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Conclave

ydelfonsoSíntesis19 de Marzo de 2015

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“EL CÓNCLAVE”

El cónclave es la reunión que celebra el Colegio cardenalicio de la Iglesia Católica Romana para elegir a un nuevo Obispo de Roma, cargo que lleva aparejados el de Papa (Sumo Pontífice y Pastor Supremo de la Iglesia Católica) y el de Jefe del Estado Vaticano, Italia. En concilio el cónclave es la reunión, cerrada donde se elije el nuevo Papa.

Cuando se recibe la noticia de la muerte del Papa, el Camarlengo de la Iglesia Romana, debe comprobar oficialmente la muerte del Pontífice en presencia del Maestro de las celebraciones Litúrgicas Pontificias, de los prelados clérigos y del secretario y Canciller de la Cámara Apostólica, el cual debe expedir el acta auténtica de muerte. El Camarlengo vestido de violeta (color de luto), entra a la habitación del Papa, escoltado por un destacamento de la guardia Suiza, se acerca a la cama, retira el pañuelo que cubre el rostro del Papa, e inclinándose hacia el difunto lo llama tres veces por el nombre de pila. Después golpea su frente con un pequeño martillo de plata y mango de marfil. Después de verificar dice “vere papa mortuus est” (de verdad el papa ha muerto), retira del dedo el “anillo de pescador” símbolo del Poder Pontificio. Esta es la señal de que el reinado ha concluido. El anillo será machacado junto con el sello de plomo del Papa, ante los Cardenales, se hace para evitar cualquier eventual falsificación de documentos Papales.

El Camarlengo procederá a sellar el estudio y la habitación del Papa y comunicará la muerte al Cardenal Vicario para la urbe, dando noticia al pueblo Romano. Así mismo el cardenal Arcipreste (Sacerdote principal de una Catedral), de la Basílica Vaticana, toma posesión del Palacio Apostólico Vaticano y establece todo lo concerniente a la Sepultura del Pontífice. El decano del colegio de los Cardenales al ser informado de la muerte del Papa por parte del camarlengo, esta en la obligación de dar la noticia a todos los Cardenales, convocándolos para las Congregaciones del Colegio. Comunicando a su vez, al cuerpo diplomático acreditado en la santa Sede y a los jefes de estado de las respectivas naciones. Los Cardenales celebrarán las exequias, rogando por su alma durante nueve días consecutivos; luego se realizará la sepultura en la Basílica Vaticana, dando fe de la misma por medio de un documento auténtico, expedido por el Notario del Capítulo de la misma Basílica o por el Canónigo archivero.

Durante la vacante de la Sede todo el poder civil del Sumo Pontífice, concerniente al gobierno de la ciudad del Vaticano, corresponde al colegio de los Cardenales; pero es importante resaltar que los mismos no podrán emanar decretos, sino solo en caso de suma urgencia y serán posteriormente válidos solo si los confirma el nuevo Pontífice.

La elección del Romano Pontífice, cuyo derecho corresponde únicamente a los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, con la excepción de aquellos que el día antes de la muerte del Papa o del día en el cual la Sede Apostólica quede vacante, hayan cumplido 80 años de edad. Estableciendo como máximo 120 Cardenales electores.

En el caso en que la Sede Apostólica, quedara vacante, en el momento que se esté celebrando un Concilio Ecuménico (Asamblea celebrada por la Iglesia Católica con carácter general, a la que son convocados todos los obispos para reconocer la verdad en materia de doctrina o de práctica y proclamarla) o de un Sínodo de los Obispos ( Asamblea de Obispos escogidos, de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos), ya sea en la ciudad de Roma o en otra ciudad del mundo; la elección del Nuevo Pontífice, debe hacerse únicamente por los Cardenales electores, indicados por el número precedente y no por el mismo concilio o sínodo de los obispos. Deben considerarse inmediatamente suspendidos, apenas se tenga noticia cierta de la vacante de la Sede Apostólica, interrumpiendo por ende toda clase de reunión, congregación o sesión y a su vez dejar de redactar o preparar cualquier tipo de decreto. Hasta que el nuevo Pontífice Canónicamente elegido no haya dispuesto que los mismos continúen.

Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo, según lo establecido en el código Apostólico. No tienen derecho los Cardenales que hayan renunciado con el consentimiento del Romano Pontífice a la dignidad Cardenalicia. Los cuales no pueden ser readmitidos o rehabilitados durante la sede vacante por el colegio de los Cardenales.

Los Cardenales electores presentes, son autorizados por la Constitución Apostólica a esperar quince (15) días completos a los ausentes. Facultando al colegio de Cardenales a retrasar por motivos graves el comienzo de la elección por algunos días hasta un máximo de veinte (20) días donde todos los Cardenales electores presentes están en la obligación de proceder a la elección.

Se da inicio al Cónclave, cuyo significado es la reunión que celebra el colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica Romana, para elegir a un nuevo Obispo de Roma, es decir el cargo de Papa, también llamado Sumo Pontífice o Pastor Supremo de la Iglesia Católica y el de Jefe de Estado del Vaticano. El término Cónclave procede del latín “cum-clavis”, que significa “bajo-llave”, por las condiciones de reclusión y máximo aislamiento del mundo exterior en que debe desarrollarse la elección.

En el momento establecido para el comienzo del proceso de la elección del Sumo Pontífice, a todos los Cardenales partícipes se les proveerá de una conveniente acomodación en la llamada Domus Sanctae Marthae, que en español significa Casa de Santa Marta o Residencia de Santa Marta, es un edificio construido en 1996, adyacente a la Basílica de San Pedro, en la ciudad del Vaticano, siendo una residencia de los Cardenales electores durante los Cónclaves a partir de su designación como tal por el propio Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Universi Dominicis Gregis. Los locales del Domus Sanctae Martha como la capilla Sixtina y las zonas destinadas a las celebraciones litúrgicas deben estar cerrados a las personas no autorizadas, bajo la autoridad del Cardenal Camarlengo. Se deberá cuidar que nadie se acerque a los Cardenales electores, durante el traslado desde la Domus Sanctae Martha, hasta el Palacio Apostólico Vaticano. Así mismo deberán abstenerse de mantener correspondencia epistolar, telefónica o con otros medios de comunicación, con personas ajenas al ámbito de desarrollo de la elección.

De igual manera, deberán estar disponibles y alojados convenientemente en el mismo lugar que los Cardenales: el secretario del colegio Cardenalicio, que actúa de Secretario de la Asamblea electiva; el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con dos ceremonieros y dos religiosos adscritos a la sacristía pontificia; un eclesiástico elegido por el Cardenal Decano o por el que haga sus veces, para que lo asista en su cargo. Todos ellos con la finalidad de satisfacer las necesidades personales y de la oficina, relacionadas con el desarrollo de la elección. Además deberán estar disponibles algunos religiosos de varias lenguas para las confesiones y también dos médicos para eventuales emergencias. Igualmente se deberá proveer un número suficientes de personas adscritas a los servicios de comedor y de limpieza. Es importante destacar que todas las personas mencionadas anteriormente deberán recibir la aprobación previa del Cardenal Camarlengo y de los tres asistentes. A su vez, todos sin excepción, deberán prestar juramento antes del proceso de la elección, ante el Cardenal Camarlengo u otro Cardenal delegado por este, en presencia de dos ceremonieros.

En el referido Juramento, deben prometer y jurar observar el secreto absoluto con quien no forme parte del colegio de los Cardenales electores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice. Así deben prometer, a su vez, abstenerse a hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión.

El decimo quinto día, de las exequias del difunto Pontífice, sin exceder de veinte días, los Cardenales electores se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, para participar en una solemne celebración eucarística con la misa votiva, se realizará en horas de la mañana. En hora de la tarde se realizará una reunión en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano, cuyo lugar estará reservado hasta el final de la elección, asegurando total secreto de lo que allí se haga o se diga, por lo que se hace necesario realizar severos controles con ayuda de personas de plena confianza, para que en dichos locales no sea instalado dolosamente medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior.

Al llegar los Cardenales a la capilla Sixtina, de acuerdo a la solemne procesión, emitirán el juramento. De la siguiente forma; el Cardenal Decano o el primer Cardenal, por orden de antigüedad leerá la fórmula en voz alta a cada uno de los Cardenales. Después de prestar juramento el último de los Cardenales electores, el maestro de las celebraciones litúrgicas Pontificias pronunciará el extra omnes (frase latina, que en español significa “fuera todos” lo ajeno) y todos los ajenos al cónclave deberán salir de la capilla Sixtina.

En la capilla Sixtina quedarán únicamente el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y el eclesiástico, ya designado para realizar la segunda de las meditaciones a los Cardenales electores,

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