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TALLER SOBRE EL PERDON


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  909 Palabras (4 Páginas)  •  668 Visitas

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TALLER SOBRE EL PERDON

DINAMICA:

Tiempo: 10 minutos

Tamaño del grupo: cualquiera

Materiales: un diccionario (u otro libro voluminoso) para cada persona.

Dale a cada persona un libro voluminoso, como por ejemplo, un diccionario. Pídeles que sostengan el libro a la altura de sus hombros con los brazos completamente extendidos. Cada persona debe sostener el libro todo lo que pueda. Cuando empiecen a bajar los brazos por el peso, pregunta:

¿Fue difícil sostener el peso levantado?

¿Cómo te sentiste cuando el libro empezó a parecer más y más pesado?

¿En qué se parece esto a la manera en que te sientes cuando has hecho algo indebido contra alguien más, pero no has pedido perdón por tus acciones?

¿Cómo te sentiste cuando pudiste bajar el libro?

¿En qué se parece esto a lo que sientes cuando te han perdonado por algo que le hiciste a alguien?

DESARROLLO DEL TEMA:

Pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos.

¿Qué es perdonar?

1. Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.

Reflexión:

¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? El que es odiado vive feliz, generalmente en su mundo. El que cultiva el rencor se parece a aquél que agarra una braza ardiente o al que atiza una llama. Pareciera que la llama. Pareciera que la llama quemara al enemigo; pero no se quema uno mismo. El resentimiento sólo destruye al resentido.

El amor propio es ciego y suicida: prefiere la satisfacción de la venganza que el alivio del perdón. Pero es locura odiar: es como almacenar veneno en las entrañas. El rencoroso vive una eterna agonía.

No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar; así como hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, aunque sea solo por interés, porque no hay terapia más liberadora que el perdón.

No es necesario pedir perdón o perdonar con palabras. Muchas veces basta un saludo, una mirada benevolente, una aproximación, una conversación. Son los mejores signos de perdón.

A veces esto sucede esto: la gente perdona y siente el perdón; pero después de un tiempo, renace la aversión. No asustarse. Una profunda necesita muchas curaciones. Vuelve a perdonar una y otra vez hasta que la herida quede curada por completo.

Ejercicios de perdón:

1.- Ponte en el espíritu de Jesús, en la fe. Asume sus sentimientos. Enfrenta (mentalmente) al “enemigo” mirándolo con los ojos de Jesús, sintiéndolo con los sentimientos de Jesús, abrazándolo con los brazos de Jesús como si “fueras” Jesús.

Concentrado, en plena intimidad con el Señor Jesús (colocando el “enemigo” en el rincón de la memoria), di al Señor: “Jesús, entra dentro de mí. Toma posesión de mi ser. Calma mis hostilidades. Dame tu corazón pobre y humilde. Quiero sentir por ese “enemigo” lo que Tú sientes por él; lo que tu sentías al morir por él. Puestos en alta fusión tus sentimientos con los míos, yo perdono (juntamente contigo), yo amo, yo abrazo a esa persona. Ella-Tú-Yo, una misma cosa. Yo-Tú-ella, una misma unidad”.

Repetir estas o semejantes palabras durante treinta minutos.

2.- Si comprendiéramos, no haría falta perdonar. Trae a la memoria al “enemigo” y aplícale las siguientes reflexiones:

Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa persona intenciones perversas que ella nunca las tuvo? Al final, ¿quién es el equivocado? Si él te hace sufrir, ¿ya pensaste cómo tú le harás sufrir a él?¿Quién sabe si no dijo lo que te dijeron que dijo?¿Quién sabe si lo dijo en otro tono o en otro contexto?

El parece orgulloso; no es orgulloso, es timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un mecanismo de autoafirmación. Su conducta parece agresiva contigo; no es agresividad, es autodefensa, un modo de darse seguridad, no te está atacando, se está defendiendo. Y tú estás suponiendo perversidades en su corazón. ¿Quién es el injusto y el equivocado?

Ciertamente. Él es difícil para ti, más difícil es para sí mismo. Con su modo de ser sufres tú, es verdad; más sufre él mismo. Si hay alguien interesado en este mundo en no ser así, no eres tú; es él mismo. Le gustaría agradar a todos; no puede. Le gustaría vivir en paz con todos; no puede. Le gustaría ser encantador; no puede. Si él hubiera escogido su modo de ser, sería la criatura más agradable del mundo. ¿Qué sentido tiene irritarse contra un modo de ser que él no escogió? ¿Tendrá él tanta culpa como tú presupones? En fin de cuentas, ¿no serás tú, con tus suposiciones y repulsas, más injusto que él?

Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar.

3.- Se trata de un acto de dominio mental por el que desligamos la atención de la persona enemistada. Consiste, pues, en interrumpir ese vínculo de atención) por el que tu mente estaba ligada a esa persona) y quedarte tú desvinculado de él, y en paz.

No consiste, pues, en expulsar violentamente de la mente a esa persona, porque en ese caso se fijará más. Se trata de suspender por un momento la actividad mental, de hacer un vacío mental, y el “enemigo” desaparece. Volverá de nuevo. Suspende otra vez la actividad mental o desvía la atención hacia otra cosa.

Hay unos cuantos verbos populares que significan este perdón: desligar: se liga, se desliga la atención. Desprender, se prende, se desprende. Soltar: se te agarra (el recuerdo), suéltalo. Dejar. Olvidar.

Como se ve, no es un perdón propiamente tal, pero tiene sus efectos. Puede ser el primer paso, sobre todo cuando la herida es reciente.

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