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MUERTE DE JESÚS E LA CRUZ

dicasi8916 de Octubre de 2013

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39. ¿Cómo fue la muerte de Jesús?

Jesús murió clavado en una cruz el día 14 de

Nisán, viernes 7 de abril del año 30. Así se puede

deducir del análisis crítico de los relatos

evangélicos, contrastados con las alusiones a su

muerte trasmitidas en el Talmud (cfr. TB, Sanhedrin

VI,1; fol. 43a).

La crucifixión era una pena de muerte que los

romanos aplicaban a esclavos y sediciosos. Tenía un

carácter infamante, por lo que de suyo no podía

aplicarse a un ciudadano romano, sino sólo a los

extranjeros. Desde que la autoridad romana se

impuso en la tierra de Israel hay numerosos

testimonios de que esta pena se aplicaba con relativa

frecuencia. El procurador de Siria Quintilio Varo

había crucificado en el año 4 a.C. a dos mil judíos

como represalia por una sublevación.

Por lo que se refiere al modo en que pudo ser

crucificado Jesús son de indudable interés los

descubrimientos realizados en la necrópolis de Givat

ha-Mivtar en las afueras del Jerusalén. Allí se

encontró la sepultura de un hombre que fue

crucificado en la primera mitad del siglo I d.C., es

decir, contemporáneo de Jesús.

La crucifixión era una

pena de muerte que los

romanos aplicaban a

esclavos y sediciosos.

Tenía un carácter

infamante, por lo que de

suyo no podía aplicarse a

un ciudadano romano,

sino sólo a los

extranjeros.

La inscripción sepulcral permite conocer su

nombre: Juan, hijo de Haggol. Mediría 1,70 de

estatura y tendría unos veinticinco años cuando

murió. No hay duda de que se trata de un

crucificado ya que los enterradores no pudieron

desprender el clavo que sujetaba sus pies, lo que

obligó a sepultarlo con el clavo, que a su vez

conservaba parte de la madera. Esto ha permitido

saber que la cruz de ese joven era de madera de

olivo. Parece que tenía un ligero saliente de madera

entre las piernas que podría servir para apoyarse un

poco, utilizándolo como asiento, de modo que el reo

pudiera recuperar un poco las fuerzas y se

prolongara la agonía evitando con ese respiro una

muerte inmediata por asfixia que se produciría si

todo el peso colgara de los brazos sin nada en que

apoyarse. Las piernas estarían ligeramente abiertas y

flexionadas. Los restos encontrados en su sepultura

muestran que los huesos de las manos no estaban

atravesados ni rotos. Por eso, lo más probable es que

los brazos de ese hombre fueran simplemente atados

con fuerza al travesaño de la cruz (a diferencia de

Jesús, al que sí clavaron). Los pies, en cambio

habían sido atravesados por los clavos. Uno de ellos

seguía conservando fijado un clavo grande y

bastante largo. Por la posición en que está podría

pensarse que el mismo clavo hubiera atravesado los

dos pies del siguiente modo: las piernas estarían un

poco abiertas y el poste quedaría entre ambas, la

parte izquierda del tobillo derecho y la parte derecha

del izquierdo estarían apoyados en los lados del

poste transversal, el largo clavo atravesaría primero

un pie de tobillo a tobillo, después el poste de

madera y después el otro pie. El suplicio era tal que

Cicerón calificaba a la crucifixión como «el mayor

suplicio», «el más cruel y terrible suplicio», «el peor

y el último de los suplicios, el que se inflige a los

esclavos» (In Verrem II, lib. V, 60-61).

En su entrega generosa a la

muerte de Cruz, manifiesta la

magnitud

...

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