ENSAYO DE TEOLOGIA SOBRE LA PAZ

EN DONDE ESTÁ LA PAZ?

Casi nadie en Colombia se opone a la paz. La mayoría de Colombianos deseamos la paz. El movimiento insurgente habla de paz, también de paz habla el ejército, el obrero, el campesino, el industrial, el ama de cada, el estudiante, el profesional. ¿Pero, de cuál paz hablan?. Cada uno habla de su concepción de paz.

El recorrido sobre la literatura alrededor del tema de Paz también es compleja y no señala un camino unívoco: Se habla del laberinto de la paz, en el que la propia paz es la salida pero hay múltiples caminos, muchos contradictorios, para llegar a ella. Se habla de la paz posible en contravía a una paz perpetua. Se habla de la paz como derecho fundamental y otros lo señalan como derecho colectivo. Se habla de paz como ausencia de guerra y otros de paz como ausencia de violencia. Se habla de que una cosa es la concepción de paz que se lleve a la mesa de negociación y otra la paz deseable. Se habla de paz en sentido restringido y de paz en sentido amplio. Hay quienes hablan de desarrollo para lograr la paz y quienes señalan la paz como requisito del desarrollo; o de caminos para la paz y la paz como el camino. Se habla de la paz como estado mental, como asunto del corazón y de la paz como un valor.

Aunque a todos nos guste vivir en paz, el método que hemos estado usando de generación en generación para alcanzarla no parece demasiado eficaz: buscamos la paz y la felicidad iniciando una guerra, y esto ocurre tanto a nivel doméstico como en las relaciones que mantenemos con nuestros seres queridos.

En las guerras se violan todos y cada uno de los derechos humanos, empezando por el primer y principal derecho que es el de la vida. En este tiempo que vivimos no podemos estar ajenos a guerras que les tocan vivir a personas que, igual que nosotros, tienen derecho a la vida, derecho a vivienda, a expresar libremente sus opiniones y sentimientos, a su seguridad, y con la guerra se ven privados de todos estos derechos. Todos podemos vernos inmersos en una guerra, todos somos cómplices con nuestro silencio de que se provoquen o no lleguen a su fin las guerras actuales.

En estos tiempos de guerra y violencia generalizada, ¿cómo podemos mantener la paz en nuestro interior? ¿Cómo podemos sustraernos al odio y al afán de supremacía o venganza? Y, lo que es aún más importante, ¿cómo podemos conseguir que nuestros sentimientos de solidaridad y compasión contribuyan a modificar nuestro entorno y, en última instancia, ayuden a traer la paz a este mundo turbulento? Las soluciones han de surgir de un cambio interior que ablande la dureza de nuestro corazón y de nuestra mente. Se trata de un cambio basado en el amor: en un amor que no excluye a nadie.

Es por esto que creo necesario que desde la educación se informe, conciencie y eduque a niñas, niños y jóvenes acerca de cultivar el amor en su corazón hacia

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