No Solo De Pan
tope559 de Julio de 2013
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La cuaresma es un tiempo importante en el año litúrgico. En muchas ocasiones lo hemos vivido, centrado en sí mismo, olvidando aquella perspectiva de la Pascua, a la que nos prepara y da su auténtico sentido y profundidad.
Cuaresma no tiene por qué ser sinónimo de caras largas y tristes, de sacrificios y penitencias. La Cuaresma, vivida en sus expresiones de ayuno, limosna y oración, no está reñida con el gozo de ser cristiano. Cuaresma es un tiempo oportuno para tomar en serio nuestra vida, a la luz de la meta que es la Pascua. Es casi como un pequeño ensayo de lo que es toda nuestra vida cristiana: caminar hacia la Pascua, nuestra plenitud. Es verdad que ese camino tantas veces se hace desierto por las dificultades.
Necesitamos un pozo de donde beber y calmar nuestra sed. El pozo de la Palabra, la de Jesús, Palabra viva del Padre, «camino, verdad y vida».
Junto al pozo tenemos la oportunidad de tomar nuestra vida en serio y disfrutar de ella. Cuaresma es, entonces, tiempo oportuno para revisar y cambiar, para convertirse de corazón al Señor. Un tiempo para amarlo y amar a nuestros hermanos con todo nuestro ser –mente, alma y corazón. Un tiempo, pues, para preguntarse, ¿dónde tengo puesto el corazón? ¿De qué he de ayunar? ¿De qué he de abstenerme?
Que un lugar importante de estas preguntas lo ocupe Dios y la solidaridad con los hermanos. Que nuestro ayuno de pan –”no sólo de pan vivirá el hombre”– sea el signo del ayuno de todo lo que empaña nuestro amor a Dios y al prójimo. Que busquemos la Palabra de Dios plenamente.
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