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Fracción Del Pan

Alfredo_A26 de Mayo de 2013

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LA FRACCIÓN DEL PAN

Entre los dos acciones más importantes de la celebración eucarística -la consagración y la comunión- está ubicado un rito al que en nuestras celebraciones frecuentemente no se acostumbra dar aquella importancia y relevancia que sin duda merece: nos referimos al gesto de romper el pan. Para subrayar la importancia de este rito bastaría recordar, por ejemplo, que se trata de uno de los gestos realizados por el mismo Señor en la Cena; o bien aludir al hecho de que nos hallamos ante un rito que se encuentra en la liturgia eucarística por lo menos de cuatro siglos antes que el Padrenuestro, oración que hoy nos parece imprescindible en la misa. A este gesto, pues, a su importancia, a su significado, a su relevancia espiritual y a las maneras de revalorizarlo y mejorarlo vamos a dedicar, nuestras reflexiones en este artículo.

1.Un gesto importante

Una nota que subraya por si misma la importancia de la fracción del pan es el hecho de que lo hallamos en todas las liturgias cristianas y situado precisamente en el corazón mismo de la misa, entre el final de la plegaria eucarística y la comunión. Se trata además de un gesto realizado siempre por el que preside la celebración como figura del mismo Señor -ayudado a veces de otros ministros- nunca por un ministro secundario. Es verdad que el gesto tiene también, por lo menos algunas veces, una finalidad utilitaria (en el caso, por ejemplo, de que un sólo pan o unos pocos panes hayan de servir para la comunión de muchos); pero más allá de esta finalidad utilitaria la fracción del pan en la misa es principalmente un gesto litúrgico importante por su significatividad, por su antigüedad, porque deriva de uno de los gestos que realizó el mismo Señor y porque nos referimos explícitamente al gesto cuantas veces celebramos la Eucaristía: «Tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos». A todo ello podemos añadir que el Nuevo Testamento para referirse a la celebración de la Eucaristía usa precisamente la expresión «Fracción del pan» 1.En una celebración de la Eucaristía que quiera ser expresiva del misterio que contiene no puede, pues, permitirse que el gesto de romper el pan que nos mandó realizar el mismo Señor -en el «haced esto en conmemoración mía» se incluye la fracción del pan- pase desapercibida casi y se realice sin realce alguno.

2. Un gesto sacramental

La fracción del pan no sólo es un gesto importante sino también un gesto sacramental. A este respecto conviene recordar que en la liturgia se dan elementos utilitarios, elementos ambientales y elementos sacramentales. La naturaleza de cada uno de estos elementos es muy distinta y por ello es necesario distinguirlos para valorizarlos según su propia finalidad e importancia. El pan y vino de la eucaristía o el agua del bautismo, por ejemplo, son elementos sacramentales, es decir, elementos sin los cuales no habría sacramento. El misal, en cambio, o el micrófono, son simples elementos utilitarios que facilitan al ministro la proclamación de determinados textos que no sabe de memoria o ayudan a los participantes a oir mejor las perícopes y oraciones de los ministros. Las luces, por ejemplo, o las flores y la música instrumental, por su parte, son simples elementos ambientales destinados únicamente a dar solemnidad y matiz festivo a la celebración. Ahora bien en el conjunto de elementos litúrgicos presentes en la celebración es evidente que los simbólicos o sacramentales tienen la primacía absoluta -son los únicos que se buscan por sí mismos- y por ello deben ser subrayados por encima de todas las demás acciones u objetos.

La fracción del pan pertenece sin duda a la categoría de elementos sacramentales o simbólicos, es decir, se trata de una de aquellas acciones que forman parte del núcleo sacramental de la Eucaristía, no de una ceremonia utilitaria ni de un gesto simplemente ambiental 2

El gesto, en efecto, de romper el pan lo encontramos ya en el mismo Nuevo Testamento y con un innegable matiz simbólico en dos direcciones por lo menos: romper un mismo pan para que todos coman de él significa por una parte la unidad de los comulgantes y de la misma Iglesia y es, por otra parte, como un gesto profético del cuerpo del Señor que será «roto» y «partido» por la muerte de cruz.

3. Un gesto que significa la unidad de los comulgantes en la unidad del Cuerpo de Cristo

El gesto de romper el pan simboliza la unidad de los comulgantes que forman con el Señor un solo cuerpo. El gesto no consiste, como algunos modernamente han imaginado, en comer el pan eucarístico todos al mismo tiempo a la manera como pueden hacerlo los concelebrantes 3 -éste comer todos a la vez no se hace en los banquetes- y, por otra parte, resulta un gesto forzado y ridículo; lo propio del rito sacramental consiste en comer en una misma celebración y de un mismo pan partido o compartido.

El gesto cristiano -fracción y participación de un mismo pan roto- se deriva de los usos judíos entre los que la acción de romper el pan y repartirlo era privilegio del jefe de familia; este gesto comunitario lo realizó pues el Señor en la Cena como jefe de su grupo y hoy lo repite el mismo Señor representado por el obispo o presbítero que preside la eucaristía: «Tomó el pan, dijo al bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos»4. En este rito los apóstoles vieron desde el principio el signo comunitario por excelencia de la unidad de la familia eclesial: «El pan que partimos nos une a todos en el Cuerpo de Cristo» (1 Co 10, 17)

4. Un gesto profético de la muerte del Señor

Pero además de un signo de unidad en el pan partido el mismo Nuevo Testamento, desde la primera carta a los Corintios, ve también otro simbolismo, que más tarde se irá intensificando en las diversas liturgias. Este nuevo simbolismo de la fracción no se centra en la comunidad sino que alude a la muerte de Cristo actualizada en la eucaristía: de la misma manera que el pan se rompe en la celebración, así se rompió el Cuerpo del Señor al ser despedazado en la cruz.

Este matiz -vale la pena notarlo- aparece explícito en muchos de los antiguos manuscritos de Lc 22, 20 y de 1 Co 24 en los que la frase «Esto es mi Cuerpo entregado (didomenon) por vosotros» figura con una palabra cuyo significado es, por lo menos parcialmente, distinto -palabra por otra parte, que encontramos también en no pocas anáforas antiguas-; en lugar de decir «entregado por vosotros» aparece «roto (ekjunnmenon) por vosotros». Aunque en su contexto el sentido de ambas redacciones no sea muy diverso, la variante, con todo, es testimonio de como se interpretaba antiguamente la consagración-fracción del pan en el sentido de símbolo de la muerte violenta y sacrificial del Señor.

En esta misma línea de ver la fracción del pan un signo de la muerte de Cristo hay que situar también muchos de los cantos que acompañan el rito de la fracción en las diversas liturgias. Por lo que se refiere a la liturgia romana en concreto, desde los tiempos del papa Sergio I, durante la fracción del pan se canta el «Cordero de Dios» que alude inequívocamente al sentido sacrificial de la Eucaristía, más en concreto del rito de romper el pan como alusivo a la muerte del Señor inmolado como Cordero de la pascua cristiana: por ello el canto del «Agnus Dei» y el rito de la fracción se presentan como acciones correlativas y hemos de alegrarnos de que nuestro misal haya recuperado la antigua funcionalidad de este canto.

5. Significados secundarios del gesto de la fracción del pan

Junto a los dos significados fundamentales de la fracción que acabamos de comentar aparecen en las liturgias y en los Padres otros significados secundarios y ciertamente menos fecundos tanto desde un punto de vista espiritual como sacramental; aludimos a ellos simplemente para subrayar la importancia que se dió al rito de la fracción en la antigüedad. Así, por ejemplo, Teodoro de Mopsuesta (+ 428) -no nos hallamos ciertamente en el tiempo de las alegorías medievales sino en plena época patrística- ve en la fracción del pan un símbolo de la múltiples apariciones del resucitado: es, dice, como si por medio de las diversas partes en que se rompe el pan multiplicara el Señor su presencia, como después de la resurrección se manifestó a sus discípulos, haciendo partícipes de su resurrección a muchos, a las mujeres, a los apóstoles, a los discípulos de Emaús «y ahora se sigue apareciendo a los hijos de la Iglesia» (Narsai, Homilia 17, citado en JUNGMANN, El sacrificio de la Misa' BAC 68, pág. 863).

6. Pequeña historia de la fracción: la época primitiva

La fracción del pan tiene su origen, como hemos dicho ya, en la acción del Señor que rompió el pan en la Cena. O, si se quiere remontar más aún -lo hemos visto también- en las costumbres judías que querían que el padre de familia rompiera el pan, con especial solemnidad incluso en algunas ocasiones como en la inauguración del sabbat o en la cena pascual, como signo de su papel de jefe del grupo familiar.

Para los cristianos el gesto de partir el pan cobró pronto un nuevo significado y una fuerza siempre en aumento -lo hemos visto también- para recordar sobre todo la acción profético-simbólica de Jesús entregándoles el «pan roto» como memorial permanente de su cuerpo entregado a la muerte por su salvación. El impacto del gesto del Señor cobró sin duda gran fuerza ante los discípulos por el hecho de haber sido realizado por el Señor a pocas horas de distancia del inicio de su pasión, casi a manera de testamento. Debido, sin duda, al impacto que causó ante los discípulos el recuerdo del gesto simbólico-profético

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