SIGMUND FREUD
NatyIsaRaBiografía17 de Junio de 2014
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SIGMUND FREUD (1914g)
“Rememorar, repetir y reelaborar”
(Nuevas recomendaciones sobre la técnica del psicoanálisis II)
(“Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten”)
(Traducción, presentación y notas de Juan Bauzá)
Presentación
El título de este trabajo de Freud conjuga de manera lógica tres términos fundamentales en psicoanálisis, correspondientes a otros tantos conceptos: el recuerdo o la reminiscencia vinculado a la memoria y a las huellas mnémicas, de ahí rememoración como base del aparato psíquico; la repetición, noción fundamental que en psicoanálisis requiere y tiene un desarrollo conceptual específico, vinculado a la acción, a la represión y al retorno de lo reprimido, a la resistencia y a la transferencia; la reelaboración o también llamada preelaboración. Podríamos hablar tal vez como título: “De la repetición sintomática a la rememoración y de la rememoración a la preelaboración”.
El 18 de julio de 1914, Freud le escribe Ferenczi: “Estoy escribiendo un artículo técnico importante”. Va a constituir el segundo artículo publicado bajo la rúbrica: “Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis”, Hay que situarlo en este sentido entre: I. “El inicio del tratamiento” (1913), y III. “Observaciones sobre el amor de transferencia” (1915). Todos estos artículos forman parte de la serie de artículos de Freud sobre la técnica analítica, entre los que se hallan asimismo: “Sobre la dinámica de la transferencia” y “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, ambos anteriores de 1912.
Este artículo se vincula a ciertos fines u objetivos del análisis, desde la rememoración y la abreacción, pasando por el trabajo elaborativo de análisis de la repetición y de la compulsión a la misma, de las formaciones de lo inconsciente, de la resistencia y de la transferencia.
La repetición concepto fundamental, que podríamos contrastar con el trabajo de Kierkegaard sobre “La repetición”, lo que hará Lacan a lo largo de su enseñanza, abre la vía a “La otra cara del principio de placer” (1920) y al viraje decisivo que supondrá en la obra de Freud.
Juan Bauzá
No me parece inútil recordar una y otra vez a los estudiosos las profundas transformaciones que la técnica psicoanalítica ha experimentado desde sus comienzos. Al principio, en la fase de la catarsis breueriana, se enfocaba directamente el síntoma y se daba al origen y al momento de la formación de los síntomas la prioridad, orientándose el tratamiento del mismo a lograr reproducir (reproduzieren) los procesos psíquicos de la situación a la que estaban asociados, a fin de conseguir su derivación, y la de la cuota de afecto bloqueada con ellos, por medio de una actividad conciente. Recordar y abreaccionar eran en aquel tiempo las metas que se procuraba alcanzar con la ayuda del estado hipnótico. Luego, después que se renunció a la hipnosis, pasó a primer plano el trabajo de deducir desde las ocurrencias espontáneas del analizante aquello que no conseguía recordar o despejar en su significación. Se pretendía sortear la resistencia mediante el trabajo interpretativo y la comunicación de sus resultados al enfermo; así se mantenía el enfoque primitivo sobre las situaciones vinculadas a la formación del síntoma y sobre aquellas otras que se descubrían presentes detrás del momento en que se contrajo la enfermedad; en cambio, la abreacción era relegada y parecía sustituida por el trabajo que el analizante tenía que llevar a cabo para vencer, como se le pedía (por la obediencia a la regla fundamental), la crítica contra sus ocurrencias espontáneas [contra todo aquello que le ve venía a la mente espontáneamente en la sesión analítica]. Por último, quedó plasmada la consecuente técnica que hoy empleamos: renunciamos a enfocar de manera exclusiva un momento o un problema determinados, y partimos del estudio de la superficie psíquica que el analizante nos presenta en cada encuentro, y nos valemos de nuestra interpretación, esencialmente, para descubrir y discernir las resistencias que emergen y hacérselas concientes al analizante. Así se establece una nueva modalidad de división del trabajo: el médico pone al descubierto las resistencias que el enfermo desconoce, y una vez vencidas las mismas, el paciente puede narrar con relativa facilidad las situaciones y relaciones problemáticas olvidadas. Desde luego que la meta de estas técnicas ha permanecido idéntica. En términos descriptivos: llenar las lagunas del recuerdo; en términos dinámicos: vencer las resistencias que mantienen la represión.
Hay que seguir agradeciendo a la vieja técnica hipnótica por habernos presentado, aislados y de algún modo esquematizados ciertos procesos psíquicos del análisis. Sólo a partir de ahí pudimos atrevernos a confrontarnos con situaciones más complejas en el tratamiento analítico, sin que perdieran su trasparencia.
El recordar, en aquellos tratamientos hipnóticos, era relativamente simple. El paciente se trasladaba a una situación anterior, que no parecía confundir nunca con la situación presente; comunicaba los procesos psíquicos de ella hasta donde habían permanecido normales, y agregaba lo que podía resultar por la trasposición de los procesos hasta entonces inconscientes en conscientes.
Intercalo ahora algunas observaciones que todo analista puede comprobar y corroborar en su experiencia. El olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de las veces a un «bloqueo» [retentivo] de ellas. Cuando el paciente se refiere a este olvido, rara vez deja de añadir: «En verdad lo he sabido siempre, sólo que no me pasaba por la cabeza o no había pensado o no lo relacionaba con esto o lo otro». Y no es infrecuente que exteriorice su desengaño porque no se le ocurren suficientes cosas que pueda reconocer como «olvidadas», y en las que no había vuelto a pensar desde que sucedieron. Sin embargo, también esta añoranza resulta de algún modo satisfecha, sobre todo en las histerias de conversión. El «olvido» no es verdaderamente tal y se ve restringido por recuerdos encubridores, tan universalmente presentes. En muchos casos he tenido la impresión de que la consabida amnesia infantil, tan importante para nuestra teoría, se ve totalmente contrapuesta o compensada recuerdos encubridores. En estos no se conserva sólo algo esencial de la vida infantil, sino en verdad todo lo esencial. Sólo hace falta saber extraerlo y desarrollarlo desde ellos por medio del análisis. Representan (repraisentieren) tan acabadamente a los años infantiles olvidados como el contenido manifiesto del sueño a los pensamientos oníricos latentes.
Los otros grupos de procesos psíquicos que como actos puramente internos uno puede oponer a las impresiones y vivencias, o sea los constituidos por fantasías, asociaciones, sentimientos, nexos, deben ser considerados separadamente en su relación con el olvidar y el recordar. Aquí sucede, frecuentemente, que se «recuerde» algo que nunca pudo ser «olvidado» porque en ningún momento fue advertido, ni llegó a ser consciente; además, para el transcurrir psíquico carece de importancia o parece dar igual que uno de esos «nexos» fuera consciente y luego se olvidara, o no hubiera llegado nunca a la consciencia. La convicción que el analizante adquiere en el curso del análisis es independiente de cualquier recuerdo de esa índole.
En las diversas formas de la neurosis obsesiva, en particular, lo olvidado se limita las más de las veces a disolución de nexos, desconocimiento de consecuencias y relaciones causales, aislamiento de recuerdos enlazados entre sí.
Frecuentemente resulta imposible, de manera voluntaria, despertar ciertos recuerdos, y así para un tipo particular de importantísimas vivencias, sobrevenidas en épocas muy tempranas de la infancia y que en su momento, dados los recursos limitados de entendimiento de que dispone un niño, se vivieron sin comprenderlas, resulta que ahora, una vez hechas conscientes y reconocidas, con los nuevos recursos de la adultez y del análisis, pueden ser perfectamente interpretadas y comprendidas por el sujeto en cuestión, por así decirlo de manera diferida y con efecto retroactivo (nachträglich). Se llega a tener conocimiento de ellas a través de los sueños [y de otras formaciones de lo inconsciente], y los más probatorios motivos extraídos del análisis de la estructura de la neurosis lo fuerzan a admitirlas; además es posible convencerse de ello, ya que el analizante, una vez superadas sus resistencias, no aduce contra ese supuesto la falta del sentimiento de recuerdo (sino más bien lo confirma la sensación de familiaridad al respecto, de que algo nos era ya conocido pero inadvertido en su significación). Como quiera que fuese, este tema requiere cierta prudencia crítica, y aporta tantas cosas nuevas y sorprendentes, que lo reservo para tratarlo en forma especial con materiales apropiados .
Cuando aplicamos la nueva técnica, las cosas no son tan simples y sencillas, y queda muy poco, nada muchas veces, de aquel decurso de alentadora facilidad, y el análisis es algo más trabajoso y complejo . Es cierto que se presentan casos que durante un trecho se comportan como en la técnica hipnótica, y sólo después se deniegan y toman otro cariz; pero otros tienen desde el comienzo un comportamiento diverso y las dificultades surgen prácticamente desde las primeras entrevistas. Si nos atenemos a este último tipo, el signo distintivo de esta técnica respecto del tipo anterior, podemos decir que el analizante no recuerda, en general, nada de lo olvidado o reprimido, sino que lo
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