Pseudologia Fantastica
betocarpio4 de Marzo de 2013
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PSEUDOLOGIA FANTASTICA
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXIII - Nº 3 - 2001
Pseudología fantástica,
disociación y espacio
potencial en el tratamiento
de niños 1
Charles W. Dithrich, Oakland, CA
INTRODUCCION
En la mayoría de los tratamientos de niños sucede que cuentan
mentiras. Pueden ser mentiras grandes o pequeñas, mentiritas o
mentiras importantes, y ser distintas en cuanto a su función
defensiva, a los afectos y fantasías inconscientes que opacan y al
papel general que juegan en la personalidad del niño. La mayor
parte de nuestros pacientes infantiles en algún momento cuentan
mentiras de conveniencia, tales como: “Por supuesto que terminé
mis deberes”. Otros mienten para evitar el castigo: “No, esas
marcas en el brazo de mi hermano no son de mis dientes”. Estos
aspectos de la mentira pueden encontrarse en cualquier niño, sin
importar el diagnóstico. Las formas más severas de la mentira,
muchas veces acompañadas por acting out, tienden a ocurrir en
niños sociopáticos o con trastornos de carácter, y marcan un
abandono radical de la norma social.
Todas las mentiras descansan en la negación, se las utilice
contra fuentes externas o internas de ansiedad. Un niño puede
mentirle a sus padres sobre no pasar un examen, y así impedir las
consecuencias desagradables de la desilusión inevitable de sus
padres. La mentira funciona intrapsíquicamente ofreciendo protección
frente a los afectos dolorosos y las fantasías asociadas al
1 © Publicado en: The International Journal of Psycho-Analysis, 4, vol.72, 1991.
Presentado en la División de APA de encuentros psicoanalíticos. Marzo 1990. Nueva
York.
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fracaso de alcanzar metas internas. La mentira puede servir como
ataque desafiante, minimizando implícitamente la importancia
de los valores y las aspiraciones parentales. Las mentiras implican
secreto y por lo tanto exclusión. Las mentiras son por
definición intencionales, sin embargo pueden volverse respuestas
automáticas y caracterológicamente crónicas, a veces de un
modo tan extendido que el paciente puede comenzar a creer en
sus fabricaciones. Las mentiras se han vuelto tan entretejidas
dentro de la tela de la sociedad que el público en general las
espera y perdona, como vemos frecuentemente en la política.
PSEUDOLOGIA FANTASTICA
Una variante de la mentira que difiere en cierto modo de lo
mencionado hasta acá es la pseudología fantástica. La pseudología
fantástica comprende la representación de ciertas fantasías como
ocurrencias reales. Estas fantasías incluyen eventos dramáticos,
grandiosos y exagerados reconocidos conscientemente por el
paciente como falsos y sin embargo presentados como verdad.
El término pseudología fantástica parece haber caído en desuso
ya que en las últimas décadas hay pocas referencias respecto
a él. Quizá el más conocido es el trabajo de Fenichel de 1993, “El
aspecto económico de la pseudología fantástica”. Fenichel sintetiza
el papel defensivo de la pseudología en la negación de la
realidad desagradable y su reemplazo por otra mejor, y lo asimila
a la creación de recuerdos encubridores. Una diferencia importante,
por supuesto, es que el paciente cree que el recuerdo
encubridor es un reflejo preciso de la historia, mientras que la
pseudología fantástica es por lo menos parcialmente una construcción
mental consciente. La fantasía exagerada ayuda a mantener
el equilibrio narcisista, y da lugar a fantasías inconscientes
como hacen los sueños. Al discutir la negación, Fenichel ofrece
como fórmula del paciente: “Si es posible, hace que alguien crea
que las cosas no ciertas son ciertas, entonces también es posible
que las cosas ciertas, cuyo recuerdo me amenaza, no sean ciertas”
(p.133).
La ampliación de ciertas ideas de Winnicott y de Masud Khan
proporciona una visión distinta. En la perspectiva de estos autores,
la pseudología fantástica podría verse como la elaboración y
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la explotación del falso self (Winnicott, 1960), asegurando una
capa de secreto y privacidad al verdadero self subdesarrollado y
vulnerable. Como tal, protege al verdadero self del paciente de la
intrusión y la intromisión. El secreto que implica la pseudología
fantástica (compárese con Kahn, 1983) proporciona un área
inviolable donde la identidad subjetiva del paciente no corre
riesgo. Mientras puede parecer que la creatividad está en juego en
las fantasías que conforman la pseudología fantástica, la experiencia
del paciente es fundamentalmente esquizoide y disociativa,
y la reflexión acerca de sí mismo y la interpretación de la
experiencia subjetiva están limitadas o ausentes. En términos de
Winnicott (1971a), se utiliza el fantaseo más que la imaginación.
Es por lo tanto, al menos una forclusión parcial del espacio
potencial.
El mantenimiento de la pseudología fantástica implica apoyarse
en la omnipotencia y en la creación de objetos subjetivos
(Winnicott, 1971b) bajo el control exclusivo del paciente. La
realidad externa es negada por un mundo interno encantador,
seductor y excitante en donde cualquier cosa es posible. En
algunos casos este mundo vívido y sin embargo bi-dimensional le
permite al paciente aproximarse a la sensación de ser real. El
paciente que se apoya en forma excesiva en la pseudología
fantástica está en última instancia profundamente alienado de los
otros.
Estas dos funciones de la pseudología fantástica, una, la
adaptación defensiva a deseos conflictivos y la segunda, el
mantenimiento de una identidad subjetiva, son cualitativamente
distintas. En el material clínico que sigue espero ilustrar las
formas en que el tomar en cuenta estas dos funciones nos informa
sobre la naturaleza y el contenido de la actividad interpretativa.
MATERIAL CLINICO
Tom, un niño de 12 años que cursaba el séptimo grado, que
vino dos veces por semana durante cuatro años, tenía propensión
a los berrinches y parecía deprimido. Tenía pocos amigos con
quienes jugar, y esto ocurría solamente si ellos o alguien hacían
los arreglos. Sus notas eran bajas a pesar de un indudable potencial
intelectual y creativo.
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Tom vivía con sus padres, una hermana menor y la abuela
materna en una casa grande, compartiendo un ala separada de la
casa con su abuela. Los padres de Tom, que eran dueños de una
empresa familiar, estaban bastante preocupados. Su padre, un
hombre escandinavo apacible y afable unos años menor que su
mujer, estaba exasperado y perplejo por cómo ayudar a su hijo. Ni
animarlo ni castigarlo lo motivaban. Tom tomaba por supuesto
todo lo que sus padres le proporcionaban y raramente estaba
agradecido. Su madre, gorda y eternamente de buen humor,
parecía más enredada que el padre en los dilemas de Tom. Hacía
todo lo que podía para mantenerlo a flote, a veces llamando por
teléfono a sus amigos para que jugara con ellos, y dictándole
informes para el colegio que luego él entregaba como propios.
Se peleaba habitualmente con la hermana, tres años menor, y
tenía disputas constantes por los deberes, que algunas veces
incluían mentiras por tareas que realmente no había completado.
Los padres de Tom agregaron que el niño podía ser imaginativo
y divertido, pero que esas cualidades no eran muy obvias en el
presente. En cambio, se hallaba apático, aburrido y propenso a
ataques de llanto impotente.
Los padres de Tom se conocieron cuando el padre estaba
visitando los Estados Unidos. A la larga se casaron y se instalaron
en el país de origen del padre. Tom, el primer nieto, era adorado
por la amplia familia extendida de su padre y parecía un niño
feliz. Aunque la madre no admitía tener problemas emocionales
propios, mi sensación inicial fue que debió estar deprimida y
aislada durante esos tempranos años, como nativa de Nueva
Inglaterra que no estaba familiarizada con el idioma ni las
costumbres del país de su marido. Cuando Tom tenía 4 años la
familia volvió a los Estados Unidos y se hizo cargo de la empresa
de la abuela.
PRIMERA SESION
Tom era un niño rubio, de ojos azules y delgado, vestido
prolijamente con jeans y una camisa abotonada hasta el cuello.
Parecía ser, como dijo su madre, “una versión mía en pequeño”.
Tom comenzó contándome de modo somero sus hobbies –dibujar
y tocar el trombón– y después mencionó lo que realmente le
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gustaba hacer: cazar. A pesar de que su padre poseía dos rifles no
le estaba permitido usarlos, y esto le molestaba. Sin embargo,
tenía una alternativa. Quería conseguir un traje de goma grueso
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