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Biografía Eduardo Benot Rodríguez


Enviado por   •  14 de Octubre de 2012  •  3.062 Palabras (13 Páginas)  •  441 Visitas

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Biografía

Eduardo Benot Rodríguez nació el 26 de noviembre de 1822 en Cádiz en la calle de la Virreina (hoy desaparecida tras la ampliación de la plaza de la Catedral Nueva) en el seno de una familia culta y políglota: su padre, Julián Bernardo Benot, originario de Cuneo (Piamonte), fue un oficial del ejército de Napoleón Bonaparte que se afincó en Cádiz tras la Guerra de la Independencia, y su madre, María de los Dolores Rodríguez de Vicherón, una poetisa de noble cuna nacida en Chiclana de la Frontera; fue bautizado en Cádiz el 29 de noviembre de 1822.

Benot padeció una infancia estragada por la enfermedad. Él mismo lo cuenta a León y Domínguez en una de sus cartas:

Yo vine al mundo muy falto de salud, decíame en una carta. Me dieron a los dos años las viruelas y desde entonces fue el rigor de las desdichas. Me entraron frecuentemente alferecías, padecía de los ojos y raro era el mes en que yo no hacía cama.

La familia encarga su curación a un tal Joaquín Cordero, médico sin ejercer, hombre rico, caritativo y brusco, poco amigo de los farmacéuticos y de la excesiva medicación. Recomienda paseos y carreras matutinas para la recuperación del niño y una rigurosa dieta. La más enegética recomendación médica es la de no coger ningún libro: sólo le permite dibujar para no aburrirse (sin duda debía demostrar el enfermo un excesivo interés por la lectura, para provocar una prohibición tan extrema). Y es que desde muy joven Eduardo Benot mostró una inteligencia precoz, que cultivó con ahínco y esmero: así, a los catorce años ya escribía artículos periodísticos de carácter político en su Cádiz natal, en concreto en El Defensor del Pueblo.

Entre las facetas que sobresalen en la intensa vida del personaje destaca su pasión por la enseñanza. A los veintidós años Eduardo Benot fue nombrado Profesor de Filosofía (y posteriormente también de Lógica) del prestigioso Colegio de San Felipe Neri de Cádiz, cuyo Oratorio fue sede de las Cortes que promulgaron la Constitución de 1812 y que fue fundado por Alberto Lista, su preceptor de Literatura. Más tarde habrá de ser rector del mismo (1852-1868) e incluso su propietario. En aquella época cofundó junto con el Marqués de Casa La Iglesia Manuel Guilloto y con Guillermo Macpherson una sociedad llamada "La Amistad" dedicada al estudio de la Filosofía y de la Literatura, de la cual fue inspirador y director honorario el ilustre sevillano don Juan José Arbolí, Obispo de Cádiz. Esta devoción por las artes y la cultura lo auparían andando el tiempo a la Academia de Bellas Artes de Cádiz. En 1851 fundó en Cádiz una humorísticamente llamada Sociedad de la Juventud Perpetua, a causa de quienes la formaban habían traspuesto los treinta y cinco años salvo acaso Benot, que contaba entonces veintinueve, fue entonces cuando empezó a componer versos, única faceta en la que no destacó sino como el interesante teorizador métrico de su libro Versificación por pies métricos.

Como estudioso realizó con éxito incursiones en el mundo de las ciencias experimentales: los gabinetes de Física y de Química de los que dotó al Colegio de San Felipe Neri fueron los más completos del Cádiz de su época, y célebres fueron sus estudios sobre Astronomía, Aritmética y Geodesia, o el curioso ensayo Movilización de la fuerza del mar: aprovechamiento de los motores irregulares como las mareas y las olas, que presentará en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la que fue numerario. En el Observatorio de Marina de San Fernando ejerció asimismo como titular de las Cátedras de Astronomía y de Geodesia durante muchos años, impartiendo sus enseñanzas en el Curso de Estudios Superiores de la Marina. Asimismo, y según ha explicado Juan Antonio Fierro Cubiella en su monografía La electricidad en la ciudad de Cádiz: apuntes para su historia (1862-2008), siendo Director del Colegio San Felipe Neri trabajó con el entonces Alcalde de Cádiz, don Juan Valverde, para traer por primera vez la luz eléctrica a Cádiz, lo que aconteció en 1862.

Eduardo Benot fue asimismo un lingüista extraordinario, adelantándose en la Europa de su tiempo a las tesis del suizo Ferdinand de Saussure: su obra Arquitectura de las lenguas, reimpresa en multitud de ocasiones aun en nuestros días, ha devenido un clásico entre los estudiosos. En este mismo ámbito son de reseñar, entre otras muchas, su Gramática general, los monumentales Diccionario de asonantes y consonantes y Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología (en el que colaboraron como auxiliares Antonio y Manuel Machado dedicándose a la parte relativa a los verbos), Los duendes del lenguaje (obra póstuma), la Prosodia castellana y diversificación, o el Examen crítico de la acentuación castellana. Su amor por la lengua como instrumento de formación y de comunicación lo proyectó asimismo a los idiomas extranjeros, que dominaba en buen número desde la infancia: además de publicar Cuestiones filológicas y Métodos para la enseñanza de los idiomas, ha pasado también a la historia por haber introducido el método Ollendorff en España en sendas gramáticas francesa, inglesa, italiana y alemana (1851 a 1854).

Su pensamiento político, netamente progresista en la España de su época, fue proclamado a través de diversos periódicos, según Manuel Ossorio y Bernard:1 en los gaditanos El Defensor del Pueblo (del que fue redactor en sus años juveniles) y La Alborada (del que fue igualmente redactor); en La Discusión (diario de alcance nacional, utilizado como órgano del Partido Republicano, que dirigió), en La Europa (1874, publicación bisemanal lisboeta que fundaría en el exilio portugués y en la que colaboraron republicanos de varios países como Víctor Hugo, Alfred Naquet, Pi y Margall, Estanislao Figueras, etc.), en La Vanguardia de Madrid (del que fue director de regreso a España); en La Ilustración Artística y El Gato Negro de Barcelona, en La Igualdad (1868) y La República Ibérica (1870) de Madrid, en Revista Contemporánea etc.

No menos relieve merece su amor por la Literatura. Si por una parte estudió a los clásicos (célebres son su Estudio acerca de Cervantes y el Quijote y su Estudio preliminar a las obras dramáticas de Guillermo Shakespeare, en el que fue el primero en datar con exactitud la muerte del dramaturgo inglés el 4 de mayo de 1616), por otra fue autor de una extensa producción dramática o poética (gran parte de ella inédita, si bien sobresalen sus poemarios España y Patria); a título de anécdota fue incluso autor de algún libreto de zarzuela (El muerto vivo, Cádiz, 1850). La calidad de su obra literaria le abrió las puertas al ingreso como

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