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La Sucesión Presidencial en 1910


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  Ensayos  •  2.117 Palabras (9 Páginas)  •  405 Visitas

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La Sucesión Presidencial en 1910

Don Francisco Ignacio Madero, distinguido precursor de la Revolución Mexicana de 1910, inició la lucha difundiendo sus ideas en un histórico libro que escribió en 1908, denominado “La Sucesión presidencial en 1910”. En él analiza y reflexiona acerca de los principales problemas que ahogan a la sociedad mexicana, después de más de treinta años de gobierno dictatorial por parte del general Porfirio Díaz Mori.

También reconoce que la familia Madero, acaudalada como él mismo Francisco, no tiene resentimiento alguno contra el gobierno federal, estatal y demás autoridades locales, por el contrario, afirma que sus negocios y diversos asuntos marchan sin interferencias.

Elogia al general Díaz, los hechos de guerra en que participó y que lo llenaron de honor y gloria durante la invasión francesa, pero destaca con agudeza, y a veces con ironía, los grandes errores que ha cometido en la conducción del gobierno de la República.

Aclara que existen otros generales como Escobedo y Corona que obtuvieron victorias más brillantes y espectaculares que el general Díaz y son embargo, no fueron dimensionados como se lo merecían.

En Querétaro, el general Escobedo dio el triunfo a los liberales sobre los franceses y conservadores, hecho que permitió la captura de Maximiliano de Habsburgo y sus principales colaboradores, quienes fueron juzgados conforme a las leyes vigentes y después pasados por las armas en el Cerro de las Campanas. Con esto terminó el sueño de Napoleón III, quien pretendió extender sus dominios hasta el continente americano.

Madero nos narra como Benito Juárez Maza, Presidente de la República, regresó triunfante ala capital del país, y todo aparentaba que por fin llegaría la anhelada paz, tras cruentos años de guerra; mas no fue así. Expulsados lo invasores del territorio, el presidente Juárez tomó la decisión de licenciar a gran parte del ejército por no ser ya necesario y carecer de recursos para mantenerlo. De la noche a la mañana, miles de hombres abandonaron los cuarteles y fueron expulsados a la calle sin ocupación alguna, ya que lo único que dominaban eran las armas. Esto se convirtió en un verdadero peligro y sólo se esperaba que un jefe de prestigio los convocara para hacer lo que sabían. Entre los generales licenciados estaba Porfirio Díaz. Todos los que habían participado en la guerra y eran ameritados, comprendieron que la Patria nunca más les recompensaría sus denodados esfuerzos y empezaron a conspirar.

Francisco Madero escribe en su libro que Juárez se postula y reelige para un segundo periodo presidencial, pretexto que esgrime el general Díaz para insurreccionarse en 1871, con su Plan de la Noria. Es atacado y vencido, pero en 1872 el Presidente Juárez muere de un ataque al corazón y es sustituido por el ilustre juriconsulto Sebastián Lerdo de Tejada.

Díaz astutamente espera la segunda oportunidad para alcanzar sus propósitos. En marzo de 1876 lanza el Plan de Tuxtepec y aunque afirma que no es su deseo alcanzar la presidencia de la República, se enfrenta a las fuerzas gubernamentales en Tecoac, las vence y de ahí marcha a la ciudad de México en donde, al llegar, es proclamado por sus seguidores como presidente de facto por cuatro años. Al término de su gestión no puede reelegirse porque lo prohíbe la constitución de 1857, entonces maniobra para que sea electo el general Manuel González, su amigo leal, después de esta interrupción de cuatro años se reelige por cinco periodos consecutivos.

Francisco I. Madero llama a este fenómeno “militarismo” y con ejemplos demuestra que le ha hecho mucho daño al país. Afirma que para mala fortuna de México este fenómeno se manifestó desde que se consumó la independencia. Todos aquellos héroes que contribuyeron a lograrla se sintieron con derecho a ser presidentes y para ello prepararon y ejecutaron asonadas. En la lista que menciona destacan: Iturbide, Bravo, Guerrero, Juan N. Álvarez, Anastasio Bustamante, Santa Anna, Comonfort, Zuloaga y Porfirio Díaz. A este último, le tocó poner fin al militarismo, aplicando la política de incorporar a liberales y conservadores a su equipo de trabajo, así como lograr una reconciliación con el clero. Los que no se dejaran cooptar recibirían “pan o palos” o con cualquier pretexto “La Ley Fuga”.

Bajo este esquema logró que los diputados, senadores y casi todos los gobernadores fueran sus incondicionales, sólo entonces reformó la constitución vigente en el sentido de que habría una sola reelección para presidente de la República; a la vez, los gobernadores quedaron facultados para reformar las constituciones locales con el mismo fin. El pacto estaba hecho, el presidente respaldaría a los gobernadores para que se reeligieran indefinidamente y estos a cambio, lo sostendrían, sin condiciones en la silla presidencial. El único elemento antirreleccionista que se daba era que alguno de ellos muriera. Los gobernadores siguiendo el ejemplo del presidente nombraban a los jefes políticos y presidentes municipales que se fueron perpetuando en el poder, formando verdaderos cacicazgos.

A continuación Madero diserta en su libro sobre el poder absoluto, dando un periplo desde la antigüedad, en Egipto, Asia, la Europa antigua hasta llegar a los tiempos modernos, donde el poder absoluto se confronta con la democracia. En el capítulo IV titulado “El Poder absoluto en México”, se describe las pruebas de que existe el poder absoluto en México, narrando la guerra de Tomóchic, contra los Yaquis, y los indios mayas; asimismo, se habla de las huelgas de Puebla, Orizaba y Cananea. Y se enumeran los fracasos de la dictadura del general Porfirio Díaz en los rubros de Instrucción Pública, Relaciones Exteriores, Progreso Material, Agricultura, Minería e Industria y Hacienda Pública.

A continuación, el autor se pregunta: “ A dónde nos lleva el general Díaz”, y para ello analiza la declaración al periodista estadounidense Creelman, la cual considera engañosa si se parte de ella para saber el camino que el dictador pretende realizar; sin embargo asegura que el “general Díaz desea seguir en la presidencia reeligiéndose una vez más, y dice también que no piensa cambiar de política ni quiere permitir ninguna libertad a la nación, siquiera para que ésta designe al que ha de sucederle”. ¿Quién podrá escoger Díaz como su vicepresidente y quizá sucesor? Es una pregunta que todo el mundo se hace. Esta división ha dado por resultado la formación de dos partidos políticos, el Científico, representado por Ramón Corral y el Reyista, que encabeza el general Bernardo Reyes. Madero expresa:

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