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La Oracion


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  3.664 Palabras (15 Páginas)  •  325 Visitas

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Qué es la oración.

Para orar, es necesario querer orar.

La oración es buscar a Dios, es ponernos en contacto con Dios, es encontrarnos con Dios, es acercarnos a Dios.

Orar es llamar y responder. Es llamar a Dios y es responder a sus invitaciones. Es un diálogo de amor.

Santa Teresa dijo en una ocasión: “Orar es hablar de amor con alguien que nos ama”.

La oración no la hacemos nosotros solos, es el mismo Dios (sin que nos demos cuenta) el que nos transforma, nos cambia. Podemos preguntarnos, ¿cómo? Aclarando nuestro entendimiento, inclinando el corazón a comprender y a gustar las cosas de Dios.

La oración es dialogar con Dios, hablar con Él con la misma naturalidad y sencillez con la que hablamos con un amigo de absoluta confianza.

Cuanto más profunda es la oración, se siente a Dios más próximo, presente y vivo. Cuando hemos “estado” con Dios, cuando lo hemos experimentado, Él se convierte en “Alguien” por quien y con quien superar las dificultades.

Quien tiene el hábito de orar, en su vida ve la acción de Dios en los momentos de más importancia, en las horas difíciles, en la tentación, etc. 15min diarios, el habito de cuarto de h

En cambio, si no oramos con frecuencia, vamos dejando morir a Dios en nuestro corazón y vendrán otras cosas a ocupar el lugar que a Dios le corresponde. Nuestro corazón se puede llenar con:

Lo que no es la oración

Si no se dirige a Dios, no es propiamente oración.

En la oración nos comunicamos con Dios. Si no buscamos una comunicación con Dios, sino únicamente una tranquilidad y una paz interior, no estamos orando, sino buscando un beneficio personal.

Si no interviene la persona con todo su ser (afectos, inteligencia y voluntad) no es oración.

Si no hay humildad y esfuerzo no es oración. Para orar es necesario reconocer que necesitamos de Dios.

Si no hay un diálogo con Dios, no es oración. Si únicamente hablamos y hablamos sin escuchar, nuestra oración la reducimos a un monólogo

Cuando retamos o exigimos a Dios tampoco estamos orando, pues nos estamos confundiendo de persona. Dios es infinitamente bueno y nos ama. No podemos dirigirnos a Él con altanería.

Si no nos sentimos más identificados con Jesucristo no hemos hecho oración. Se trata de poco a poco en la oración identificarnos con Cristo para poder actuar como Él actuaba.

Si no tenemos un fruto de más amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, no hemos hecho oración. La oración debe verse reflejada en nuestras vidas.

Características de la oración y consejos para orar.

San Ignacio de Loyola dijo: “Orar es gustar las cosas internamente; saborear íntimamente las cosas de Dios.

Características de la oración:

La oración se dirige a Dios y no necesita de muchas palabras. Él conoce lo que nos pasa. Si no logramos escuchar a Dios, volver a intentarlo una y otra vez hasta conseguirlo.

La oración debe ser perseverante: tener paciencia en establecer ese diálogo con Dios.

La oración debe ser insistente, es decir, no abandonar la oración a la primera sino insistir. 

Para orar es necesario ser humildes. 

La oración es poderosa: 

La oración es confiada: .

La oración, siempre debe estar precedida del perdón

La oración es necesaria para no caer en tentación

Consejos para la oración:

Cuando comencemos a orar es muy conveniente hacer un ejercicio de reflexión para preparar nuestro corazón. Consiste en detenernos un momento a pensar que es lo que estamos haciendo, con quién estamos hablando. Tomar conciencia de que la oración es un diálogo con un Padre que nos ama y que nos ha dado todo lo que somos y tenemos. Todo lo que viene de Dios es bueno, es para nuestro bien. 

Para que la oración sea auténtica se necesita buscar con sinceridad a Dios, un clima de silencio interior y exterior quitando el ruido de las pasiones, de los llamados de sensualidad, del orgullo. Tener humildad y deseos de amar a Dios. San Juan de la Cruz nos dice “Olvido de lo creado, memoria del Creador, Atención a lo interior y estarse amando al Amado”.

Dedicar cada día unos minutos a la oración personal. Así como dormimos, comemos, trabajamos y descansamos, la oración debe formar parte de nuestra vida diaria.

Algunas recomendaciones prácticas que cada persona puede adaptar a su estilo de vida:

Lugar: Escoger un lugar específico para orar. No importa cuál sea, mientras nos ayude a obtener el silencio interior que necesitamos.

Horario: Revisar nuestro horario y escoger para la oración un momento en el que nos encontremos en paz y no tengamos muchas ocupaciones y que tampoco nos encontremos muy cansados. Procurar que esta hora sea siempre la misma y mantenerla fija lo más que se pueda.

Postura: La postura es importante, mas no indispensable. La oración no es cuestión de ejercicios físicos, es algo espiritual. Cada quien puede adoptar la postura que quiera, ya que cada persona experimenta las cosas de manera distinta. Nos pueden ayudar algunos ejercicios de relajación y de respiración, pero sin convertirse en el fin de nuestra meditación.

Antes de la oración: Decirnos a nosotros mismos, ¿con quien voy a hablar?, ¿con qué actitud voy a comenzar?, ¿de qué le quiero hablar el día de hoy?

Al principio de la oración: Dejar de hacer lo que estábamos haciendo para dedicar este tiempo a la oración. Dejar a un lado todo lo demás por un tiempo. Ponernos en presencia de Dios Padre, al persignarnos hacerlo pausadamente. Después, ofrecernos a Dios diciéndole “Aquí me tienes Señor, con mis cualidades y defectos”. Aquí se puede tener algún detalle de delicadeza.

Llevar a cabo la oración: Escoger

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