Alfabeto Mecánico

Para definir el alfabeto mecánico se hace necesario realizar en primer lugar un pequeño repaso de la evolución histórica que han tenido los mecanismos y máquinas a lo largo del tiempo.

La evolución humana ha ido siempre acompañada por la evolución de las técnicas que la propia humanidad ha ido adoptando en todos los aspectos que la rodeaban. Algunos de estos aspectos han sido la ciencia, la técnica y la mecánica.

En lo referente a los mecanismos utilizados la evolución ha pasado por elementos tan conocidos y utilizados como la rueda, la palanca, la cuña, el plano inclinado, el tornillo, etc. La combinación de todos estos mecanismos hizo que a medida que surgían nuevas necesidades fueran apareciendo nuevos mecanismos cada vez más complejos que daban solución a problemas cada vez más difíciles de resolver.

El aumento de la complejidad y del número de mecanismos creados provocó también que a medida que ésta crecía surgiera la necesidad de catalogar los diferentes mecanismos que eran inventados.

Esta necesidad de catalogación fue especialmente intensa tras el Renacimiento, época en la que el número de mecanismos inventados creció en gran medida con la aparición en el mundo científico de nombres propios con una actividad muy prolífica, como por ejemplo Leonardo Da Vinci o Christopher Polhammar.

Precisamente el sueco Christopher Polhammar, más conocido como Christopher Polhem, inventó hasta un total de 80 máquinas simples entre finales del siglo XVII y principios del XVIII.

Polhem decidió recopilar y catalogar todos estos mecanismos simples, y esta recopilación de 80 mecanismos simples es lo que se denomina alfabeto mecánico. Según Polhem, a partir de las 80 máquinas simples que forman el alfabeto mecánico se podría formar cualquier máquina compleja.

Tras Polhem, otro sueco, Constedt, en el siglo XVIII amplio el alfabeto mecánico a 103 mecanismos simples. Durante aproximadamente un siglo, la recopilación de Constedt fue vigente.

Posteriormente el interés por clasificar los mecanismos inventados por la humanidad se trasladó a Francia, donde había sido creada, entre otros por Gaspard Monge, l’École Polytechnique de Paris.

A principios del siglo XIX Monge, tras inventar la geometría descriptiva y considerar una máquina como un objeto capaz de modificar direcciones de movimiento, intenta clasificar los mecanismos y máquinas existentes en función los que él considera los cuatro agentes principales del movimiento. En función de estos agentes Monge distingue diez tipos diferentes de movimiento.

La clasificación de Monge, es utilizada posteriormente por el también francés Hachette para ir un paso más allá en la recopilación de mecanismos añadiendo a ésta la labor que cada mecanismo realiza dentro de una máquina. La manera funcional en la que Hachette clasifica los mecanismos ha llegado hasta nuestros días.

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