TEORIAS ADLER VRS. FREUD
angieandrey1 de Mayo de 2013
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Introducción
En el presente trabajo buscamos primeramente explicar las diversas teorías y conceptos sobre la personalidad de tres importantes figuras que marcaron y nutrieron enormemente a la psicología; Sigmund Freud, Alfred Adler y Carl Jung.
Más adelante compararemos a sus teorías entre sí de modo que se expongan las diferencias y similitudes.
Sigmund Freud
“La persona que en su yo pierde la capacidad de dar algún uso a la líbido es presa fácil de la neurosis” Freud, 1916
BIOGRAFÍA
Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, en una región ahora conocida como parte de la República Checa. Durante su niñez, Freud fue un estudiante sobresaliente, pero como era judío, las únicas carreras permitidas para el fueron medicina y derecho. Entonces en 1873, decidió ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena.
Debido a su origen judío, sus compañeros universitarios lo fastidiaban y Freud descubrió que su destino era formar parte de la oposición y sufrir el confinamiento de la “inmensa mayoría”.
Durante sus estudios universitarios, Freud trabajó en el laboratorio fisiológico de Ernst Brücke, donde realizó por su cuenta investigaciones histológicas (estudiando tejidos orgánicos) y publicó artículos sobre anatomía y neurología. A los 26 años se graduó como médico y tras un año de seguir laborando con Brücke, adoptó la práctica privada siendo primero cirujano y luego médico residente del hospital más importante de Viena.
Tomó un curso de psiquiatría que le sirvió para ahondar en el estudio de las relaciones entre los síntomas mentales y las enfermedades orgánicas. En 1885 alcanzó el notorio puesto de catedrático en la Universidad de Viena. Entre 1884 y 1887, Freud realizó algunas de las primeras investigaciones sobre la cocaína. Al principio se sintió impresionado por las propiedades de esta sustancia y escribió acerca de los posibles usos terapéuticos de esta sustancia para las perturbaciones tanto físicas como mentales. Posteriormente le preocuparon los efectos adictivos de la droga por lo que cesó sus investigaciones.
Con el apoyo de Brücke, Freud obtuvo una beca para colaborar con Jean-Martin Charcot en París, donde se dedicó a estudiar las técnicas hipnóticas y participó como intérprete en las cátedras y conferencias del científico francés. Charcot se dio cuenta de las cualidades de Freud como magnífico estudiante y autorizó que éste tradujera sus artículos al alemán.
Los trabajos de Freud en Francia aumentaron el interés de Freud en la hipnosis como herramienta terapéutica. Con el respaldo del distinguido Josef Breuer, Freud exploró la dinámica de la histeria. Él mismo se encargó de resumir los resultados: “Los síntomas de los pacientes histéricos dependen de ciertas escenas impresionantes pero olvidados de sus vidas (traumas). La terapia que debía administrarse consistía, pues, en inducir al paciente a recordar y reconstruir estas experiencias en un estado de hipnosis (catarsis)”.
Sin embargo, descubrió que la hipnosis no era tan efectiva como esperaba, pues no permitía al paciente ni al terapeuta vencer la resistencia de aquél a reconstruir los recuerdos traumáticos. Freud terminó por desechar la hipnosis.
En 1896, Freud utilizó por primera vez el término psicoanálisis para describir su método. En 1897 dio inicio a su autoanálisis. El interés de Freud en los conocimientos sobre el inconsciente que revelaban los sueños narrados por sus pacientes rindió sus primeros frutos con la publicación, en 1900, de La Interpretación de los sueños. Libro que es hoy en día considerado como su obra más importante. Al año siguiente, Freud publicó otra obra fundamental, Psicopatología de la vida cotidiana, en la que se estudian los momentos de la vida diaria en los que revelamos deseos ocultos sin percatarnos de lo que hacemos o decimos. Freud terminó por rodearse de un círculo de médicos interesados en sus investigaciones, entre los cuales se encontraban Alfred Adler, Sandor Ferenczi, Carl Gustav Jung, Otto Rank, Karl Abraham y Ernest Jones. Este grupo fundó una sociedad, escribió ensayos y dirigió una publicación, extendiendo así el movimiento psicoanalítico.
Freud dedicó el resto de su vida a elaborar, extender y perfeccionar el psicoanálisis. Con el afán de conservar el control que ejercía sobre el movimiento psicoanalítico, expulsó a los miembros que disentían de sus puntos de vista y exigía una lealtad incondicional hacia su persona y sus ideas. Jung, Adler y Rank, entre otros, abandonaron el circulo de Freud tras respectivos desacuerdos de orden teórico con las ideas del maestro. Más tarde, cada uno de ellos fundó su propia corriente psicoanalítica.
Sigmund Freud escribió exhaustivamente. Veinticuatro volúmenes y ensayos relacionados con detalles de la práctica clínica, y una serie de conferencias en las que se expone a fondo la teoría psicoanalítica forman su obra completa. Buscó construir una estructura que funcionara aún después de su fallecimiento y que significara una reorientación de la ciencia psiquiátrica en general. Eternamente enfrascado en polémicas sobre la validez o la utilidad de sus investigaciones, continuó escribiendo. Su última obra fue, Introducción al psicoanálisis (1940).
En 1938, Austria fue invadida por los alemanes y Freud huyó hacia Londres, donde murió un año después.
ELLO, YO, SUPERYÓ
Freud supuso que la personalidad se conforma alrededor de tres estructuras: el ello (id), el yo (ego), y el superyó (superego). El ello es la única estructura presente al nacer y es totalmente inconsciente. En opinión de Freud, el ello consta de todos los impulsos y deseos inconscientes que continuamente buscan expresión. Opera de acuerdo con el principio de placer, es decir, trata de obtener placer inmediato y evitar el dolor. Tan pronto como surge un instinto, el ello busca gratificarlo. Sin embargo, como el ello no está contacto con el mundo real, sólo tiene dos formas de obtener gratificación. Unas es a través de las acciones reflejas que alivian las sensaciones desagradables de una vez. La otra es la fantasía, a la que Freud se refería como la satisfacción del deseo: una persona se forma una imagen mental de un objeto o situación que satisface en parte el instinto y alivia el sentimiento incómodo.
Ello. Centro biológico original del cual emana el resto de la personalidad. Aunque es primitivo y carece de organización, contiene un depósito de energía para todas las partes de la personalidad. No lo modifica la experiencia ni establece contactos con el mundo exterior. Sus funciones son reducir la tensión, aumentar el placer y disminuir el dolor. Casi todo el contenido de ello es inconsciente.
Yo. Parte de la psique cuyo desarrollo se dirige a conservar la salud, la seguridad y la cordura de la personalidad al mediar entre las exigencias del ello y la realidad externa. El yo responde a las oportunidades, mientras que el ello sólo sabe de necesidades.
Superyó. Parte de la psique que surge del yo y sirve como depositario de los códigos morales, las normas de conducta y las inhibiciones que funcionan como conciencia, autoobservación y formación de ideales. Se encarga de elaborar, establecer y mantener el código moral de la persona, así como de trazar una serie de directrices que definen e imponen límites a la flexibilidad del yo.
CONSCIENTE, INCONSCIENTE Y PRECONSCIENTE
Freud describía la mente como dividida en tres partes: el consciente, el inconsciente y el preconsciente.
Consciente. El consciente se explica por sí mismo, de ahí que hubiera sido la parte de la mente que más preocupaba a la ciencia, hasta Freud. No obstante, el consciente representa sólo una pequeña fracción de la mente, pues sólo comprende lo que percibimos en el momento. Aunque Freud nunca descuidó los mecanismos de la conciencia, le interesaban mucho más las regiones de la conciencia menos evidentes y exploradas, para las cuales acuñó los nombres de preconsciente e inconsciente.
Inconsciente. Según Freud, cuando un pensamiento o un sentimiento consciente no parece guardar relación con los pensamientos y sentimientos que le preceden, hay conexiones reales pero inconscientes. “Llamamos inconsciente a un proceso psíquico cuya existencia no podemos menos que reconocer - lo cual inferimos a partir de los efectos - pero del cual no sabemos nada”.
Dentro del inconsciente hay elementos instintivos que nunca han sido conscientes y a los que la conciencia nunca podrá acceder. Por añadidura, hay materiales que son censurados y reprimidos del estrato consciente. Estos materiales no se olvidan ni se pierden, pero tampoco se guardan en la memoria. El pensamiento o el recuerdo sigue afectado la conciencia, pero de forma indirecta.
Los materiales inconscientes se caracterizan por su vivacidad y su inmediatez. Hay recuerdos con décadas de antigüedad que, al ascender a la conciencia, conservan toda la fuerza emotiva que les dio origen.
Preconscientes. En términos rigurosos, el preconsciente forma parte del inconsciente, aun cuando se trate de una parte que fácilmente puede tornarse consciente. Tales partes accesibles de la memoria forman parte del preconsciente y comprenden, por ejemplo, el recuerdo de todo lo que hizo una persona el día de ayer, un apellido, domicilios, la fecha de la conquista española, los platillos preferidos, el olor de hojas quemadas y otros recuerdos. El preconsciente hace las veces de un almacén para los recuerdo de la conciencia funcional.
MECANISMO DE REPRESIÓN
El mecanismo más común para borrar de la mente los sentimientos y recuerdos dolorosos es la
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