La Misión De La Iglesia

OBJETIVO ESPECIFICO: Ofrecer al joven herramientas que faciliten la toma de decisiones para una opción de vida futura al servicio de la Iglesia.

1.- La misión del joven hoy

“La misión de los adolescentes y jóvenes de América Latina que caminan hacia el tercer milenio cristiano es prepararse para ser los hombres y mujeres del futuro, responsables y activos en las estructuras sociales, culturales y eclesiales, para que, incorporados por el espíritu de Cristo y por su ingenio en conseguir soluciones originales contribuyan un desarrollo más humano y más cristiano” (SD no. 3).

Para que el joven pueda dar una respuesta a todas las exigencias del futuro, es necesario que esté preparado para hacer frente a todos los desafíos del mañana y así responder a estos retos, de igual forma dar respuesta a las dimensiones personales, humanas, espirituales, etc.

2.- La fe del joven hoy

“Los niños y los jóvenes, cada vez más numerosos, nacidos y educados en un lugar no cristiano o al menos no practicante, pero deseosos de conocer la fe cristiana. Se les deberá asegurar una catequesis adecuada para que puedan creer en la fe y vivirla progresivamente a pesar de la falta de apoyo, acaso a pesar de la oposición que encuentren en su familia y en su ambiente sobre la catequesis en nuestro tiempo” (CT no. 42).

Los padres de familia son quienes deben inculcar la educación cristiana a sus hijos, a su vez los padres deben estar en continua formación cristiana, para así dar bases sólidas cristianas a sus hijos, y tengan participación activa dentro de la Iglesia.

3.- El Espíritu de Dios en la vida del joven.

“Todos los cristianos, en cuanto han sido regenerados por el agua del Espíritu Santo, han sido constituidos nuevas creaturas y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana, la cual no persigue la madurez humana ya descrita sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes del don de la fe mientras son iniciados gradualmente en la historia de la salvación. Aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad (Jn 4, 23), y así lleguen al hombre perfecto en la edad de la plenitud de Cristo (Ef 4, 13), y contribuyan al crecimiento del Cuerpo Místico de Cristo” (GE no. 2).

Una vez incorporados al seno de la Iglesia, la vida cristiana requiere participación activa, a ser personas comprometidas en comunión con Cristo y con la Iglesia

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