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El Nacimiento De Jesus


Enviado por   •  24 de Marzo de 2014  •  1.679 Palabras (7 Páginas)  •  325 Visitas

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El nacimiento de Jesús en Belén a la luz de los evangelios y de la tradición cristiana

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San Lucas escribe sobre el nacimiento de Jesús en Belén: “Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse cada cual a su ciudad. Tambien José, por ser de la casa y familia de David, subió de la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto a ella y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc. 2, 4-7)

Continúa :“Unos pastores, que pasaban la noche al aire libre velando por turno su rebaño, de repente un ángel les dijo, no temáis, os anuncio una gran noticia que será de gran alegría para todo el pueblo, hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal, encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De pronto una legión del ejército celestial, decía gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2, 8-14).

San Mateo escribe: “Habiendo nacido Jesús en Belén en tiempos del rey Herodes, nos magos de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando ¿dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer, porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. El rey Herodes al oír esto, se turba y con él toda Jerusalén. Reúne a todos los príncipes del sacerdocio y a los escribas del pueblo preguntándoles dónde podía nacer el Mesías. Ellos le contestan en Belén de Judá, pues así está escrito. Los magos, guiados de nuevo por la estrella, caminan hasta pararse sobre el lugar donde estaba el niño. Entran en la casa, y ven al niño con María, su madre. De hinojos le adoran, y abriendo sus cofres le ofrecen los dones de oro, incienso y mira. Advertidos en sueños de no volver junto a Herodes, regresan a su tierra por otro camino” (Mt. 2, 7-12).

Como vemos y leemos en los Evangelios de san Lucas y de san Mateo, que son los que narran el nacimiento de Jesús en Belén y su adoración por unos magos de Oriente, no escriben nada sobre la presencia de animales, ni del buey ni del asno en el mismo, sino que ello es producto de la tradición cristiana fundada en textos del Antiguo Testamento, como enseña el papa Benedicto XVI en su libro,La infancia de Jesús.

Sin embargo, ni san Lucas ni san Mateo no concretan ni el año ni el mes ni el día del nacimiento de Jesús en Belén. En cuanto al año, simplemente sabemos por san Lucas que fue en tiempos del emperador Octavio de Roma, y por san Mateo que Herodes era el rey de Palestina. El monje excita, Dionisio el Exiguo, fija el año de su nacimiento en el 754 después de la fundación de Roma. Pero comete un error de seis años, dado que el rey Herodes muere en Jericó, entre marzo y abril del año 750, y Jesús nace, por lo menos, dos años antes de su muerte, en el año 748 de la fundación de Roma, aproximadamente.

En cuanto al día y al mes de su nacimiento, la Iglesia hasta el siglo IV, lo fija en el día 6 o 7 del mes de enero. Pero a partir de dicho siglo, la Iglesia católica lo traslada al día 25 de diciembre, con la finalidad de sustituir la fiesta pagana del nacimiento del astro Sol o solsticio de invierno, por la solemne fiesta del nacimiento del Jesús en Belén, como sol de luz y calor para la humanidad tan atormentada por la injusticia, el egoísmo y la ingratitud. Los antiguos celebraban el día 25 de diciembre con gran alegría y fiesta, al ver que las noches comenzaban a menguar y los días a crecer, comprendiendo que la luz, el calor y la vida continuaban en el universo.

San Mateo habla de “unos magos de Oriente”, sin decir su nacionalidad ni su número. Los magos eran sacerdotes y sabios astrólogos, posiblemente de Persia o Arabia. La tradición cristiana varía su número, desde dos a una docena y más, pero desde el siglo VIII los fijan definitivamente en tres reyes magos, llamados, Melchor, Gaspar y Baltasar, que representan a Asía, Europa y África.

San Juan evangelista escribe en el prólogo de su Evangelio: “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria como el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1, 14). San Marcos omite el nacimiento de Jesús en Belén y su adoración por los magos. Ello dio lugar a que ciertos autores racionalistas afirmen que Jesús no nació en Belén y que el viaje

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