SEXUALIDAD

Teoría freudiana

Los conceptos modernos de los papeles psicosociales masculinos y femeninos derivan sobre todo de las teorías freudianas sobre el complejo de Edipo y el complejo de Castración. A través de los escritos de Freud acerca de la sexualidad y de sus derivados psíquicos y sociales quedó elaborada, entre 1898 y 1939, la fase edípica, así como la castracíon, delimitando claramente sus puntos de vista sobre los patrones conductuales de hombres y mujeres.

Según Freud, las diferencias anatómicas entre dos sexos proporcionan los fundamentos de un desarrollo racional del papel sexual (“La anatomía es el destino”). Para el muchacho y la chica, la madre es el primer objeto amoroso. El pequeño desea sexualmente a su madre y quiere apartar al padre de su camino. Cuando el muchacho cae en la cuenta de que tiene pene que le falta a las chicas, supone que éstas lo han perdido al hacer algo incorrecto, probablemente en el terreno de lo sexual. Teme que su padre pueda hacerle lo mismo al adivinar las intenciones que alberga para con su madre. Para sobrellevar la angustia de Castración, el pequeño aprende a identificarse con su padre y abandona a su madre, con la idea de que en el futuro podrá hallarla con la apariencia de otra mujer. Así se soluciona favorablemente el complejo edípico, lo cual da paso al desarrollo del Superyó (conciencia, sentimientos de culpa y capacidad para discernir entre lo correcto y lo incorrecto).

La muchacha también inicia la vida con su madre, que pasa a ser su primer objeto amoroso. Cuando descubre que no tiene el pene del muchacho, ella piensa, también, que ha perdido algo, que envidia. Experimenta resentimiento hacia su madre, a lo que la hace responsable de ponerla en el mundo sin estar tan completa como los chicos. Pierde los vínculos con ella y convierte a su padre en objeto amoroso, intuyendo en él la posesión de un pene. Más tarde, al comprobar que no puede poseer el pene paterno, sustituye sus deseos por el anhelo de tener un niño de él, lo que en cierto modo constituiría una equivalencia. Cuando se furstra de nuevo, decide casarse con un hombre como solución a la imposible posesión de un órgano viril.

La pequeña la fase de castración a la edípica, invirtiendo la secuencia de acontecimientos que se da en el muchacho. Puesto que ya no está amenazada por la castración (en la suposición de ésta ya se ha producido), abandona la fase edípica de un modo menos completo y urgente que el varón. Esta resolución incompleta lastra el desarrollo del Superyó, cuyo crecimiento está basado en la superación del conflicto edípico. En consecuencia, en opinión de Freud, el Superyó permanece más débil en la niña que en el niño.

Según Freud la niña nunca puede desarrollarse como una persona debido a su falta de pene. La mejor solución de esta situación consistiría en superar la envidia del pene renunciando a su competitividad con el muchacho, puesto que no puede esperar superarlo o igualarlo, desarrollando así su naturaleza femenina. Esto es equivalente a tener niños (que aún son vistos como un sustituto del pene), a cuidar del hogar y a potenciar sus cualidades nutritivas. Si

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