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Temas de filosofía contemporánea y Éticaen Estudios Generales


Enviado por   •  3 de Junio de 2013  •  1.032 Palabras (5 Páginas)  •  706 Visitas

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Lo siguiente son unas notas acerca del artículo Ordo amoris de Max Scheler (traducción de Xavier ZubiriMadrid: Caparrós Editores, 1998) para las sesiones dirigidas de prácticas de los cursos de Temas de filosofía contemporánea y Éticaen Estudios Generales.

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“Quien posee el ordo amoris de un hombre posee al hombre”

Max Scheler, Ordo amoris.

¿Por qué se posee al hombre con poseer el ordo amoris (el “orden del amor”) de dicho hombre? Porque con él uno penetra en lo más profundo del ”núcleo espiritual” del ser humano. Es el fundamento de los lineamientos de su ánimo y que determina el entorno moral. Es lo que hace de cimiento para la estructura jerárquica de los valores del ser humano, valores que están siempre presentes en nuestra existencia concreta cotidiana, la que tenemos al vivir en nuestro mundo circundante (Umwelt). Podemos ver pues, a modo de primera descripción, que el ordo amoris tiene que ver con dicha estructuración y jerarquización de tipo valorativo:

El hombre no prefiere siempre las mismas cosas y los mismos hombres; pero sí las mismas clases de hombres y de cosas, clases que son en todo caso clases de valores que le atraen conforme a ciertas reglas constantes del preferir o del posponer lo uno a lo otro, y que le atraen y le repelen dondequiera que vaya (OA, 28-29).

Lo que le atrae y le genera repulsión tiene que ver con esta estructuración que hace de condición de posibilidad de lo percibible y observable en materia valorativa. Tanto el destino, como el mundo circundante están ligados de manera íntima a lo que Scheler viene llamando ordo amoris.

“Mundo circundante” no es un término muy complicado de entender, si qusiéramos hacer una muy breve y esquemática definición: se refiere al mundo cotidiano en el que estamos inmersos existiendo en el “día a día”. Es literalmente el mundo que “nos rodea”. No es el mundo físico que contemplamos para hacer ciencia (teniendo una actitud “puramente teórica”), sino el mundo de preocupaciones y asuntos con los cuales ocupamos nuestra existencia y frente a los cuales nos comportamos de un determinado modo.

En cambio, creo que comprender el “destino” al que alude Scheler es algo más complicado y por eso valdría la pena una cita al respecto:

Lo peculiar de destino lo constituye precisamente esto que, al contemplar el panorama de una vida entera o de una larga serie de años o acontecimientos, sentimos tal vez como absolutamente contingente en cada caso particular, pero cuya conexión, por muy imprevisible que haya sido el acontecer de cada uno de sus miembros, refleja precisamente eso que creemos que constituye el núcleo de la persona en cuestión (OA, 30).

Y más abajo complementa dicha definición:

Por consiguiente, solamente puede llamarse “destino” de un hombre lo que hay en el ámbito de ciertas posibilidades de vivir el mundo, rigurosamente circunscritas desde el punto de vista caracterológico -ámbitos variables de hombre a hombre, de pueblo a pueblo, aun siendo constantes los acontecimientos externos y los acontecimientos reales que parecen llenar estos ámbitos.

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