Alejandro Magno
chejo_063 de Julio de 2013
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El Libro de Alexandre.
alejandro Magno nació en el mes de julio del año 356 a.C. en Macedonia, entonces un pequeño reino situado en la parte continental noroeste de la península griega, donde su padre, Filipo, era el rey. A él se debía la sorprendente transformación de su país semibárbaro en una potencia militar temible, que llenó de intranquilidad a los cultos habitantes de la ciudades-estado de la Grecia peninsular, especialmente Tebas y Atenas. Filipo, que en su adolescencia había vivido en Tebas, conoció allí el sistema de la falange tebana, y de regreso a Macedonia la perfeccionó hasta convertirla en la «falange macedónica», formidable máquina humana de guerra.
Dispuesto a hacerse dueño de toda Grecia, Filipo se enfrentó con las ciudades-estado, tomando como pretexto la protección de los santuarios de Apolo y Delfos. También Demóstenes, orador ateniense, le combatió con famosos discursos (Filípicas) en los que alentaba a los griegos contra la supremacía macedónica, pero de nada le sirvió su elocuencia, pues, declarada la guerra, Atenas y Tebas sufrieron una espantosa derrota en la batalla de Queronea (338 a.C.). Filipo reunió después un congreso en Corinto donde fue proclamado con el título de de toda la Hélade. Dos años más tarde (336 a.C.) fue asesinado por un noble macedonio llamado Pausanias.
Muerto Filipo, Alejandro fue rey de Macedonia y de toda Grecia. Tenía veinte de años de edad y reunía en él la elegancia, cultura y sabiduría griegas (su maestro había sido el filósofo Aristóteles), y el coraje y destreza macedonios. Adiestrado en el arte de la guerra por su padre, resultaría un genial estratega. Por otra parte, llevaba en sus venas la sangre ardiente de su madre, Olimpia, princesa del Épiro, bella, inteligente, temperamental y ambiciosa. A la herencia genética de su madre Olimpia, se debía, tal vez, la manifestación de tres cualidades (ansia de gloria), (deseo incontenible por lo misterioso, lo desconocido, lo inexplorado) y (desmesura y ambición insaciables).
Iniciado su reinado, tuvo que enfrentarse con las rebeliones de Tebas y Atenas, sublevadas a la muerte de Filipo. Con Atenas empleó su talento de diplomático, pero con Tebas se comportó inmisericorde, arrasó la ciudad y vendió como esclavos a sus habitantes. Luego, regresó a Macedonia y se dispuso a cumplir su más ferviente deseo: liberar Grecia del yugo persa.
Alejandro deseaba una Grecia libre y señora de sus destinos y para conseguirlo la Hélade no podía ser un conjunto de pequeños estados, era precisa una unión de todos los helenos. Una vez que consiguió esa unión, con la única excepción de los espartanos, Alejandro se dispuso a iniciar su gran aventura.
En la primavera del año 334 a.C. cruzó el Helesponto con un ejército de 35.000 hombres entre infantes y jinetes. Ante las ruinas de Troya hizo un sacrificio a los dioses, conmovido por el recuerdo de aquella guerra inmortalizada por Homero en la Ilíada, que Alejandro conocía de memoria. Cerca de la antigua Ilión tuvo lugar su primera batalla contra los persas, la del río Gránico (334 a.C.). Allí derrotó a Memnón, fue su primera victoria en tierras de Oriente. De ahí en adelante nunca sería vencido.
En Asia Menor comenzó el acoso del poderoso ejército persa, cien veces mayor que el suyo, compuesto por gentes de distintas razas, costumbres y usos, aunque falto de jefes capaces de con trarrestar el genio militar de Alejandro.
En Persia reinaba Darío III Codomano, un hombre débil y bondadoso, prototipo de monarca decadente, irresoluto y cobarde, y Alejandro, después de la batalla del Gránico, se dirigió hacia el sur, bordeando las costas del Egeo. En su marcha fue ocupando las ciudades de Éfeso, Sardes y Mileto, varias de ellas simpatizantes de los griegos. Mientras tanto, Darío reunía un ejército colosal.
En noviembre del 333 a.C., los dos ejércitos se enfrentaron, cerca de Isso, en la costa egea. Las disciplinadas falanges de Alejandro, bien concertadas con los jinetes macedonios, arrollaron por segunda vez al colosal ejército persa.
Presa del pánico, el rey Darío huyó antes de que la batalla estuviese decidida. Tras de sí dejó cientos de carros cargados de riquezas y a su madre, esposa e hijos. Sin embargo, Alejandro se comportó lleno de gentileza y generosidad con las cautivas, pero, cuando más tarde Darío envió emisarios con grandes sumas para el rescate de la familia real persa, Alejandro rechazó el canje, ya que se consideraba el amo de Persia y sólo admitía la sumisión total del imperio.
Prosiguió el avance hacia el sur, Tiro, Sidón y Gaza cayeron en su poder y, finalmente, entró en Jerusalén.
En el otoño del año 332, Alejandro entra en Egipto, donde es recibido como libertador, y en la desembocadura del Nilo funda la primera ciudad que llevará su nombre: Alejandría. Peregrina al oasis de Siwa, donde existía un templo muy venerado consagrado al dios Amón, y allí sus sacerdotes le recibieron con todo honor.
Mientras tanto, Darío había reclutado un numerosísimo ejército y se produjo el nuevo enfrentamiento entre los dos bandos. En la llanura de Gaugamela, cerca de Arbela, en octubre del 330 a.C. se encontraron los dos ejércitos. Alejandro, según su costumbre, rompió las filas enemigas montando en su caballo Bucéfalo; las falanges macedónicas le siguieron, avanzando sobre el ejército persa. Por segunda vez Darío huyó, pero esta vez los nobles persas le asesinaron esperando ganarse con esa traición el favor de Alejandro. Luego las principales ciudades persas abrieron sus puertas al vencedor: Babilonia, Ecbatana y Persépolis.
Empezó entonces una política de unificación de las culturas griega y persa. Alejandro dejó a los gobernantes y príncipes persas en posesión de sus tierras, manifestando su respeto a su religión y costumbres, incluso alentó los matrimonios de sus soldados y generales con mujeres persas, dando él mismo ejemplo al casarse con Roxana, princesa sogdiana, y, más tarde, con Estatira, hija mayor de Darío.
Sin embargo, los soldados de Alejandro empezaban a estar descontentos, ya que, vengada la humillación de Grecia y conquistado el imperio persa, deseaban volver a sus hogares. Los soldados fueron convencidos, pero los hombres más próximos a Alejandro se sentían agraviados y resentidos porque los nobles persas vencidos eran tratados igual que los griegos, además Alejandro había adoptado costumbre e indumentarias persas. El descontento produjo conspiraciones muy graves que cortó con mano dura, ajusticiando los sediciosos.
Finalmente decidió avanzar hasta los límites de la tierra conocida y llegar hasta donde ningún hombre había llegado jamás. En el 327 comenzó su última campaña: la expedición a la India. Junto al río Hidaspes, un afluente del Indo, luchó contra el rey Poro (326 a.C.) y lo venció en combate personal ante sus dos ejércitos.
Continuó su avance hacia el Este, pero llegó un momento en que su fiel ejército no pudo más, pues en la aventura los sufrimientos aumentaron y ya nadie comprendía la razón de este avance. Alejandro tuvo que volver y murió en la ciudad de Babilonia en junio del 323 a.C., sin que se haya podido saber con seguridad si fue víctima de una conspiración o pereció debido al paludismo. Tenía treinta y tres años.
Muerto sin sucesión, sus generales se repartieron el gran imperio, quedando vencedores los más fuertes y astutos. Fundaron reinos importantes, algunos de los cuales fueron modelos de cultura y prosperidad, el más importante fue el de Egipto, al mando de Tolomeo y sus sucesores.
los milagros de nuestra señora
Milagro I
La casulla de san Idelfonso
Había un hombre llamado Idelfonso que quería muco a la virgen. Este hombre hizo mucho por ella. Idelfonso iba ha hacer una misa para regalarle un libro, en el camino hacia la iglesia se le apareció la virgen y le regalo una casulla sin coser. un hombre envidioso quiso imitar a Idelfonso y murió ahogado
Milagro II
El sacristán impúdico
Un sacerdote que veneraba a la virgen y que la hacia reverencias todos los días. Le ascendieron a sacristán y este comenzó a portarse mal y a salir por las noches a divertirse. Una de estas noches cuando volvía de divertirse se callo y se ahogo. Los diablos se llevaron el alma pero la virgen la cogió y se la llevo ante dios ara que la resucitara.
Milagro III
El clérigo y la flor
Un sacerdote que amaba mucho a la virgen le asaltaron por el camino y le mataron. Lo enterraron en el bosque y cuando volvían de enterrarlo se les apareció la virgen, le dijo a los asesinos que le enterraran en el cementerio. Unos días mas tarde estos fueron a desenterrarlo y vieron que no estaba podrido y que le sala una flor por la boca. Los asesinos lo cogieron y lo enteraron cerca del convento donde su alma descansaría en paz.
Milagro IV
El premio de la virgen
Un clérigo que amaba mucho a la virgen callo enfermo y sufrió mucho. La virgen se le apareció y le dijo que no sufriría mas y se lo llevo a los cielos donde vivió tranquilo y sin sufrimiento
Milagro V
El pobre caritativo
El milagro V trata de un hombre pobre que viva de limosnas. Cuando ganaba dinero lo compartía con las personas para ganarse a la Virgen. Cuando llego el día de su muerte la Virgen se le apareció y le dijo que llevaría su alma con ella, entonces unos Ángeles cogieron y se lo llevaron al reino de Dios.
MilagroVI
El ladrón devoto
Este milagro trata de un ladrón que prefería robar a ir a la iglesia pero tenia bondad porque creía en la Virgen. Le pillaron y le ahorcaron pero antes de que lo hicieran
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