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Todos Bipolares


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  1.390 Palabras (6 Páginas)  •  187 Visitas

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¿Todos bipolares? Ruth Hernández Boscán NEL Caracas-AP

“Pude llorar”, fue un mensaje que recibí una vez de una paciente diagnosticada de “bipolar”, quien a continuación aclara que desde hace unos meses había dejado la medicación porque en el análisis había descubierto que simplemente ella era diferente, que a pesar de haber tomado medicinas por años seguía sintiéndose “como las olas del mar, con altas y bajas”. Estaba viendo una película triste, y por primera vez en años había podido llorar.

Cada vez es más frecuente recibir a sujetos que vienen diciendo que son bipolares, bien sea porque se los ha diagnosticado un especialista, se han “autodiagnosticado” a partir de artículos aparecidos en revistas o internet o simplemente se parecen al personaje de algún programa o película que también es “bipolar”. Es, sin duda, el diagnóstico de moda por excelencia. En el que entra casi cualquier persona que venga con alguna alteración dentro de la llamada “afectividad”.

Basta con revisar los síntomas descritos en los manuales diagnósticos, para observar que la mayoría de estos sujetos se alejan en mucho de lo que desde la psiquiatría clásica ha sido denominado Trastorno bipolar o Psicosis maníaco-depresiva. Difícilmente nos encontramos frente a estados de ánimo extremos (manía o euforia patológica o la depresión melancólica). ¿Podemos decir que éstos sujetos son psicóticos? Para la psiquiatría, la psicosis maníaco-depresiva es una psicosis, aunque se le llame trastorno bipolar para suavizar un poco el asunto. Hablar de trastorno, además, permite una caracterización sintomática en la que el diagnóstico siempre será presuntivo.

Desde la perspectiva psiquiátrica, todo el que reciba este diagnóstico habrá de ser medicado. El principal objetivo será suprimir los síntomas. Estar deprimido es algo que revela un fracaso o una incompetencia. Este trastorno es considerado una enfermedad endógena, una alteración biológica de la regulación del humor. El carbonato de litio, los anticonvulsivos y los antipsicóticos de nueva generación están a la orden del día. Los sujetos acuden al psiquiatra y van cambiando de medicamento, suben y bajan las dosis, toman otro para contrarrestar efectos secundarios, buscan el tratamiento más corto y más barato. Como señala Elizabeth Roudinesco1: “… evitar buscar la causa de manera de orientar al paciente hacia una posición cada vez menos conflictiva y, por tanto, cada vez más depresiva. En lugar de las pasiones, la calma; en lugar del deseo, la ausencia de deseo; en lugar del sujeto, la nada...”.

Pero lo real insiste.

Si bien hay una constatación clínica de un estado de tristeza, angustia, inhibición, o por el contrario, de euforia, elación, etc., vemos, en particular en el caso de la depresión, que ésta aparece cuando fracasa la estrategia del sujeto en relación al Otro, manifestándose de diferente forma de acuerdo a la estructura psíquica. Como señala F. Leguil 2:

“En la histeria la depresión surge cuando el sujeto fracasa en el mantenimiento de su estrategia que apunta a asegurarse el deseo del Otro, de tal forma que el Otro desee, que el Otro piense en ser la causa de ese deseo. El obsesivo puede presentar una depresión al caer un ideal que le permitía sostener la idea del deseo del Otro, que le permitía decir lo que el Otro quería, y queda totalmente deprimido cuando ya no tiene más ese enganche en la demanda del Otro”.

Cualquier sujeto puede deprimirse ante una determinada situación. Las variaciones del humor están vinculadas con la relación del sujeto con su falta. El sujeto deprimido retrocede ante ésta, y queda fijado pasivamente en una posición de impotencia, plena de sentidos que recubren esa falta imaginariamente. La detención del deseo deja al sujeto en una posición pasiva, lo que es tomado por Lacan como una cobardía moral. Así, estaríamos dentro del dominio de la ética, porque comporta la renuncia al pensamiento, al bien-decir, a ignorar la verdad del inconsciente, y la práctica psicofarmacológica fomenta esta cobardía moral, este callar lo que no se quiere decir.

En la psicosis es distinto. No estamos en el registro de la falta del objeto de la neurosis depresiva, sino en el registro del rechazo del inconsciente, es decir, de la forclusión depresiva, de la psicosis depresiva.

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