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La Tercera Epístola De Juan


Enviado por   •  14 de Abril de 2015  •  2.585 Palabras (11 Páginas)  •  427 Visitas

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La tercera epístola de Juan nos ofrece una panorámica de la vida en la iglesia primitiva, acompañando de forma maravillosa a la segunda epístola, que fue dirigida a una mujer cristiana acerca de cómo enfrentarse con los falsos maestros que existían en aquellos días.

La tercera epístola de Juan fue escrita a un hombre cristiano acerca de cómo debía atender a los verdaderos maestros que viajaban de un sitio a otro proclamando la palabra de Dios. Por lo tanto, hallamos tanto un contraste como cierta semejanza entre estas dos epístola de puño y letra de Juan.

Esta tercera epístola nos muestra algo acerca del problema causado por las diversas personalidades dentro de la iglesia y en ella se mencionan a tres personas. Hay un hombre, llamado Gayo, al cual va dirigida esta epístola. Hay un segundo hombre, llamado Diótrefes y un tercero llamado Demetrio. Estos tres hombres son como tres clases diferentes de cristianos que se encuentran en la iglesia durante cualquier época. Al igual que sucede con todas las epístolas del Nuevo Testamento, esta es una epístola muy actualizada y sumamente importante. Para comenzar, tenemos a un hombre llamado Gayo. Puede que éste sea uno de los tres Gayo que se mencionan en otros lugares del Nuevo Testamento, aunque Gayo era un nombre muy corriente en los tiempos novotestamentarios, como lo es Juan. Sea como fuere, es evidente que Juan le conocía y le dirige esta carta en tono cálido y amistoso. A juzgar por lo que leemos, llegamos a la conclusión de que Gayo era un hombre afable, cordial y generoso. Es importante fijarse en tres cosas que Juan dice acerca de él. En primer lugar, era un hombre que tenía un alma fuerte y eso es lo que hizo que Juan sintiese un profundo aprecio por él.

"Mi oración es que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma." (3ª Juan 2)

Aunque en otras versiones la manera de expresarlo sea un poco diferente, estas son las palabras que hallamos en la Reina Valera Actualizada, que es una interpretación más exacta.

Creo que esas son palabras maravillosas para decírselas a una persona ¿no es así? "Ojalá que seas igualmente fuerte en cuerpo como lo eres en el espíritu. Sería interesante aplicar esta prueba a las personas actualmente. Si su aspecto físico fuese un reflejo de su estado espiritual, ¿qué aspecto tendría usted? ¿Sería usted una persona robusta, fuerte y viril? ¿O sería usted un debilucho y decrépito, que apenas si se puede mover? Gayo era la clase de persona acerca del cual podía decir el apóstol Juan: "ojalá tu vida física fuese tan fuerte como tu vida espiritual.

Además era consistente en sus acciones:

"Pues me gocé mucho cuando venían hermanos y daban testimonio de tu verdad, es decir, de cómo andas en la verdad." (v. 3)

Su vida era un testimonio de la verdad y lo que impresionó a Juan no fue el hecho de que conociese la verdad, sino de que la siguiese y la viviese. Tenía una vida consistente, porque no predicaba una cosa y luego hacía otra, sino que andaba en la verdad y, finalmente, era generoso en cuanto a su manera de vivir:

"Amado, fielmente procedes en todo lo que haces a favor de los hermanos, y más aún cuando son forasteros. En presencia de la iglesia, ellos han dado testimonio de tu amor. Si los encaminas como es digno de Dios, harás bien." (vs. 5, 6)

Una de las señales de que una persona ha sido realmente tocada por Dios es el hecho de que se muestra generosa con su dinero. Da con generosidad, con buena actitud y con gozo, tal y como le gusta a Dios. Y este hombre es fiel (leal) a la hora de dar, lo cual quiere decir que da de manera continuada y sistemática. No da solo cuando se deja llevar por sus emociones y cumple, continuando fielmente con la obra que ha prometido realizar.

Lo que también está claro es que daba con gozo, porque Juan dice "como es digno de Dios o como beneficia a su obra. Dios no quiere que nosotros demos porque nos sintamos obligados o porque alguien está recogiendo una ofrenda especial. O porque sintamos que si no lo hacemos, otros cristianos nos miraran con desprecio y Gayo da porque se deleita en hacerlo.

En un momento volveremos a los versículos siete y ocho, pero primero veamos quién era este hombre llamado Diótrefes:

"He escrito a la iglesia; pero Diótrefes, quien ambiciona ser el primero entre ellos, no nos admite. Por esta causa, si voy allá, haré recordar las obras que hace y cómo nos denigra con palabras maliciosas. No satisfecho con esto, él mismo no admite a los hermanos; además, impide a los que los quieren recibir y los expulsa de la iglesia. Amado, no imites lo que es malo, sino lo que es bueno. El que hace lo bueno procede de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios." (3ª Juan 9-11)

Este es el primer ejemplo en la iglesia novotestamentaria de un jefe en la iglesia, alguien que intenta dirigir la iglesia. Puede haberse tratado de un anciano o de un diácono o tal vez de un pastor, es difícil saberlo, pero se trata sin duda de alguien que consideraba su labor como el responsable de decir a todo el mundo en la iglesia lo que debía de hacer. Parece ser que en la iglesia primitiva tenían alguna clase de lista de los miembros y si a Diótrefes había una persona que no le agradaba, borraba su nombre de la lista y la echaba de la iglesia y Juan está totalmente en contra de eso, dando claramente a entender que Diótrefes era culpable de cuatro actitudes y acciones particularmente equivocadas. Para empezar, Juan dice que era culpable de denigrar al apóstol "denigrando [predicando] en contra mía con palabras maliciosas y negando la autoridad del apóstol Juan.

Sabemos, basándonos en lo que dicen otras epístolas, que los apóstoles desempeñaban un papel único en la historia de la iglesia. Debían de poner los fundamentos de la iglesia y les había sido concedida la autoridad necesaria para resolver los temas concernientes a la iglesia y es precisamente esta palabra apostólica la que nos transmite el Nuevo Testamento y por eso es por lo que tiene tal autoridad para los cristianos. Así que tenemos aquí el caso de un hombre que no solo hacía caso omiso de la autoridad del apóstol Juan, sino que además hablaba en su contra, diciendo cosas calumniosas y maliciosas contra el apóstol.

Es más, dice que Diótrefes se niega a recibir a los hermanos que iban cuando los ministros que viajaban de un lugar a otro, hablando la verdad de Dios, iban a la congregación y no quería tener nada que ver con ellos, echándoles y negándose a permitir que hablasen en la iglesia.

Una tercera cosa es que echaba de la iglesia a aquellos que hubiesen recibido

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