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Cristianismo


Enviado por   •  6 de Junio de 2013  •  3.212 Palabras (13 Páginas)  •  235 Visitas

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Antes de comenzar, es necesario posicionarnos en un tiempo y espacio concretos, ya que las circunstancias marcaran el rumbo, al principio indefinido, de este movimiento.

Nos situamos en el Imperio Romano, ya cercano a su decadencia. En Roma, particularmente, la cual se había convertido en sede capital de un imperio de enormes extensiones, por lo que se había tornado incontrolable. Esta situación, lejos de tranquilizar a los ciudadanos romanos, los acongojaba, ya que la idea de verse invadidos por los godos y los germanos los atormentaba día a día puesto que eso significaría romper con su status quo. Podríamos decir que la mayor parte de los problemas del Imperio se refería a las relaciones que el mismo sostenía con los pueblos conquistados o por conquistar y con el estatuto civil y político a concederles a éstos.

Por lo que nos encontramos en una situación en la que las comunidades conquistadas lejanas geográficamente de la capital del Imperio comenzaron a cuestionarse el porqué deberían de hacer caso al mandato de Roma que tan lejos estaba de su realidad actual. Por otro lado, los mismos ciudadanos romanos temían la destrucción de su civilización en manos invasoras, situación que se vio agraviada cuando el emperador Teodosio, tras disminuir su popularidad en el imperio, se percató de que ni su propio ejército alcanzaría para defender las fronteras del enorme Imperio. Pero esta escenario era medianamente llevadera, ya que era tranquilizada por la certeza de admiración germana a la cultura romana, y si bien querían conquistar el imperio y tomarlo como posesión propia, este hecho tenía sólo fines territoriales y no de destrucción, es más, pretendían tomar elementos de su cultura como propia, antes que destruirla.

Igualmente, todo esto está acrecentado por la creencia de superioridad romana, por ende el desprecio de los romanos hacia los extraños. Si apenas pensaban en organizar doctrinalmente sus conderaciones sobre poblaciones tenidas por inferiores: se contentaban con administrarlas, con la mejor conciencia posible.

Por otro lado, la situación social no se encontraba en el mayor grado de calma y tranquilidad que se podía dar. No sólo se sentían acosados con el temor de las invasiones sino que también se habían convertido en una sociedad convencida en que únicamente había que hacer la guerra, administrar y ganar dinero. Eran materialistas, y disfrutaban de ello. Se habían envuelto en una vida superficial en extremo, en cuyos ratos de ocio disfrutaban de espectáculos de gladiadores y bestias salvajes como divertimento del momento. Esto, agregado al sistema de clientelismo, eran los dos elementos con los que los gobernantes del imperio manejaban a sus ciudadanos alrededor del siglo I.

Es también importante destacar la degradación que provocaba el hecho de ser pobre o vivir precariamente. En la época en que Cicerón era imperaba, se opinaba de ellos de manera despectiva, diciendo que Esas gentes sin dinero son gentes sin escrúpulo. (...) Son gentes de mala conducta, malhechores, pícaros; se le nota satisfecho de encontrar a su cabeza descalsados, es decir, son gentes que no han sabido conservar sus bienes ni su moral.

En cuanto a la cultura, consideraban la filosofía y reflexión sistemática como una pérdida de tiempo. El ocio de los griegos les había inspirado una instintiva desconfianza por lo que el verbo filosofar había tomado una connotación negativa. Tenían un realismo y practicidad que los llevó a desarrollar el Derecho, mayor legado romano, por lo que el primer documento literario importante es la Ley de las XII Tablas. El Derecho sirve a los romanos de política y de moral.

Los valores de la época tenían mucho que ver con lo material y lo social, lo que queda perfectamente demostrado cuando Carneades (156 a. C.), embajador de los atenienses, pronunció dos conferencias ante un auditorio, en dónde la primera se basó en que la justicia es el primer bien, y en la segunda demostró que resultaba difícil ser al mismo tiempo sabio y justo.

Por otra parte, como base de pensamiento de la época domina el estoicismo, el cual, entre otras cosas, afirmaba que la moral consiste en seguir a la naturaleza y que el hecho de ocuparse de los semejantes es, también, un deseo de ella, por lo que el estoicismo es un instrumento que los romanos usan junto con el poder. Pero luego de darles una razón para combatir y convertirse en regulador de un Imperio unificado, hizo su aparición la decadencia de Roma con los problemas económicos ocasionados por la corrupción y despilfarro de las clases superiores, lo que favoreció a las invasiones bárbaras y ocasionó el reemplazo del estoicismo por nuevos movimientos, entre ellos el neoplatonismo.

Paralelamente a éstos hechos, en el Oriente, aparece una figura que marcará un nuevo rumbo, no sólo en sentido religioso sino también en sentido social y por ende político. El nacimiento de Jesús y la aparición del cristianismo influyeron en la decadencia de Roma desde la perspectiva filosófica y política, pero no religiosa o teológica, esto se debe al cambio radical de valores que trajo consigo.

Para comprender mejor esta nueva corriente de pensamiento, hay que comprender sus bases. La religión predominante en Oriente era el judaísmo, cuyas bases políticas son difíciles de definir debido a la diversidad cronológica de los textos encontrados. Pero lo más importante a tener en cuenta es que estamos refiriéndonos a una religión monoteísta que afirmaba la existencia de un Dios espiritual (no territorial) y omnipotente, dirigente de la humanidad y precedente al hombre en el mundo, ya que éste había sido creado por él y quien gozaba de libre albedrío para obedecer o rechazar la voluntad de su creador. El judaísmo tenía como firme convicción el hecho de que el pueblo de Israel era el elegido para la salvación, por lo que estaba directamente gobernada por Dios y que cada país tenía su propio ángel que le dirigía y representaba en el cielo. Las bases de estas afirmaciones se encuentran, actualmente, en la Biblia, pero en ese momento se contaba con diferentes escrituras sagradas, tales como el Tora, pero la sociedad judía se limitaba a las interpretaciones que los rabinos tenían de las sagradas escrituras.

En este contexto, nace Jesús, de cuya vida y obra nos habla el Nuevo Testamento de la Biblia, afirmando ser el hijo de Dios pero teniendo conciencia de la diferencia de poderes y sapiencia que había entre él y Dios Padre. Los apóstoles de la época le dieron el título de Mesías (el Ungido), pero ésta palabra tiene otra acepción que la que le damos en la actualidad. En ese momento, Mesías significaba un líder del pueblo judío mandado por Dios para liberar a Israel del

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