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Historia.


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  Informes  •  357 Palabras (2 Páginas)  •  167 Visitas

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El hecho más relevante en la historia de la iglesia en los siglos segundo y tercero fue la persecución que los emperadores romanos desplegaron contra el cristianismo. Aunque esta situación no fue continua, a menudo duraba varios años y propensa a que en cualquier momento estallara en formas terribles. En el siglo cuarto se prolongó hasta 313 d.C., cuando el edicto de Constantino, el primer emperador cristiano, puso fin a todos los intentos de destruir la iglesia de Cristo. Es sorprendente que durante este período algunos de los mejores y más sabios emperadores eran los más activos en la persecución del cristianismo. Sin embargo, la oposición de algunos de los peores emperadores era mínima o ninguna. Antes de narrar la historia, investiguemos algunos de los motivos que obligaban al gobierno, general-mente justo y que procuraba el bienestar de sus ciudadanos, a intentar por espacio de doscientos años a extirpar un cuerpo tan recto, tan obediente a la ley y tan conveniente como los cristianos. Puede señalarse un buen número de causas para el antagonismo de los emperadores al cristianismo.

El paganismo acogía las nuevas formas y objetos de adoración, mientras que el cristianismo las excluía. Donde los dioses ya se contaban por cientos, aun por miles, un dios más no se destacaba en nada. Cuando la gente de una ciudad o una provincia deseaban desarrollar el comercio o la inmigración, construía templos a los dioses que se adoraban en otros países para que los ciudadanos de esos otros países pudiesen tener un lugar de adoración. Es por eso que en Pompeya encontramos un templo a Isis, una diosa egipcia, construido para fomentar el comercio de Pompeya con Egipto. Esto hacía que los comerciantes egipcios se sintieran como en su propio país. El cristianismo, en cambio, se oponía a toda adoración excepto a la de su propio Dios. Un emperador deseó colocar una estatua de Cristo en el Panteón, un templo de Roma que todavía está en pie, donde se adoraban a todos los dioses importantes. Sin embargo, los cristianos

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rechazaron la oferta con desprecio. No querían que a su Cristo se le reconociese solo como uno entre muchos dioses.

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