenen síntomas, con sudoraciones expulsadas por cada poro del cuerpo, complicando la situación del sujeto que solo pretendía calmar su sed.

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