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Madre De Moises


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  419 Palabras (2 Páginas)  •  321 Visitas

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JOCABED, MADRE Y NODRIZA DE MOISÉS

El libro del Éxodo narra cómo una vez muerto José, y de acuerdo a la promesa que Dios le hizo a Abraham (Gn 12:2; 15:5), el pueblo hebreo empezó a multiplicarse en Egipto en gran manera, al punto que los egipcios comenzaron a temer que si seguía aumentando su número, podían convertirse en una amenaza para ellos en caso de guerra (Ex 1:9,10. Nota 1). Cuando subió al trono un faraón que no había conocido a José, el nuevo soberano decidió oprimir a los hebreos con tributos y faenas pesadas para impedir que se siguieran multiplicando (Ex 1:11,12). Pero fue inútil. Ni aun el hecho de incrementarles las cargas y hacerles la vida penosa surtió el efecto deseado. ¿Y cómo podría, si la bendición de Dios estaba sobre ellos? Entonces el faraón ordenó a las parteras que atendían a las mujeres israelitas, que no dejaran vivir a los hijos varones que les nacieran y que sólo dejaran con vida a las hijas. Pero ellas se negaron a cumplir sus órdenes. Dice la Escritura que ellas “temieron a Dios y no hicieron como les mandó el rey.” (Ex 1:15-21). Y por haberle temido más que al faraón, Dios prosperó a las familias de las parteras. Dios recompensa a los que ponen la obediencia a sus mandatos por encima del temor a los hombres. Al faraón, finalmente, no le quedó más remedio que ordenar que todo hijo varón de los hebreos que naciera fuera echado al río para que muriera, y que sólo quedaran con vida las niñas (v. 22).

Fue entonces cuando Jocabed, esposa del levita Amram (2), dio a un luz a un hijo tan hermoso que no pudo entregarlo a la muerte, sino que lo escondió durante tres meses (Ex 2:2), a sabiendas de que si eran descubiertos, ella y su marido morirían junto con el niño. Hasta que llegó el día en que no podían seguir ocultándolo.

Entonces tomaron un arquilla (una pequeña canasta) y la prepararon para que pudiera flotar en el agua (Ex 2:3); pusieron al niño en ella y la llevaron al río Nilo, donde la depositaron escondida entre los carrizos que crecían en sus orillas.

Esa fue una medida desesperada, pero también un acto de confianza enorme en Dios, pues equivalía a poner al niño en sus manos, seguros de que Dios cuidaría de él. La epístola a los Hebreos elogia la fe de los padres de Moisés que no dudaron en arriesgar sus vidas al desobedecer al faraón. (Hb 11:23).

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