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Una carta para Tessa


Enviado por   •  17 de Agosto de 2016  •  Reseñas  •  888 Palabras (4 Páginas)  •  248 Visitas

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Una carta para Tessa

Había una vez un hada llamada Tessa  que vivía enamorada de un minotauro desde que lo había visto por primera vez. El problema era que estaba prohibido en ese lugar amar a otro ser que no perteneciera a su especie.

Una mañana, mientras Tessa limpiaba las hojas del árbol donde vivía, alguien tocó a su puerta. Grande fue su sorpresa al ver que era el minotauro.

-¿Es usted la señorita Tessa?- preguntó sonriente el minotauro.

-S-sí- tartamudeó la sonrojada hada.

-Traigo una carta del Planeta Azul, urgente que la lea- le dijo entregándole la carta sellada con un inconfundible colibrí. “¿Del Planeta Azul?” se estremeció el hada, eso solo podía significar una cosa. –Firme aquí- le pidió al hada aún con su sonrisa, como siempre hacía después de entregar una carta.

Le devolvió la sonrisa al minotauro antes de cerrar la puerta y dejar salir las lágrimas. El Planeta Azul era donde su madre había estado hospitalizada durante más de 18 lunas, recibir una carta del Dr. Colibrí simplemente significaba lo peor.

Aferró la carta a su corazón antes de abrirla, leerla y dejarse llevar por esa pérdida.

Lamentamos que tuviera que ser así,

la Sra. Hada fue siempre maravillosa,

pero su permiso de desenchufarla se llevó a

cabo como lo solicitó

“¿Llevado a cabo?”, “¿Permiso?”, “¿Pero qué…?”, el hada se limpió las lágrimas estupefacta mientras leía la carta una y otra vez. “¡Esto no es posible!” se dijo,

-¡Yo no mandé nada!- gritó ahora furiosa, ¿Quién demonios había cometido ese error imperdonable?

Con humo saliendo de sus orejas, tomó su mochila de hojas de tulipán, metió unas moras silvestres, semillas para pasaje y la carta. Estaba decidida a encontrar  al culpable.

Salió de su árbol aún agitada y tomó el primer abejorro que vio pasar.

-Al Planeta Azul por favor- dijo el hada mientras se ponía cómoda.

-No admiten hadas en el Planeta Azul, son mal vistas por los seres calvos- contestó el abejorro.

-Te pagaré el doble- sugirió decidida, tenía que llegar a como diera lugar y saber la verdad.

-Está bien- dijo por fin el abejorro – La llevaré, pero que quede entre nosotros. Tessa asintió y el abejorro voló y voló hasta aterrizar en el Planeta Azul. Se colocó un sombrero de nuez antes de bajarse del transporte y pagar.

El Planeta Azul era bellísimo, había flores de todo tipo y cielos hermosos con bolas como de algodón. La tristeza volvió a su corazón al ver el hospital del Dr. Colibrí. Caminó indecisa al principio, pero llegó con paso firme a la entrada, empujó con un dedo la enorme puerta y entró. El interior era frío y ya no estaba segura de si era buena idea, ya no se podía hacer nada… “venganza” le susurró una voz dentro de sí, tomó la correa de la mochila y se encaminó a la recepcionista.

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