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CLEODALIO Y MARTINA - Pieza Teatral

RobertoAlejandro9 de Agosto de 2014

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Cleodalio y Martina

Acto I

En las orillas del mar, Cleodalio espera pacientemente a Martina, esta llega después de unos minutos de búsqueda y lo encuentra sentado sobre una roca.

MARTINA: Oh mi Cleodalio. Te he encontrado

CLEODALIO: Amor mío, por fin llegaste.

MARTINA: Sí, amor

CLEODALIO: Permíteme tomar tu mano para besarla.

MARTINA: Claro, querido mío.

CLEODALIO: ¿Cómo te va, cara mía?

MARTINA: No tan bien.

CLEODALIO: ¿Por qué? ¿Qué sucede?

MARTINA: Cada vez es peor, aumentan las presiones de mi madre. Ella quiere que me case con alguien de mi nivel.

CLEODALIO: Martina, ¿me amas?

MARTINA: Claro que sí, pedazo de mi vida.

CLEODALIO: Entonces podrás soportar todo lo que este en nuestra contra. Siempre que tengas dificultades recuerda ese gran amor que me tienes.

MARTINA: Tienes razón, amor. Ahora dime, ¿Cómo estás? ¿Cómo te va en la estación?

CLEODALIO: Bien, el nuevo jefe de la estación es más agradable y en mi trabajo, aunque no gane mucho, me va bien.

MARTINA: Aquello me alegra mucho, Cleodalio.

CLEODALIO: Habla con tu madre sobre nuestro amor y verás que lograrás buenos resultados.

MARTINA: Eso espero amor.

CLEODALIO: (Acercándose a Martina) Martina, te amo.

Se besan y luego se van a sus casas

Acto II

En casa de Martina, su madre, Doña Joaquina, espera impacientemente y con cólera a Martina, esta llega después de varios minutos y empieza la discusión.

DOÑA JOAQUINA: Martina, que horas son estas para llegar, ¿Dónde estabas?, ¿Por qué te demoraste?, dame una buena explicación.

MARTINA: Madre, ante todo perdón por la tardanza, estaba en la playa a orillas del mar.

DOÑA JOAQUINA: ¡Qué hacías ahí!, dímelo de una buena vez.

MARTINA: Madre, sólo quería sentir la brisa del mar, sólo quería un poco de libertad.

DOÑA JOAQUINA: “Brisa del mar”, “libertad”, ¿de dónde sacas eso?, ya cállate y vamos hablar sobre tu boda con Don Justiniano.

MARTINA: Pero madre, yo no amo a ese señor y no quiero casarme con él.

DOÑA JOAQUINA: (Molesta) Cállate, niña engreída, tú harás lo que yo te diga, me oíste, lo que yo te diga, además tu padre también está de acuerdo, así aseguramos más nuestro nivel social, acaso no sabes que Don Justiniano es dueño de una gran fortuna.

MARTINA: Madre, por lo que más quieras, no me obligues a casarme con ese señor, es mucho mayor que yo. En el matrimonio no interesa la clase social, lo que interesa es el amor y yo ya estoy enamorada de alguien más.

DOÑA JOAQUINA: ¡Qué barbaridades dices!, ¿de quién estas enamorada?, dime para que tu padre se entere y mande a matar a ese infeliz que se atrevió a enamorarte.

MARTINA: (Enérgica) ¡Nunca te lo diré y jamás me casaré con alguien a quien no amo! En esta vida no se vive de la clase social mamá y yo ya estoy lo suficientemente grande para tomar mis propias decisiones.

DOÑA JOAQUINA: (Molesta) Cállate, niña insolente, tú eres mi hija y me debes obediencia y respeto y harás lo que yo te diga, no me importa obligarte a hacerlo de malas maneras.

MARTINA: ¡Déjame ser libre mamá por una vez en mi vida! Estoy harta de que tomes decisiones por mí, yo ya te dije lo que pienso hacer y si vas a seguir presionándome vas a ver de lo que soy capaz.

DOÑA JOAQUINA: Cuidado con tus palabras Martina, recuerda que soy tu madre y mientras vivas en esta casa me debes respeto y harás lo que yo te diga, ¿me oíste?

MARTINA: Entonces me iré de esta casa, hoy prepararé mis maletas y me iré mañana por la mañana. Ahora verás de lo que soy capaz madre.

Doña Joaquina se va a su habitación fingiendo llorar y Martina, molesta, se va a la suya a preparar sus

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