Benedicto XVI

Benedicto XVI

Por Fernando Barragán Acevedo

Shock, asombro, admiración… llámenlo como quieran. Esto fue lo que suscitó la noticia de la renuncia a la Sede Petrina de Ratzinger. Se sea católico, musulmán, judío o ateo, es una decisión que llama la atención e invita a la reflexión.

Hay de todo: críticas, agradecimientos, ataques, consideración, burlas, muestras de respeto… Los titulares de diferentes periódicos nos pueden orientar un poco. El Mundo publicó: “Benedicto XVI rompe la tradición de que el Papa muere en la Cruz”. El País se limitó a decir: “Benedicto XVI, solo y sin fuerzas, renuncia por sorpresa a su pontificado”. El Universal: “Una decisión tomada en plena libertad”. O uno más sugestivo, como el de Reporte Indigo: “El conocimiento acelera el cambio”, etcétera.

La opinión mundial sigue trabajando y jamás se detendrá, por lo que es necesario ordenar un poco las ideas…

Algunos se empeñan en mirar sólo lo polémico y difícil del Papa. Un Papa agresivo con los musulmanes (todos nos acordamos del discurso de Ratisbona). O la anulación de la excomunión a los obispos lefevrianos. Un Papa retrógrada que quiere recuperar el latín. Un Papa intelectual que aburre en sus discursos. Un Papa cansado desde el inicio de su pontificado (fue elegido con 78 años). Un Papa, un Papa, un Papa…

Pero también cabe destacar sus logros como persona y como líder de la Iglesia Católica. Habrá sido por suerte o coincidencia, llámenlo como quieran, pero durante el mandato de Benedicto XVI el número de católicos aumentó: 15 millones más en 2009; los sacerdotes también se vieron favorecidos: de 405.450 en 2005 a 412.236 en 2012. Todos datos del Anuario Pontificio.

Joseph Ratzinger es el teólogo del siglo XXI. Antes, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina la Fe, y después, como sucesor de Pedro se dedicó a los libros y a la exposición de sus ideas. Siempre quiso ser profesor. Sus planes, después de la muerte de Juan Pablo II, eran los mismos que se propone realizar después de dejar el Vaticano: rezar, estudiar y descansar.

Es un hombre que sufrió la Segunda Guerra Mundial; la Alemania devastada. Padeció las grandes crisis del Vaticano II. Es un hombre con una historia más ajetreada que tranquila; ya merece su descanso.

Recientemente ha tenido los pantalones para anunciar al mundo su renuncia. Por supuesto que sospechaba la que se le venía encima, pero no le importó. Se ve seguro de sus decisiones tomadas en la oración y el intelecto.

Benedicto se va, pero Ratzinger sigue ahí. Los intelectuales se frotan las manos, sabiendo que el Cardenal alemán no se va a encerrar en vano…

...