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Cero Acné

mateo_alfa6 de Junio de 2014

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Para Michael, Sarah, Kayla, Carlos, Harold, Scott, Logan, Carmen, Amelia, Dan y Lourdes: gracias a ustedes permanecimos juntos el tiempo suficiente para que esto sucediera. Debo esto a todos ustedes.

Limitación de responsabilidad: No soy un doctor y no intento tratar o curar ninguna enfermedad. Este libro electrónico es un producto informativo en el que comparto mi experiencia con el acné y lo que descubrí funcionó para mí y muchos otros.

Introducción: mi historia

“He estado usando flequillo largo desde mi cumpleaños de dieciséis,” Sarah dijo un día. “Me desperté, vi

mi cara, me di cuenta de que todas las cámaras estarían enfocándome esa noche y decidí hacer algo para

cubrirlos.”

Estábamos todos sentados en sillas verdes de plástico dispuestas en un pequeño círculo en

el medio del cuarto. Sarah se movió en la suya, mirando hacia abajo. “Y he estado usando esos

anteojos de sol grandes que la gente usa ahora en los veranos. Ya saben – cualquier cosa para cubrir más.”

Hizo una pausa y forzó una risita sarcástica, su tono era aún seco: “Parece que estoy adelantada

a la moda.”

Tú y yo sabemos qué es lo que ella estaba tratando de cubrir. Y ambos sabemos que

probablemente ella no pudiera esconderlos todos.

Mi nombre es Jason Wilkins y se lo que es el acné. Se lo que es llevar esa clase de estigma

en toda tu cara. Se cuán duro es olvidarse de ello cuando todos parecen quedarse viendo tu

rostro, hipnotizados, o evitan mirarte a los ojos. Conozco la frustración de tratar método

tras método, buscando que desaparezca y con muy poco cambio. He estado ahí – más de

una vez. Se lo que es levantarte un día y ver que las marcas en tu rostro comienzan a irse, el

alivio mental que sientes una vez que se fueron y la sobrecogedora desesperanza cuando

descubres, un año después, que ha vuelto.

La segunda vez que sucedió esto, realmente creí que mi acné era crónico. Simplemente creí

que seguiría apareciendo y desapareciendo por el resto de mi vida. No hace falta decir que

me deprimí mucho. Tenía 29 años, soltero y condenado a trabajos independientes que

podía hacer en casa. Realmente sentía que mi acné me evitaba disfrutar completamente de

la vida.

Mi terapeuta recomendó que me uniera a un grupo de apoyo local. Pero no encontré apoyo

alguno en el grupo asignado. Yo era el único que sufría de lo que creía era acné crónico y

sentía que los otros nunca entenderían lo que pasaba día tras día. De hecho, una persona

tendía a minimizar mi sufrimiento e incluso me llamó “rey del drama” por sentir como

sentía. Me sentí realmente incomprendido – hoy en día está de moda fingir que la

apariencia no importa. Sufrir por como uno se ve es considerado vano o incluso

egocéntrico hasta el punto de narcisista. Y sin embargo, nuestros pares, los medios de

comunicación, nuestro mundo pone tanto énfasis en las primeras impresiones y en la

apariencia.

Así que lo abandoné y comencé mi propio grupo de apoyo. Uno creado para ayudar a

personas que sufrían de acné crónico y para trabajar juntos para sentirnos mejor. Ahí es

donde conocí a Sarah, una pequeña mujer de 25 años que había estado luchando contra el

acné por 10 años antes de darse por vencida y declarar que su condición cutánea era

“crónica” – la misma Sarah que cubrió su cara detrás de su cabello por 10 años.

Allí también conocí a otras 11 increíbles personas que tengo la suerte de llamar queridos

amigos (y uno de ellos – Sarah – que tengo la suerte de llamar mi esposa). Nos reuníamos

todos los miércoles a las 6 p.m. para hablar de nuestras frustraciones, tristeza, desesperanza

y enojo. Intercambiamos cientas de historias que parecían nunca acabar sobre drogas

milagrosas, antibióticos costosos, olorosas cremas cutáneas, dermatólogos pomposos,

espinillas y barrillos odiosos, efectos secundarios ridículos y consejos (a pesar de ser bien

intencionados) sin valor.

Eso, hasta que una soleada tarde de junio Michael nos dijo que estaba probando algo

completamente nuevo. Lo escuchamos pacientemente (aunque no sorprendidos) mientras

hablaba de manzanas y azúcar y defecaciones. Con 23 años, Michael era el miembro más

nuevo de nuestro adorado pequeño grupo y el único que seguía intentando encontrar una

solución en “nuevos” tratamientos para su acné. Él creía fuertemente que no debía darse

por vencido y que tenía que haber una solución en el mundo. Luego de perder su fe en la

medicina tradicional, había comenzado a investigar toda clase de métodos integrales y

alternativos que encontraba en cualquier parte. Este era, probablemente, su quinto o sexto

intento.

Eran las seis y cuarto del miércoles siguiente y estábamos bromeando, esperando a Michael.

Finalmente se apareció… e imaginen nuestra sorpresa cuando lo hizo: su piel era suave, sin

cicatrices ni granos a la vista. ¡Su acné había completamente desaparecido!

Estábamos asombrados. Todo lo que hicimos fue sentarnos allí, en silencio, fijamente

mirando su piel limpia y bella. Michael simplemente se rió. En un segundo, el silencio se

convirtió en preguntas frenéticas, alegría y abrazos. Recuerdo ver lágrimas de felicidad en

los ojos de Kayla y Carlos que saltaba en el aire.

Uno por uno, comenzamos a seguir las instrucciones de Michael. De ofrecernos consuelo y

compartir nuestros sentimientos de soledad en el mundo, nuestros encuentros semanales se

habían convertido en informes de progreso. No todos estábamos 100% cómodos con la

“receta mágica” de Michael, así que incluimos variaciones posibles de acuerdo a nuestros

gustos, disgustos y creencias.

Para algunos, tomó un tiempo. Para otros, el acné desapareció en sólo tres días. Lo

importante es, sin embargo: hoy, los 12 estamos libres de acné. Lo hemos estado por

más de cinco años. Y ni uno de nosotros lo ha vuelto ha sufrir.

Una vez que nuestro grupo de apoyo dejó de tener un propósito, abandonamos las

reuniones semanales. Sin embargo, aún nos vemos frecuentemente fuera de ese garaje casi

vacío que era el testigo principal de nuestra historia. Celebramos el día en el que el último

de nosotros terminó de curar su acné, cada 1ro de Octubre y hasta tenemos un nombre

para ese día: “Día sin acné” (no parece original, ¡pero intenten hacer que 12 personas se

pongan de acuerdo en un nombre!).

Desde que disolvimos nuestro pequeño grupo de apoyo, yo seguí pensando una manera en

la que podríamos ayudar a las personas que sufren de acné con nuestra historia. En nuestro

último encuentro le comenté esta idea a Michael. Él sugirió que lo escribiera en un libro:

“Tú eres quien creó el grupo; además, odio escribir.”

Y así nació este libro electrónico. Es una larga historia con una solución muy simple, una

que te ayudará a conquistar tu acné y finalmente olvidarlo por completo. El fin definitivo a

tus problemas de auto estima, odiosa discriminación, desperdicio de grandes sumas de

dinero y desequilibrantes efectos secundarios está a solamente unas páginas de distancia…

Acné: no es sólo un problema de piel

“Permanecí optimista. Si podía olvidarme de ello y no dejar que me afectara, podría ser como las otras

personas. El resto del mundo realmente no apoyaba mi optimismo.” – Kayla

De acuerdo con diferentes fuentes, el 85-90% de todos los adolescentes sufren de acne

vulgaris, la enfermedad cutánea que conocemos comúnmente como „acné‟. Esta es la razón

por la cual el acné, como los frenillos, se relaciona generalmente con la pubertad y la

adolescencia, como una suerte de rito de pasaje a la adultez. Lo podemos ver fácilmente en

las películas, donde jóvenes torpes de 13 y 14 años son mostrados frecuentemente con una

piel y dientes alejados de la perfección.

Para nuestra personalidad adolescente esto probablemente significa sentirse inferior y

luchar con nuestra apariencia durante la escuela secundaria. Los adolescentes con acné son

más propensos a ser maltratados, bromeados y de recibir apodos crueles. Además, los

efectos secundarios de la mayoría de los remedios anti acné son terriblemente vergonzantes

y usualmente hacen las bromas, lejos de desaparecer, empeoren.

Para los pocos afortunados cuyos padres poseen del dinero, nuestros años de adolescencia

con acné probablemente se traduzcan en muchos viajes a diferentes dermatólogos y

compras sin fin de cremas y antibióticos.

Pero – todos nos dicen – está bien. Al final pasará. Pronto nos convertiremos en adultos y

– por arte de magia – nuestro acné desaparecerá.

Eso es, a menos que tú seas parte del desafortunado porcentaje de personas que continúa

sufriendo acné aún en su adultez. De hecho, el acné afecta al 25% de los hombres y al 50%

de las mujeres adultas en algún momento de sus vidas. Los maltratos y apodos crueles

explícitos podrán reducirse, pero el acné puede afectar severamente la vida de un adulto,

sin importar cuán “adultos” y “maduros”

...

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