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LOS 40 DIAS DE JESUS


Enviado por   •  23 de Abril de 2018  •  Reseñas  •  2.033 Palabras (9 Páginas)  •  128 Visitas

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Fundación Universidad Bautista de Cali

Presentado por: Walter Sarta Bolaños.

Materia: Nuevo Testamento I

Docente: Isdalia Ortega Sánchez

Tema: Los 40 días después.


Uno de los temas que más llamó mi atención durante el estudio del libro de los Hechos, es ver c
ómo Jesús necesitó de 40 días más después de su resurrección para tratar con sus discípulos (Hch 1:3). No bastó con los 3 años aproximados de ministerio a su lado, en los cuales les enseñaba de diferentes temas y también de cómo era necesario que él partiera para que ellos pudieran seguir adelante con lo que Jesús había comenzado, con la misión de Dios. Él tuvo que mostrarse a ellos nuevamente para que pudieran creer que si era el hijo de Dios, el mesías, del que habían hablado tanto los profetas, aquel que resucitaría al tercer día. Notemos que en esos 40 días de instrucción, Jesús les estuvo hablando a sus seguidores acerca del Reino de Dios. ¿Pero qué cosas les estuvo enseñando Jesús a sus discípulos sobre el reino de Dios durante esos 40 días que siguieron a su resurrección? ¿Por qué Dios no lo resucitó y lo llevó enseguida al cielo, de la tumba a la diestra del trono de Dios? ¿Cuál fue el propósito de esos días? ¿Qué hizo Él? ¿Por qué los relatos hablan de más de 500 personas? ¿Dónde estaban estos seguidores en los otros textos, y por qué no se mencionaban?¿Por qué 40 días?

Podemos decir que esos 40 días no fueron un accidente, no fueron sólo un paréntesis, más bien fue algo que ya estaba en el plan de Dios. Los discípulos estaban confundidos, estaban tristes por la pérdida de su maestro. Ellos pensaban que Él era el Rey, que había venido a traer el reino de Dios a la tierra, y ahora su Rey estaba muerto. Jesús usó este breve período de 40 días para alentar a Sus discípulos y hacerles entender que Él no estaba muerto, que vivía y viviría para siempre.

Alejandro Cativela[a] en su libro La resurrección de Jesús nos habla un poco de la condición de los testigos de estas apariciones durante esos 40 días, especialmente la de los 1[b]1 discípulos de Jesús.  Dice lo siguiente: “es importante estudiar la condición, el estado moral y espiritual de los apóstoles antes y después de la resurrección de Jesús”. (Cativela, 1919) [c]

Esa condición de los discípulos se puede traducir a incredulidad[d]. Ellos no estaban confiados o seguros de la resurrección del maestro, es por esto que cuando la primera testigo del caso se los anuncia, ellos no creen[e]. Ahora bien, el escritor francés Ernesto Renán en su libro La vida de Jesús dice, que lo que María de Magdala pudo haber visto fue una visión a causa de su amor por el maestro. Manifiesta lo siguiente: “Fue nada más que el parto de un cerebro enfermo, el producto de la imaginación sobreexcitada de una mujer en delirio”. (Renan, 1968). Así es que surge una teoría que de igual manera, los discípulos también pudieron haber alucinado, pudieron haber tenido una “visión” debido al gran dolor por el que estaban pasando. Ellos recordaban cada momento compartido con su maestro y esto los pudo llevar a esa imaginación.

Pero la biblia nos dice que Jesús dio pruebas o evidencias de su resurrección durante esos 40 días y Jesús usó esas semanas para seguir aumentando la fe de sus discípulos, pues ya se acercaría la hora de dejarlos y el futuro de su misión dependía de que los discípulos tuvieran confianza en que Jesús estaba vivo, que Él había vencido la tumba. Pero no solo ellos tenían que tener confianza, ellos iban a tener que persuadir a otros de que Él había sido crucificado, y de que era el hijo de Dios que se había levantado de los muertos, lo cual no iba a ser una tarea fácil de realizar. Por lo tanto, ellos mismos tenían que estar totalmente seguros de la resurrección de Jesús y que con esas evidencias no podían refutar. Una de las evidencias fue su cuerpo físico, el cual era un cuerpo glorificado. Tal vez no era el mismo cuerpo, pero podían reconocerlo. Pudieron ver las cicatrices de los clavos en sus manos y en sus pies. Lo vieron, lo tocaron, comieron y hablaron con Él. Él les dio evidencia física de Su resurrección.

Para poder entender un poco más este tema, debemos remitirnos a los 4 evangelios, los cuales nos narran unas 10 apariciones de Jesús después de su resurrección, pero debemos ponerlas todas en conjunto ya que no se encuentran todas en un solo evangelio. Cada una de las apariciones se da cuando todos pensaban que estaba muerto, y lo interesante es que cada aparición fue personal, es decir, encuentros íntimos con personas o grupos particulares.

La primera aparición que podemos ver fue a María Magdalena quien estaba triste y llorando fuera de la tumba (Jn 20:11). En este pasaje podemos ver cómo el amor de Jesús siempre busca consolarnos, alentarnos, darnos ánimo y creer siempre que él cumple su promesa de no dejarnos.

Tenemos otra aparición nuevamente a María Magdalena, pero esta vez la Magdalena iba acompañada de otras 2 mujeres quienes estaban regresando de la tumba vacía el día de la resurrección (Mt 28:9-11).

Luego se apareció a Cleofás y otro que venían por el camino a Emaús (Mr 16:12 y Lc 24:13). Lucas nos da una idea más extensa de la conversación de estos 2 hombres[f] con Jesús, pues ellos seguían esperando que Jesús hubiese sido el rey que redimiera al pueblo de Israel del dominio Romano en el que se encontraban en ese momento. Tal vez su dolor, y su impotencia no los hacía ver el verdadero reinado que vino a establecer Jesús. Era una libertad más que terrenal, espiritual, era una vida eterna a su lado en el cielo.

Se apareció a Pedro en Jerusalén como parte del proceso restaurador en su vida (Lc 24:34).

Otra aparición fue a los discípulos, quienes estaban encerrados en una habitación en Jerusalén (Jn 20). En esa ocasión un discípulo estaba ausente, era Tomás, así que cuando él oyó acerca de esto tuvo mucha dificultad para creerlo. Podemos hablar de Tomás como el discípulo más incrédulo, aquel quien a pesar de haber compartido con Jesús y haber escuchado de su propia boca lo que sucedería. Tomás fue el tipo de creyente de hoy día que necesita ver para creer, olvidando el principio de la fe que es creer para ver.

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