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Quien Es Dios


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  2.776 Palabras (12 Páginas)  •  317 Visitas

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DIOS

Cualquier cosa que se adore puede denominarse un dios, puesto que el adorador le atribuye un poder superior al suyo y la venera. Una persona incluso puede hacer de su vientre un dios. (Ro 16:18; Flp 3:18, 19.) En la Biblia se mencionan muchos dioses (Sl 86:8; 1Co 8:5, 6), pero al mismo tiempo dice que los dioses de las naciones son dioses inútiles. (Sl 96:5; véase DIOSES Y DIOSAS.)

Términos hebreos. Entre las palabras hebreas que se traducen “Dios” se encuentra ʼEl, que probablemente signifique “Poderoso; Fuerte” (Gé 14:18); se emplea para referirse a Jehová, a otros dioses e incluso a hombres. También se usa mucho en nombres propios compuestos, como Eliseo (Dios Es Salvación) y Miguel (¿Quién Es Como Dios?). En algunos lugares aparece el término ʼEl acompañado del artículo definido (ha‧ʼEl, literalmente, “el Dios”) para referirse a Jehová, con el objeto de distinguirlo de otros dioses. (Gé 46:3; 2Sa 22:31; véase NM, apéndices 1F y 1G, pág. 1566.)

En Isaías 9:6 a Jesús se le llama en términos proféticos ʼEl Guib‧bóhr, “Dios Poderoso” (no ʼEl Schad‧dái, Dios Todopoderoso, expresión que se aplica a Jehová en Génesis 17:1).

El plural ʼe‧lím se emplea para referirse a otros dioses, como ocurre en Éxodo 15:11 (“dioses”), pero también se usa como plural mayestático y de excelencia, por ejemplo, en el Salmo 89:6: “¿Quién puede parecerse a Jehová entre los hijos de Dios [bi‧venéh ʼE‧lím]?”. Aquí, como en muchos otros lugares, la forma plural se utiliza para referirse a una sola persona, conclusión que sustenta el que la Septuaginta griega traduzca ʼE‧lím por la forma singular The‧ós, y la Vulgata latina, por Deus.

La palabra hebrea ʼelo‧hím (dioses) parece derivarse de una raíz cuyo significado es “ser fuerte”. Es la forma plural de ʼelóh‧ah (dios). Aunque a veces con la forma plural se alude a una pluralidad de dioses (Gé 31:30, 32; 35:2), se emplea con más frecuencia como plural mayestático, de dignidad y excelencia. En las Escrituras se usa con referencia al propio Jehová, a los ángeles, a ídolos (tanto en singular como en plural) y al hombre.

Cuando ʼElo‧hím se utiliza con referencia a Jehová, tiene el sentido de plural mayestático, de dignidad y excelencia. (Gé 1:1.) A este respecto, una obra comenta lo siguiente: “Elohim ‘es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo’. ‘Es un plural de plenitud y fuerza y de poder’ o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. [...] Elohim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo”. (Biblia Comentada, Profesores de Salamanca, vol. 1, págs. 47, 48.)

El título ʼElo‧hím singulariza el poder de Jehová como el Creador. Aparece 35 veces en el relato de la creación, y en cada uno de los casos el verbo que determina la acción está en singular. (Gé 1:1–2:4.) En él residen la suma y sustancia de los poderes infinitos.

En el Salmo 8:5 el término ʼelo‧hím se usa también con referencia a los ángeles, un uso que Pablo refrenda en Hebreos 2:6-8 al citar ese mismo pasaje. En Génesis 6:2, 4 y Job 1:6; 2:1, se les llama benéh ha‧ʼElo‧hím, “hijos de Dios” (Val), o “hijos del Dios verdadero” (NM). Por otra parte, el Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de Koehler y Baumgartner (1958), en la página 134 los define como “seres divinos (individuales), dioses”, y en la página 51 se refiere a “los dioses (individuales)”, después de lo cual cita Génesis 6:2; Job 1:6; 2:1; 38:7. En consecuencia, en el Salmo 8:5 ʼelo‧hím se traduce “ángeles” (LXX), y también “los que tienen parecido a Dios” (NM).

El término ʼelo‧hím se usa también para referirse a los ídolos. A veces este plural significa sencillamente “dioses”. (Éx 12:12; 20:23.) En otras ocasiones es un plural mayestático que hace referencia a un solo dios o diosa. Sin embargo, es evidente que las deidades así aludidas no eran tríadas. (1Sa 5:7b [Dagón]; 1Re 11:5 [la “diosa” Astoret]; Da 1:2b [Marduk].)

En el Salmo 82:1, 6 —Salmo que Jesús citó en Juan 10:34, 35— se usa ʼelo‧hím para referirse a criaturas humanas, los jueces de Israel, a quienes se podía llamar dioses por el puesto que ocupaban como representantes y voceros de Jehová. De modo parecido, a Moisés se le dijo que sirviese de “Dios” a su hermano Aarón y ante Faraón. (Éx 4:16, nota; 7:1.)

Hay un buen número de casos en la Biblia en los que ʼElo‧hím aparece antecedido del artículo definido ha. (Gé 5:22.) F. Zorell dice respecto a esta construcción: “En las Santas Escrituras, esta expresión designa principalmente al único Dios verdadero, Jahvé; [...] ‘Jahvé es el [único] Dios [verdadero]’, Dt 4:35; 4:39; Jos 22:34; 2Sa 7:28; 1Re 8:60, etc.”. (Lexicon Hebraicum Veteris Testamenti, Roma, 1984, pág. 54.) (Los corchetes son del autor.)

El término griego equivalente. En la Septuaginta, así como en las Escrituras Griegas Cristianas, el término griego acostumbrado para ʼEl y ʼElo‧hím es the‧ós.

El Dios verdadero Jehová. El Dios verdadero no es un Dios innominado. Su nombre es Jehová. (Dt 6:4; Sl 83:18.) Él es Dios debido a que es el Creador. (Gé 1:1; Rev 4:11.) El Dios verdadero es real (Jn 7:28), una persona (Hch 3:19; Heb 9:24); no es una ley natural que actúe sin un legislador vivo ni tampoco una fuerza ciega que produzca algo determinado por medio de accidentes. Respecto a la persona de Dios, el Diccionario Enciclopédico Salvat (1967, vol. 4, pág. 635) dice en el artículo “Dios”: “Supremo Ser, criador del Universo, que lo conserva y rige por su providencia. [...] Es un ser real, viviente, personal, distinto del mundo, cuya existencia es absolutamente necesaria. [...] Una inteligencia sapientísima que todo lo ordena con miras a un fin. [...] Todos los pueblos, primitivos o modernos, [...] han creído en la divinidad. Testimonio tan universal y constante no puede menos de ser voz de la verdad”.

Pruebas de la existencia del “Dios vivo”. El orden, el poder y la complejidad de la creación, tanto macroscópica como microscópica, así como la relación de Dios con su pueblo a lo largo de la historia, prueban la realidad de la existencia de Dios. Al investigar lo que se podría llamar el “Libro de la creación divina”, los científicos aprenden mucho, y solo se puede aprender de un libro que sea producto de la preparación y el pensamiento inteligente del autor.

En contraste con los dioses

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