Relacion de la inteligencia y un cerebro humano
Nubia Hernández PérezEnsayo13 de Septiembre de 2021
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2018 |
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¿Cómo se genera la inteligencia mental a partir de un cerebro físico?
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Centro Universitario Vasco de Quiroga de Huejutla
Nombre de la carrera con clave:
Licenciatura en psicología |UNAM 8895-25
Primer semestre
Nombre de la materia:
Teoría computacional de la mente clave:1105
Tema a compartir:
“¿Cómo se genera la inteligencia mental a partir de un cerebro físico?”
Nombre del alumno /a.
Nubia Alexa Hernández Pérez
Fecha y hora de presentación:
24 de septiembre 2021 viernes: 14:00 a 16:00 horas.
Nombre de la profesora:
Marlene Redondo Jiménez
¿CÓMO SE GENERA LA INTELIGENCIA MENTAL A PARTIR DE UN CEREBRO FÍSICO?
Introducción
La inteligencia es un constructo que ha generado diversos debates y controversias, a lo largo del tiempo se han realizado diversos estudios y puesto en práctica teorías para llegar una sola conclusión, el objetivo del presente trabajo es presentar una visión neuropsicológica de la inteligencia a la luz de la teoría sociocultural de Vigotsky así como de diversos neurocientíficos rusos, también las teorías biológicas y los aportes de cada campo a este tema el cómo se genera la inteligencia a partir de un cerebro físico, como han surgido nuevos conceptos y como han ido evolucionando. Por ultimo dando justificación a concluir que la inteligencia es un constructo unitario, pero no unívoco, indisolublemente ligado al pensamiento, que mantiene relaciones sistémicas con diversas formas de actividad psíquica, por tanto, no existe la necesidad de plantear la existencia de inteligencias múltiples.
Desarrollo
CONCEPTOS
La palabra inteligencia resulta de la unión de los términos logos y nous. Logos significa recoger, reunir, juntar, elegir, escoger, contar, enumerar, computar, referir, decir, hablar, y corresponde al desarrollado en un discurso argumentado. En cuanto al término nous, este se relaciona con la facultad de pensar, reflexionar, meditar, percibir y memorizar.
En lengua castellana, la palabra inteligencia parte del sustantivo latino intelligentia-ae, que traduce comprender, conocer o darse cuenta. Por esta razón, se considera inteligente “el que comprende, conoce, o se da cuenta de algo tras haber vuelto la mirada sobre sí mismo, con el propósito de recoger en su interior”.
La inteligencia es una capacidad mental muy general que implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia.
La inteligencia es la capacidad desarrollable y no sólo «la capacidad de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas». La inteligencia no sólo se reduce a lo académico, sino que es una combinación de todas las inteligencias. Ser hábil en el deporte o en las relaciones humanas implica unas capacidades que, por desgracia, no están seriamente contempladas en los programas de formación académica.
Desde un punto de vista científico, a finales del siglo XIX, empezaron a construirse las primeras teorías psicológicas, pero solo en el siglo XX el término comenzó a ser empleado en el mundo científico, como resultado de la aplicación y aceptación de los resultados de las pruebas de inteligencia (Braunstein, 1975). Con posterioridad a la aceptación del término, se produjo una explosión de definiciones, situación que no ha permitido lograr un acuerdo sobre lo que se considera inteligencia.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los primeros intentos por abordar la inteligencia se basan en identificar comportamientos considerados inteligentes y los factores subyacentes (habilidad verbal, numérica, razonamiento, rapidez y precisión perceptual, memoria, etc…) y en establecer las diferencias individuales en dichos comportamientos considerados inteligentes, atribuyendo estas diferencias a las diferencias individuales en dichos factores. Es a partir del siglo XX cuando se concretan los más importantes avances tanto en la teoría como en la medición de las capacidades mentales.
La teoría del factor g formulada a inicios del siglo XX de la mano de Spearman tuvo y tiene una gran influencia en el campo de la inteligencia, no sólo en su formulación inicial, sino también en las perspectivas más actuales que la integran, como las propuestas de Carroll (1993) y de Jensen (1999) que han demostrado su existencia y su integración en el marco de un modelo jerárquico de la inteligencia, que va mucho más allá de la teoría bifactorial propuesta por el propio Spearman en 1927 (Colom y Andrés-Pueyo, 1999.
Más recientemente, los postulados sobre g se ven respaldados por el desarrollo de las neurociencias, que buscan estudiar, como Neisser et al.(1996) advierte en Intelligence: Knowns and Unknowns, el cerebro como base para explicar qué es la inteligencia y cómo medirla. Más específicamente, se estudia qué región del cerebro corresponde al funcionamiento inteligente. En general, los resultados de diversas investigaciones apuntan a confirmar la Teoría de la Integración Parieto-Frontal (Haier & Jung, 2010; Svitil, 2010).
AUTORES QUE HABLE DEL TEMA
Durante mucho tiempo, se consideró que la función principal de la inteligencia era conocer, y su culminación era la ciencia. Como reacción, la psicología conductista se centró con gran pericia técnica en el estudio de la conducta, sin interesarse por el conocimiento, hasta que el empuje de la psicología cognitiva atemperó sus excesos (Skinner, 1970). Hace dos décadas, se introdujo la noción de inteligencia emocional por la importancia evidente que tiene en nuestro comportamiento el mundo afectivo (Goleman, 1993). Además, alcanzó gran difusión la teoría de las inteligencias múltiples, propuesta por Howard Gardner, según la cual hay, al menos, ocho tipos distintos de inteligencia. Paralelamente, se daba cada vez más importancia a la inteligencia práctica, al “mind in action”, a la “agency”, pero con un enfoque no conductista (Sternberg y Wagner, 1986). Vino después la “psicología positiva”, apoyada por la American Psychological Association, que puso de moda la felicidad, y se propuso identificar y aumentar las fortalezas humanas que conducen a ella. Por último, ha ido adquiriendo cada vez más importancia el estudio de los sistemas de autocontrol de la inteligencia. Todas estas investigaciones realizadas de forma independiente han ido convergiendo en una teoría unificada, a la que provisionalmente llamaré: teoría ejecutiva de la inteligencia (TEI). En ella, la inteligencia se define como la capacidad de dirigir bien el comportamiento, es decir, de elegir bien las metas, aprender con rapidez, utilizar la información precisa, gestionar las emociones y controlar los procesos necesarios para resolver problemas y alcanzar así los objetivos. Esta descripción se corresponde con lo que sabemos del funcionamiento del cerebro. Sus grandes funciones son mantener la homeostasis (Damasio, 2010) y dirigir el movimiento, tanto mental como físico anticipando los resultados (Llinas, 2007).
Lev Vygotski - Psicólogo
Para Vigotsky (1979, 1995a) la inteligencia es un producto histórico cultural, que puede modificarse a través de la actividad, y en particular por la actividad mediada por el lenguaje. Como ya se dijo si bien la inteligencia es heredada, también puede desarrollarse. Los factores nutricionales son determinantes para el desarrollo de la inteligencia. Por ejemplo, Jukes y sus colaboradores (2002) encontraron que las deficiencias de yodo se asocian con una reducción promedio de 13.5 puntos del coeficiente intelectual. En otro estudio en Sudáfrica se encontró que los niños severamente desnutridos obtienen calificaciones de C.I. de hasta 20 puntos por debajo de niños similares con dietas adecuadas (Morris, 1997). Además de la nutrición, ejerce gran influencia el ambiente y el contexto cultural en que se desarrollan los individuos. Estas influencias pueden apreciarse incluso en los animales como lo demostró el experimento de Bennett, Diamond, Kretch y Rosenzweig (citados por Thompson, 1975); quienes compararon la capacidad de aprendizaje de dos grupos de ratas blancas que fueron criadas en ambientes diferenciados. Un grupo de ratas fue colocado en un ambiente provisto de escaleras, ruedas y toboganes; mientras que el otro grupo carecía de estos artefactos. Cuando se valoró la capacidad de aprendizaje en pruebas de laberinto, las ratas del primer grupo tuvieron mejores resultados que las del segundo grupo. Además, se encontraron diferencias en el tejido cerebral de las ratas. Aquellas que ocuparon un ambiente rico en estímulos tenían una corteza cerebral más gruesa y pesada en comparación con el grupo de ratas que fueron privadas de dichos implementos.
INFORMACIÓN QUE APORTO A LA PSICOLOGÍA
La inteligencia humana es entonces una propiedad del binomio pensamiento-lenguaje que favorece la adaptación del individuo, tanto en el mundo físico como en la esfera de las relaciones sociales. La inteligencia depende del pensamiento, porque como dijimos, no es como cualquier otro constructo psicológico que existe por sí mismo. La inteligencia carece de contenido, y de ahí su polifacética apariencia, que a entender de Gardner (1999) se fracciona en múltiples inteligencias. Por eso Cattell (1943, citado por Good y Brophy, 1999) hace la distinción entre inteligencia fluida e inteligencia cristalizada, representando esta última el contenido de la inteligencia, cuando en realidad es el cúmulo de información semántica, procedimental o episódica que se registra en el cerebro. La inteligencia actúa empero, independientemente de la información que se posee, pero es innegable que la información o las experiencias pasadas facilitan el procesamiento inteligente. En todo caso, una persona con una capacidad intelectual superior podrá realizar un procesamiento más eficiente de la información con menos datos que una persona con una capacidad intelectual inferior, que disponga de la misma cantidad de datos o incluso con menos datos disponibles. Pero también puede darse el caso de una persona con una capacidad intelectual normal o inferior que disponiendo de abundante información responde inteligentemente ante un determinado problema. Es decir que la información, puede compensar hasta cierto punto las limitaciones funcionales de la inteligencia, pero no pueden confundirse la una con la otra: la información con la inteligencia. De ahí que la diferenciación entre inteligencia fluida y cristalizada no resulta conceptualmente provechosa.
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