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Evolución y tecnología

Laura PáezInforme13 de Febrero de 2016

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Evolución y tecnología

Luis Moreno Armella

CINVESTAV . IPN, México

1. Introducción

El ser humano ha construido un mundo artificial para vivir. Desde el martillo más simple hasta la computadora más compleja, son ejemplos de instrumentos con los que ha poblado al mundo y que le han permitido realizar la tarea que se ha propuesto: diseñar un mundo a la medida de sus necesidades y aspiraciones. En esto ha consistido su adaptación al mundo natural, desde los mismos inicios del proceso evolutivo de la especie Homo.

Construir herramientas con propósitos deliberados constituye pues, un rasgo distintivo de nuestra especie a tal grado que la historia de su evolución puede identificarse con la del desarrollo de sus órganos artificiales: las herramientas.

La toma de conciencia sobre la importancia de la relación entre el cerebro y las herramientas mediadoras de la actividad humana, nos compromete a analizar esta situación desde una perspectiva más amplia. Tan amplia que abarca desde los orígenes de nuestra especie hasta el mundo de la comunicación por Internet.

Al Homo erectus1 (que vivió en el periodo que va desde hace un millón y medio de años hasta hace 300 mil años aproximadamente) se le reconoce como la primera especie genuinamente humana. Su cerebro alcanzó un tamaño de aproximadamente 80% de un cerebro actual. Esto fue suficiente para que el erectus desarrollara capacidades intelectuales considerables. Por ejemplo, memoria voluntaria (Donald, 1992). La memoria voluntaria permite la reproducción de un gesto o de una secuencia de gestos articulados que conducen a la fabricación de una herramienta (un hacha, por ejemplo). Durante la reproducción del proceso pueden ocurrir dos cosas: una, que quien realice la reproducción del proceso lo haga para revisarlo y eventualmente mejorarlo. Dos, que quien realice la reproducción lo haga para enseñar a otros el proceso de construcción de una herramienta. En ambos casos, la intención comunicativa es clara. Podemos concluir entonces que estar en posesión de una memoria voluntaria genera un nivel de comunicación comunitario. El registro fósil nos enseña el alto grado de uniformidad en las herramientas de esta etapa en la evolución, con lo cual cobra fuerza la tesis sobre la existencia de un modo de comunicación, seguramente gestual, en ausencia todavía, de un lenguaje articulado.

La investigación ha revelado que las partes del

cerebro que más han evolucionado son las que están en relación con funciones cognitivas. Por ejemplo, el hipocampo, relacionado con la memoria y la espacialidad; el cerebelo, relacionado con la coordinación y finura de los movimientos (Rubia, 2000). La coordinación refinada entre el ojo y la mano, sin duda fue central para la cultura de los homínidos. Dicha coordinación jugó un papel muy importante en la construcción de herramientas.

De lo anterior puede inferirse que las herramientas no resultaron ser meros apéndices para aumentar una capacidad física deficiente. En realidad, la cantidad de manipulaciones que una y otra vez tuvo que realizar el Homo Erectus cuando construía una herramienta, se fueron sistematizando y fueron

modificando sus patrones mentales.

2. Transición cognitiva

Los registros fósiles disponibles, muestran que hace aproximadamente 400 mil años se produjo un crecimiento encefálico mayor, dando lugar a un nuevo miembro de la especie Homo. Las ventajas adaptativas que poseía el nuevo miembro de la especie debían ser muy superiores a las del Erectus, pues éste último desapareció de los registros fósiles desde hace 300 mil años.

El periodo de transición comprendido entre 300 mil y 50 mil años, sirvió para que el Sapiens Arcaico se asentara en el planeta.

El periodo siguiente, es decir los últimos 50 mil años, resulta particularmente interesante para analizar las relaciones entre evolución, tecnología y desarrollo del lenguaje.

El sapiens-sapiens llegó a Europa, proveniente de África, hace unos 40 mil años (Stringer& McKie, 1997). Del periodo comprendido entre su llegada y hasta hace unos 10 mil años se tienen en el registro fósil, herramientas que sugieren que la especie había accedido a una etapa cognitiva y comunicativa más avanzada. En cierto momento, la producción de herramientas pudo ir más allá del nivel utilitario asociado a ellas (por ejemplo, de hace unos 27 mil años se tienen esculturas realizadas sobre hueso).

El lenguaje oral es característico del Homo sapiens-sapiens, especie a la cual  pertenecemos los humanos modernos. Poseemos habla y otras destrezas semióticas que pueden definirse como la capacidad para inventar y usar signos para comunicar el pensamiento.

Debe decirse que no está totalmente esclarecido cómo el habla y otros recursos semióticos aparecieron en escena. Pero su uso intenso durante los últimos 40 mil años es incontestable. El habla añade la posibilidad de compartir información especializada y comunicarla a alta velocidad. Con el habla, añadida a la comunicación gestual, muchos aspectos de esta cultura pueden ser reelaborados, desde las organizaciones sociales hasta las manufacturas. El habla toma el lugar central dentro de los instrumentos de mediación.

¿Cuál es el camino que otorga centralidad al habla como organizador social? El empleo más elaborado del habla en las sociedades tribales se encuentra en la invención de modelos conceptuales del universo humano. Todas las sociedades primitivas tienen mitos que se refieren a la creación del mundo y que sirven para encapsular ideas compartidas.

El lenguaje es, sobretodo, un dispositivo social. Su función está vinculada, desde sus comienzos, al desarrollo del pensamiento integrador. Es un recurso de modelación de la realidad y de las experiencias vividas por una colectividad.

Es probable que las primeras manifestaciones del lenguaje oral se hayan presentado bajo la forma de sistemas de sonidos articulados y sólo después se hayan tornado lenguas habladas. Sea como haya sido, vale la pena resaltar una característica privativa de los lenguajes humanos: la referencia simbólica. Las especies que poseen sistemas de códigos de señales que sirven para alertar sobre la presencia cercana de un depredador, por ejemplo, sólo usan estos sistemas en presencia del depredador. Jamás en ausencia de él. Esto significa que la referencia se hace siempre a un sujeto presente. En cambio, en los lenguajes humanos, puede uno referirse a algo presente pero también a algo ausente, abriéndose así, la posibilidad de duplicar, simbólicamente, el mundo.

3. Cultura y Oralidad

La fase de la oralidad abrió la puerta a la consolidación y profundización de la vida colectiva. Es fácil imaginar el redimensionamiento de los procesos sociales de producción, aprendizaje y enseñanza, en una colectividad que posee ya un instrumento de comunicación como es la lengua hablada.

El trabajo con los instrumentos de piedra en esta etapa, va haciéndose cada vez más sofisticado y se prolonga hasta el llamado period neolítico. Por fortuna, no es el trabajo con la piedra lo único que puede mostrarse de este periodo. Por ejemplo, las estructuras de ladrillos y las embarcaciones para la navegación acuática, son una muestra de desarrollos realizados a partir de habilidades más finas desarrolladas en un entorno de mayor comunicación, gracias al lenguaje oral.

Quizá los dos logros principales de la fase de la oralidad sean la agricultura y el desarrollo de la vida urbana. Desde sus comienzos, la urbanización permitió una alta concentración de recursos tecnológicos. La competencia económica entre ciudades, produjo un desarrolla explosivo en el comercio. Unas ciudades proveían alimentos y hospedaje a los viajeros quienes intercambiaban estos servicios por herramientas, que solían traer de sus destinos anteriores. Se fue generando un comercio cada vez más desarrollado que puso en red a ciudades alejadas entre si más de 20 mil kilómetros (Bloom, 2000). Es inevitable suponer que tales intercambios no fueron culturalmente neutros. Se hizo presente un fuego cruzado de ideas, métodos y estilos que enriquecieron las tecnologías propias de cada ciudad. Las diferencias y conformidades en los modos de hacer, presentes en las redes de intercambio, abrieron paso a una modernidad, hace 6 mil años, que puede verse como una célula de formas futuras de interactividad.

Las funciones del lenguaje están vinculadas al desarrollo de un pensamiento integrador, es decir, a una síntesis de información que se halla dispersa en determinado momento y lugar. Queremos insistir en que, sin duda, una de las principales razones de la importancia de la oralidad es haber suministrado un medio para la elaboración de modelos simbólicos del universo humano.

4. Sistemas artificiales de memoria

Las organizaciones sociales, al alcanzar niveles de complejidad cada vez más elevados, dependen de la producción de registros externos, es decir, de sistemas artificiales de memoria. Esto se debe, sin duda, al aumento de los conocimientos, a la necesidad de compartirlos y a las exigencias correspondientes que todo ello impone sobre la memoria biológica. Este razonamiento es aplicable a los conglomerados sociales existentes durante los últimos 30 mil años. En efecto, es muy larga la lista de creaciones tecnológicas que precedieron a la escritura. Por ejemplo, la cerámica aparece en lo que hoy es territorio checo, hace unos 27 mil años; el boomerang apareció hace unos 17 mil años, junto con la aguja de coser, con el arco y la flecha y los primeros usos de la cuerda. En Mesopotamia, hace 12 mil años, se dio la domesticación del perro y casi al mismo tiempo la domesticación del carnero y la oveja en Persia. Podríamos continuar alargando esta lista. En lugar de ello, observemos que se estaban dando cada vez más, las condiciones para el surgimiento de los recursos de memoria externa necesarios para registrar todo el conocimiento producido.

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