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Aborto Como Peligro


Enviado por   •  14 de Julio de 2015  •  1.588 Palabras (7 Páginas)  •  149 Visitas

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Aborto como peligro para la madre.

Las primeras causas de muerte en relación con el aborto son hemorragia, infección, embolia, anestesia, y embarazos ectópicos sin diagnosticar. El aborto legal constituye la quinta causa de muerte de gestantes en los EE. UU, aunque de hecho se sabe que la mayoría de muertes relacionadas con el aborto no son registradas oficialmente como tales. 2. Kaunitz, ´´Causes of Maternal Mortality in the United States,´´ Obstetrics and Gynecology, 65(5) May 1985.

Aborto por feto malformado.

Un famoso cirujano ha declarado que los niños que nacen con defectos físicos debían servir para recordar a la profesión médica que si bien la misma no puede siempre hallar cura para sus males, a lo menos puede hallar el tratamiento que alivie sus penas. Que los nacidos deformes los necesitan, si no ya como médicos, a lo menos como seres humanos sensibles, de corazón compasivo.

La Biblia dice en el Exodo 4:11: "¿Q UIEN DIO LA BOCA AL HOMBRE? ¿O QUIEN HIZO AL MUDO, Y AL SORDO, AL QUE VE Y AL CIEGO? ¿ NO SOY YO JEHOVA?" Algún propósito soberano y sabio tiene Dios al permitir nacimientos que no se conformen a nuestros gustos o que no cuadren con nuestros criterios.

En tiempos pasados se consideraba que un ser humano tenía derecho a ser amado, querido, aceptado e integrado, por el sólo hecho de ser humano. El sólo hecho de existir le acordaba un lugar en la sociedad. Hoy en día, sin embargo, se le concede el derecho de existir si es amado de antemano. ¡Cómo el tiempo reversa los valores! Por mi parte, considero, que en ese sentido, nuestros antepasados actuaron con más conciencia, con más humanidad, con más decoro, con más respeto por la vida y con más reverencia por las disposiciones soberanas del SEÑOR.

Dicen por ahí que "aquel que calla, otorga". En consecuencia, es hora de que levantemos nuestra enérgica voz de protesta por este holocausto de inocentes. El silencio nos constituye automáticamente en cómplices cobardes de este horrendo feticidio. Como seres morales responsables nos toca ponernos del lado del débil, del indefenso. No nos queda opción, pues, sino la de abogar la causa del que no puede todavía valerse. Del que ni siquiera puede gritar, a pulmón lleno: "¡DEJENME VIVIR!"

La mujer como dueña de su cuerpo.

La expresión de que la mujer es dueña de su cuerpo es ambigua y falsa como enunciado de alcance general, ya que nadie se ha dado a sí mismo ni el cuerpo ni ningún componente de su ser. Pero, además, no es cierto que el feto sea biológicamente una parte del cuerpo de la madre, puesto que ya está definido en sus características individuales, cuya formación puede irse siguiendo a los largo de los tres primeros meses del embarazo.

“Antes del nacimiento, el feto posee varias partes auxiliares que utiliza únicamente mientras vive en el útero. Tiene su cápsula espacial, el saco amniótico; su cordón vital, el umbilical, y un sistema de raíces, la placenta. Todo esto es suyo y no de la madre, pues se desarrolló a partir de su célula original”. (The Secret Word of Baby, Day & Liley, Random House)

El embrión muestra una enérgica individualidad en su funcionamiento; he aquí unos datos to­mados del Prof. Lejeune:

Al sexto día, con sólo milímetro y medio de longitud, comienza a estimular, por un mensaje químico, el cuerpo amarillo del ovario materno para suspender el ciclo menstrual. Es una primera afirmación de autonomía, ya quiere ser, obligando incluso a suspender el ciclo de la madre para no ser expulsado.

Al décimo-octavo día de vida (cuatro días después de la falta de la regla) empieza a formarse el cerebro y se esbozan las piernas y los brazos.

Al mes, el embrión tiene cuatro milímetros y medio (algo menos que un mosquito normal) y, aún así, su minúsculo corazón late ya desde hace una semana.

A los 45 días después de la falta de la regla, mide unos tres centímetros de la cabeza a las posaderas; pero ya está casi acabado, con manos, pies, cabeza, órganos y cerebro, pudiéndose registrar ondulaciones en el electroencefalograma.

A través de un microscopio no muy potente podrían verse las rayas de la mano y las huellas digitales, las que le acompañarán toda la vida y vendrán a figurar en el documento de identidad. Su glándula genital, apenas formada, ha evolucionado en el sentido de un testículo o de un ovario.

A los 60 días de la falta de menstruación funciona ya su sistema nervioso: «si se le roza el labio superior con un cabello mueve los brazos, el cuerpo y la cabeza en un movimiento de huida».

A los 90 días «agarra firmemente el bastoncillo que se pone en su mano y comienza a chuparse el dedo esperando su liberación». En el seno de la madre comienza un desarrollo que sólo culminará muchos años después de nacido.

El hecho de que el desarrollo del nuevo ser dependa de condiciones externas, ambientales y maternales no añade nada a su ser sustancial, ni lo define como parte del organismo materno.

Por lo demás, es obvio que un niño nacido a los nueve meses de gestación tampoco puede vivir «independientemente» de la madre o de los cuidados apropiados. Como tampoco es independiente hasta que llega a la edad madura, aún en esta etapa, siguiendo el citado tópico, habría que negarle el derecho a seguir viviendo.

Hay una anécdota que ejemplifica bien la para­doja de la petición de aborto que una mujer hace a un ginecólogo. El médico pregunta: «¿Quiere Vd. abortar a su hijo? En verdad lo que me pide es que se lo mate yo. Pero le propongo otro plan: yo le ayudo a tener a su hijo y en cuanto nazca usted lo coge entre sus manos y lo mata apretándole sencillamente el cuello».

La mujer responde horrorizada: «No, no, eso no».

El médico acaba con estas palabras: «¿Por qué he de matarlo yo y no usted?».

EL mito de la sobre población

https://www.youtube.com/watch?v=K2lIYwU7cxQ

El aborto por violación

Es duro ser madre “a la fuerza”. Pero es más duro ser criminal por propia voluntad. La mujer que aborta al propio hijo, aunque haya sido concebido en un acto abusivo por parte de un hombre sin escrúpulos, entra a formar parte del mundo despiadado del individuo que la violentó: entra en la lógica de la injusticia que quiere eliminar. ¿Puede ser el aborto una solución a su inmenso sufrimiento moral? ¿No será mejor ofrecerle, como vía de solución, el apoyo de una sociedad sana y justa que, mientras previene las violaciones con educación y con castigos oportunos, sabe a la vez volcarse sobre quienes, como la mujer violada, son víctimas de los interminables egoísmos que oscurecen nuestro planeta?

Hace ya muchos siglos Sócrates dijo que “es mejor sufrir la injusticia que cometerla”. Los padres de una mujer violada saben que su hija padece inmensamente porque ha sido agredida contra toda justicia. Pero no pueden ni deben forzarla a añadir sangre a la sangre, odio al odio, a perpetrar un crimen de un niño inocente para “castigar” al verdadero culpable que, muchas veces, sigue gozando de una libertad inmerecida.

El aborto por permiso de la religión.

Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por todos los medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres inocentes e indefensos. Pero los cristianos, entre los que nos contamos los católicos, sabemos que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que quiso ser hombre por amor a todos y cada uno de nosotros.

Por eso los católicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda su dimensión el drama terrible del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, pues, habría que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana.

¿No es la doctrina católica sobre el aborto una dura doctrina, que muy pocos podrán seguir?

Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporáneos de Jesús cuando oyeren su predicación. Y el mismo Jesús nos dijo que hay que seguir el sendero estrecho para llegar al Reino de los Cielos. Seguir a Cristo en Su Iglesia no es fácil, pero con la Gracia de Dios se allana el camino y se superan las dificultades, por grandes que parezcan. También nos dijo Jesús que fuéramos a Él con confianza, y Él nos aliviaría de nuestras angustias.

La doctrina católica sobre el aborto no proviene de la voluntad de la autoridad eclesiástica, sino que está fundamentada en lo más profundo de la naturaleza de las cosas queridas por Dios, que se expresa en la Ley que Él nos ha dado a conocer, y que la Iglesia tiene la misión de transmitir. Pero la Iglesia cumple también con su deber siendo el ámbito en que los cristianos pueden fortalecer mejor su fe y ser ayudados y estimulados a vivir más intensamente su vida cristiana.

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