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Bibliografia De Abraham


Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  7.361 Palabras (30 Páginas)  •  242 Visitas

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Abraham (ca. 1850 a.C.).

Patriarca espiritual de tres religiones, tradicionalmente señalado como el primer seguidor y como el instaurador del monoteísmo. La leyenda, el mito y la historia se mezclan en la biografía del conocido personaje bíblico para hacer imposible distinguir hasta qué punto fue Abraham un personaje real o, en su defecto, conocer la razón de que se le escogiese para encarnar la tradición monoteísta. Por ello, en las siguientes líneas se llevará a cabo la descripción de la forja del mito y su papel en el judaísmo, el cristianismo y el Islam, las tres grandes religiones que le veneran como patriarca.

El encuentro de Abraham y Milcíades (Óleo sobre madera, 1625). Galería Nacional de Arte (Washington, Estados Unidos).

La biografía bíblica de Abraham

La principal fuente para el conocimiento de Abraham se halla en el bíblico libro del Génesis, lo que, de momento, nos revela la notable antigüedad del personaje y, por ende, no sólo su importancia en la fundación de los credos religiosos basados en el Libro sino también la dificultad de contrastar las evidencias historiográficas con las legendarias. A través de esta fuente se conoce la genealogía Abraham: Noé, el mítico constructor del Arca que le salvó del diluvio universal, tuvo un hijo llamado Sem, que daría lugar a la rama familar de los semitas. Uno de los descendientes de Sem, Téraj, es el padre de Abraham, como se describe en el Génesis (11, 27-32):

Téraj engendró a Abram, Najor y Aram. Aram engendró a Lot y murió en presencia de su padre, Téraj, en su país natal, Ur. Abram y Najor se casaron. La mujer de Abram se llamaba Sarai y la de Najor Melca, hija de Aram, padre de Melca y de Jesca. Sarai era estéril y no tenía hijos. Y tomó Téraj a su hijo Abram, a su nieto Lot y a Sarai su nuera, mujer de Abram, y los hizo salir de Ur para dirigirse al país de Canaán, pero llegados a Jarán se quedaron allí.

Por de pronto, la primera información a tener en cuenta es que Abraham debió de nacer en la mítica capital de los caldeos, la ciudad de Ur (hoy día perteneciente a Irak), tal vez el núcleo urbano más importante de los primeros tiempos de la Humanidad. Situada en una zona portuaria del río Éufrates, en las proximidades del golfo Pérsico, Ur alcanzó su apogeo hacia el gobierno de la tercera dinastía, en el tránsito del segundo milenio a.C.

Entre los años 20 y 30 del siglo XX, un arquéologo británico, sir Leonard Woolley, llevó a cabo las más importantes excavaciones en Mesopotamia, entre ellas el famoso zigurat de Ur; Wolley no se recató lo más mínimo anunciando a bombo y platillo que había descubierto en Ur la casa natal de Abraham. Aunque el prospector británico fue recompensado con el título de sir por estos descubrimientos, lo cierto es que no existe ninguna prueba concluyente de que el edificio señalado por Woolley sea el hogar del patriarca. De igual modo, en las miles de tablas de arcilla con escritura cuneiforme legadas por la próspera civilización mesopotámica tampoco hay mención alguna a Abraham, que, desde luego, no debió de ocupar un papel preponderante en la ciudad. Acaso, sí se vio favorecido por la instrucción cultural en casa de algún sacerdote o de algún potentado, pero todas estas hipótesis no tienen más terreno que la pura especulación.

Continuando con la narración del Génesis, Abraham acompañó a su padre, Téraj, a su sobrino, Lot, y a su mujer, Sarai, hacia la tierra de Canaán. Este desplazamiento carece de sentido religioso, ya que el Génesis no indica, como sí lo hará más adelante, ninguna instrucción dada a Abraham para abandonar el país de los caldeos. Sin embargo, la prosperidad de las civilización nacidas al albur del Creciente Fértil provocaba que muchas veces fuesen atacadas por fuerzas extranjeras. Casualmente, las tablillas con escritura cuneiforme revelan la existencia de una brutal campaña de saqueo de los elamitas (procedentes de la actual Irán) en las tierras gobernadas por Ur hacia el año 2000 a.C. Es probable que fuese este ataque armado lo que motivase que Abraham, como otros muchos habitantes de la ciudad caldea, decidiese emigrar hacia el oeste, en busca de mayor paz y tranquilidad.

Viaje hacia Canaán

El tránsito hacia Canaán se realizó a la manera acostumbrada, es decir, remontando el valle del Éufrates en dirección a Harrán, una pequeña ciudad situada a orillas del río Balij (hoy día, perteneciente a Turquía), que constituía la puerta de entrada a la rica ciudad de Urfa (actualmente Sanliurfa, Turquía). Abraham se estableció durante algún tiempo en la ciudad turca, haciéndose además cargo de la dirección del clan familiar por la muerte de su padre. La principal ocupación de Abraham fue la de mantener los rebaños, asegurar el sustento familiar mediante el trueque de lana por productos alimenticios y la construcción de un lugar donde vivir. El clan ya debía de ser lo suficientemente amplio y próspero como para que Abraham mantuviese una buena posición social y económica, que seguramente se vio incrementada en Harrán por ser esta ciudad un importante nudo de comunicaciones comerciales. Sin embargo, fue en Harrán donde, según la tradición, Abraham recibió la revelación divina (Génesis, 12, 1-3):

Yahvé dijo a Abram: "Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre, el cual será una bendición. Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por ti serán bendecidas todas las naciones de la tierra."

Al obedecer sin paliativos el mensaje de Dios, la revelación de Harrán supone el momento culminante de la creación del mito de Abraham. En este contexto, vuelve a ser importante recordar el origen caldeo de Abraham para la explicación del tránsito entre el politeísmo y el monoteísmo. En toda Mesopotamia (Harrán incluida) se alababa a un rico panteón divino, con diversos grados de dioses: en Ur, por ejemplo, el culto mayoritario era el de Sin, el dios-luna; no obstante, cada individuo poseía a su vez un dios personal protector. ¿Pudo percibir Abraham que el dios personal era más importante que el panteón divino? Nunca se sabrá la respuesta, pero lo cierto es que la solución de una opción monoteísta tomada a conciencia en contra de la obligatoriedad del panteísmo pudiera explicar que el paso dado por Abraham, aparentemente sin más importancia, se convirtiese con el paso de los siglos en el factor que galvanizó su fama como patriarca de tres credos religiosos.

La

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